Una última vez

Arrepentimiento

Thesion:

Había intentando por todos los medios ponerme en contacto con ella, no respondía mis llamadas, mensajes ni me recibía cuando iba, sabía que no sería sencillo, pero no habría creído que fuese así de difícil.

- No deberías aferrarte a eso, ella ya tomó una decisión, deberías hacer lo mismo –Leian aprieta suave mi mano, la aparto molesto.

- ¿De verdad? –digo con brusquedad–, no te correspondía decirle aquello y hacerlo ver como lo peor no ir, ¿crees que eso me hará quererte o que por arte de magia los planes que has hecho con mi madre se harán realidad? Pues no Leian, porque no te amo, no te veo de esa manera, y aunque ella no quisiera verme jamás, eso no va a cambiar que la amo, así que déjame en paz, por una vez haz algo bueno y deja de joderme –digo frío, me alejo de ella, estaba tan harto de escucharlas, porque mi madre era otra que no entendía lo mucho que me dolía esta situación.

Mi único consuelo era que no me había devuelto el anillo, bien podría enviármelo con alguien más, pero no había hecho nada de eso, y claro que no lo quería de vuelta, a ella sí, y de preferencia, a ambos.

- Ten un poco más de paciencia –me consolaba Rose cada día, asentía porque sabía que eso era lo único que podía hacer, tener paciencia, y esquivar al jefe.

Enith:

No había sabido nada de Thesion durante una semana, había sido la semana más desesperante de mi vida, pero no era porque él no me hubiese buscado, lo había hecho, la que no había querido verlo era yo, sabía que podría flaquear en mi resolución y lo último que deseaba era joderle todo, por Rose sabía cómo estaba, según sabía, el jefe Brennan lo estaba convenciendo de irse, creía que no tardaría en irse.

- He tomado una decisión mamma –digo tras unos minutos, le había pedido que viniera a mi cuarto, no podía estar aquí, ya no más–, volveremos a Ragusa en una semana, me es imposible seguir aquí –y era verdad, si seguía aquí, él jamás se iría, si le demostraba que podía seguir, quizás él haría igual.

- ¿De verdad deseas eso? –se había sentado a mi lado, asiento con pesar.

- Es lo mejor mamma –mi voz temblaba, como siempre que hablaba de este tema.

- Durante dieciocho años creí que lo mejor era mantenerme lejos del que fuera, el mejor amigo de mi difunto esposo, creí que ser la matriarca de esta familia era lo más importante –la miro atenta, ella rara vez hablaba de esto–, pero cuando Jackson murió, me di cuenta que tuve miedo de arriesgarme, de lo que diría mi familia, de las oportunidades que le habría quitado, pero la realidad es que habría sido así conmigo a su lado, pase dieciocho años anhelando su compañía, y ahora, sólo me queda el arrepentimiento, pregúntate tú si en unos años no te arrepentirás de esto –sentencia seria, se pone de pie y sale de mi cuarto.

Eso me había dejado pensando, mentiría si dijera que no, muerdo mi dedo pulgar mirando a todos lados, no quería ser como mamma, sabiendo que estaba cerca el amor y negándome a reconocerlo, al diablo todo, bien podríamos ir y venir. 

Me pongo de pie y me pongo los zapatos, tomo mi móvil y le marco, sonaba y sonaba lo que podía significar que estaba en operación o no quería contestarme, y lo entendía, había sido demasiado cabezota, pero aun así decido salir.

Tomo las llaves de uno de los autos y salgo disparada al hospital, estaba al pendiente de mi teléfono, pero no sonó, así que lo tomé y entré en el hospital, camino al elevador y me dirijo hacia el tercer piso, al llegar a la estación de enfermeras me encuentro con la enfermera Alice.

- Buenas noches –susurro suave, revisaba algo en la computadora y no quería asustarla.

- Señora Bianchi, ¿cómo esta?, ¿le ocurre algo? –me mira seria, niego sonriendo.

- Todo bien, ¿sabes si Thesion está en el quirófano? –ella asiente, suspiro, al menos no me estaba ignorando–, ¿va a tardar mucho? –muerdo mi labio, ella revisa la computadora.

- Una media hora más –asiento, le agradezco y voy a sentarme a donde no estorbe.

Jugaba con mi teléfono, le había enviado un mensaje a mamma diciéndole donde estaba, los nervios me tragaban viva, sabía lo que debía decirle, sólo esperaba expresarme de manera correcta.

- ¿Te duele algo? –reprimo mis ganas de mandarla al demonio.

- Sí, la vista de verte, mis oídos de oírte y la cabeza de pensar que estás aquí –le dedico una sonrisa de boca cerrada–, entendí perfecto tu juego, tarde en reconocerlo pero escucha bien, aunque no estemos juntos, él no va a quedarse contigo, porque si él sintiera algo por ti, hace años estarían juntos, así vete de mi vista –me giro otra lado, su cara descompuesta es todo lo que había querido ver, la escucho alejarse, suspiro, ahora estaba nerviosa de nuevo, su presencia me había distraído lo suficiente como para relajarme.

- Por favor, avísele a la familia que salió bien, necesito irme –lo escucho a lo lejos, mi teléfono suena, me pongo de pie cancelando la llamada, se gira y su sorpresa es tan grande que no dice nada.

- ¿Podemos hablar? –me sudaban las manos y mi corazón latía fuerte, él asiente y me señala hacia algún lugar al fondo, lo sigo en silencio, de verdad sentía que acabaría cayendo porque las piernas me temblaban.




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