Una última vez

Hoy no Dios, por favor no

Enith:

- Señora Bianchi –la voz de Carlo me saco de mi aturdimiento, tenía un cabestrillo y una venda en la cabeza.

- ¿Qué pasó? –mi voz sale temblorosa, las lágrimas caían silenciosas.

- Íbamos en camino al zoológico cuando un camión se quedó sin frenos e impactó del lado del señor y la señorita, él la abrazo para protegerla –siento mis piernas doblarse, Preston evita que caiga al suelo–, la señorita se desmayó pero el señor –baja la vista, mi labio inferior tiembla por el llanto, pronto mi cuerpo se sacude.

- No, no –niego mientras siento el dolor recorrer todo mi cuerpo–, no, él no –grito con desesperación, de no ser por Preston seguro estaría removiéndome como una loca.

- ¿Familiares de Rachele Bianchi? –dice una mujer, como puedo me pongo de pie y camino hacia ella.

- Soy su madre –mi voz sale temblorosa–, ¿qué ocurre, cómo está? –poco me faltaba para sacudirla.

- Esta bien, sigue inconsciente pero el doctor Solon quiere hacerle algunos estudios complementarios –muerdo mi labio, ¿eso qué significaba? Maldita fuera por no decirme las cosas claras–, encontró algo que no le gusta y sólo quiere estar seguro, la mantendremos informada –se aleja, me aferro a Preston, observo pasar a un doctor, lo detengo casi con brusquedad.

- Amirov Bianchi, ¿dónde puedo verlo? –mi voz temblaba, y creo que todo mi cuerpo igual, el doctor le hace la seña a alguien, este se acerca.

- Él doctor Grayson la llevará a la morgue, ¿está lista? –asiento, necesitaba verlo, decirle que lo amaba y que por favor, volviera.

Preston me sostuvo todo el camino a la morgue, cada paso era peor que el anterior, mis pies eran de plomo puro, mi corazón latía tan rápido que juraba explotaría, aunque quizás lo hizo en el momento que me llamaron.

El doctor se detiene en una puerta, aprieto el antebrazo de Preston, el hombre actuaba de manera estoica, quizás otro me habría mandado de paseo.

- Adelante –mi voz sale plana, el doctor abre la puerta y entra primero, veo una camilla con una manta encima, se acerca y hago lo mismo, mi cuerpo vuelve a temblar, esta maldita pesadilla se estaba extendiendo demasiado. El doctor retira la cobija y un grito agónico sale desde mi garganta, ahí estaba, hermoso, perfecto y frío, su rostro morado y una herida en su frente. Lloro de manera descontrolada en los brazos de Preston, me zafo de su agarre y voy donde Amirov, sujeto su rostro–. Amirov, despierta, por favor –digo con desesperación–, per favore apri gli occhi (por favor, abre los ojos) –susurro en su idioma, quizás así me escucharía–, avevi promesso!, avevi promesso (¡lo prometiste!, lo prometiste) –me acuesto en su pecho y lloro, lloro como jamás he llorado nunca, lloro hasta que mis ojos se secan y mi garganta duele de tanto gritar, ninguno de los 2 hombres me había detenido, de todos modos los habría golpeado.

Cuando termino, me pongo derecha, le doy un casto beso de despedida, sabía que esta no sería la última vez que nos veríamos, quizás no en esta vida, pero si en otra. Ahora debía ocuparme de Rachele, ella me necesitaba, además debía hablar con mamma, era necesario que lo supiera por mí que por la prensa, lo que me recordaba que debía llamar a Jackson, no quería ni tenía la fuerza para soportar a la prensa, ni mucho menos, de gestionar el funeral, sólo quería ver a mi hija, sostener su mano y escuchar las maravillosas noticias de que nos vamos a casa.

Pero la vida me odia, no sabía hasta qué grado hasta el día de hoy.

- Señora Bianchi, la busca el doctor Solon –dice Carlo–, vino hace rato, dijo que vendría en unos minutos –asiento.

- Perdón por no preguntar antes, ¿James está bien? –me siento junto a Maddie, la señora Caruso entra corriendo, me pongo de pie y la abrazo con fuerza, lloro.

- Sí, lo revisan porque también se pegó en la cabeza, le hicieron puntos y no se preocupe, somos conscientes de lo que esta pasando –asiento mientras nos sentamos, la señora Caruso a mi otro lado.

- Espero este bien –digo bajo pero sincera–, ve a casa Mad con tu bebé, estaré bien con la señora Caruso –me mira dubitativa, aprieto suave su mano.

- Esta bien, pero cualquier cosa, me llamas, ¿sí? –asiento, me abraza con fuerza y se va.

- ¿Señora Bianchi? –me giro al oír mi nombre–, soy el doctor Thesion Astar Solon, soy el doctor de su hija, necesito que me acompañe –asiento poniéndome de pie, lo sigo sólo para detenernos unos metros más adelante–. Al hacer las pruebas y análisis, me di cuenta que su hija tiene anemia aplásica –parpadeo intentando entender.

- ¿Cómo? –sentía que el aire comenzaba a fallarme, quizás no había estudiado medicina, pero sabía que la anemia era mala, ¡y mi hija había tenido un accidente! Esto no podía estar pasando.

- La anemia aplásica es afección que ocurre cuando el cuerpo no puede producir una cantidad suficiente de células sanguíneas como lo son glóbulos blancos, rojos y plaquetas –lo escucho sintiendo que todo mi mundo se derrumba, por segunda vez en el día–, no hay una causa como tal, puede ser algo autoinmune, genético, exposición a radioterapia o quimioterapia, alguna infección viral –froto mi rostro.

- ¿Por qué ahora? –mi voz sale temblorosa.

- Puede ser por algo de lo que mencione antes o incluso podría ser que lo tiene desde el nacimiento y fue desarrollándose de a poco, y quizás el detonante fue este accidente y la contusión que sufrió –dice con calma.




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