Enith:
- He pensado en Enirov o Emirov para el bebé, es uno de los muchos nombres que he pensado, claro, pero me gustaría su opinión –veo a cada una de las personas reunidas, es decir: mamma, Rachele, la señora Caruso y Maddie.
- Me gusta más Enirov, mami –dice mi pequeña, le sonrío mientras asiento.
- Debo estar de acuerdo –la señora Caruso estaba aprendiendo el idioma, se daba a entender, que era ventaja, asiento.
- Me gusta Emirov, pero creo que Enirov le queda mucho mejor, es un nombre fuerte –dice Maddie mostrando sus bíceps, río ante el gesto, miro a mamá.
- Creo que Enirov esta perfecto cariño, la cuestión es, ¿a él le gusta? –toca mi vientre–, mi pequeño bebé, ¿te gusta Enirov? –todas vemos mi vientre, sonreímos al ver que patea.
- Por supuesto que le gusta –río bajito, se movía bastante, señal que estaba feliz.
- ¿A qué hora es tu chequeo? –pregunta Maddie tras mirar su teléfono.
- A las 11 –respondo tras hacer memoria, con todo lo que tenía que hacer, me volvía loca.
- Tienes 2 horas para eso –susurra sonriendo–, por tu cara, veo que tienes cosas que hacer, y por cosas, me refiero a trabajo, ¿cierto? –asiento con una enorme sonrisa de boca cerrada mientras bato mis pestañas–, sigues siendo una adicta al trabajo –niego sonriendo.
- Esto va mejor de lo esperado, así que tengo que poner todo mi empeño –todas asienten–, y bueno, Rachele tiene su cita con la psicóloga, mamma me hará favor de acompañarla en lo que terminó algunos contratos, además van a escoger los muebles para la nueva casa, y claro, para eso necesito a la mejor decoradora de recamaras, ¿verdad señorita Rachele? –ella salta emocionada, todo iba bien, su cuerpo estaba respondiendo bien al trasplante.
- Claro mami –se cubre la boca–, perdón, señora Bianchi, deje todo en nuestras capaces manos –sonríe abrazando a su nonna, ella asiente besando la cabeza de Rachele.
- Perfecto, vayan a trabajar y así puedo terminar –les muestro los papeles, las casas armables estaban causando sensación, teníamos a muchos agentes de ventas, incluso en otros estados del país, el personal estaba capacitado para bienes raíces y el papeleo estaba en orden.
- Adiós mami –ella se acerca y besa mi mejilla, luego mi panza–, hasta al rato bebé, ayuda mucho a mami –lo abraza y me derrito de ternura.
- Me voy yendo, me faltan algunas cosas por confirmar –besa mi mejilla, correspondo.
- Gracias por venir de repente –aprieta mi mano y sonríe–, a todas –ellas eran mi pequeña y amada familia.
- Oh querida, habría venido sin importar qué –mamma me abraza, suspiro aliviada, tenerla era una enorme fortaleza.
- Un placer Enith –aprieto la mano de la señora Caruso, asiento, pronto todas salen, suspiro, necesitaba firmar algunas cosas y revisar algunos contratos, más que nada para que no hubiera errores.
Tras unos minutos, escucho bastante ruido afuera, la puerta se abre de manera impestiva, echo la cabeza hacia atrás y suspiro de frustración.
- Lo siento señora Bianchi, ella no me dejó notificarle –dice Clarisse avergonzada.
- No te preocupes, déjanos solas Clarisse –le susurro suave, ella asiente antes de salir–. Creí haberte dejado las cosas claras –mi tono sale duro, giro un poco la silla mas no me levanto.
- No voy a dejarte en paz, viniste a joderlo todo, tenía una vida perfecta y ahora, lo que me da Adley es una miseria, y todo esto es tu culpa, debes hacerte cargo –se acerca, cierro los ojos buscando paciencia.
- Por favor, lo suyo estaba bastante mal, esas amigas tuyas no saben la palabra lealtad, ellas se encargaron de hablarme de tu maravilloso matrimonio, lleno de farsa e hipocresía, ¿acaso crees que me trago el cuento de la familia feliz? –dejo salir una carcajada seca–, todos sabemos porque te casaste con Adley, por su dinero, era un secreto a voces que estabas o estas, enamorada de Jake, el primo de Adley, y lo que es más importante, como le hiciste creer al idiota de nuestro ex que Zack es suyo, cuando tú y yo sabemos que no es así, ese niño es de Jake –veo como su cara se pone blanca, la veo temblar–. Así que deja de joderme y acusarme de las estupideces que has hecho a lo largo de tu vida, o me encargaré de decirle tu pequeño secreto a Adley, estoy segura que esta vez sí me creerá –sonrío con malicia, no tenía intención de dañarlo, para él era su hijo, quizás era cruel ocultarle esa verdad, pero no era yo quién debía decirle aquello, no me correspondería–, ahora, sal de mi oficina o llamo a seguridad –me acomodo de nuevo, tomo otro archivo.
- Sigues siendo una maldita perra, ojalá que te mueras –sisea furiosa, ruedo los ojos.
- Que Dios te bendiga –le dedico una sonrisa de boca cerrada, ella sale fúrica, azota la puerta, suspiro frotando mi rostro. Niego, no debía pensar en ella, debía adelantar esto lo más que pudiera para cuando me ausentara por maternidad.
Cerca de la hora de mi cita, Clarisse me interrumpe, le agradezco, guardo todo, tomo mis cosas y salgo saludando a todos, presiono el elevador y espero mirando como cambian los números.