Una última vez... para siempre

Celos

Amirov:

Estaba seguro de que Enith me amaba, jamás tendría duda de eso, pero no podía evitar ponerme celoso cada que la veía cerca de Thesion, era evidente que le gustaba y no podía culparlo, incluso el idiota de su ex seguía enamorado de ella, pero entre uno y otro, era obvio que Thesion era mil veces mejor, y era quizás eso lo que me alteraba más, era demasiado buen partido.

- Un euro por tus pensamientos ‒su voz me saca de mi ensimismamiento.

- Nada cara, cosas del trabajo ‒me abraza y eso hace que esos miedos infundados se vayan, le devuelvo el abrazo y beso su cabeza.

- Oye, ahora que mamma y papà ‒rio negando, era una pequeña broma que había adoptado desde que se comprometieron‒ vuelvan, sería bueno hacer una gran comida con toda la familia, ¿qué opinas? Creo que les daría gusto, además, ahora que Thesion pasó de amigo T a tío T, los niños estarán más que encantados ‒suspiro y asiento, no podía decirle que no a esa hermosa mujer a la que amaba con mi vida.

- Claro que sí cara, lo que tú quieras ‒se alza de puntas y me besa con amor.

- Perfecto, voy a organizarlo todo ‒me besa una última vez antes de alejarse, suspiro, supongo que incluso estas emociones que no quiero, me recuerdan que sigo vivo.

 

Thesion:

Había ido a recibir a mi padre de su luna de miel, Michael, el socio de mi padre; se había quedado a cargo del negocio en su ausencia.

- Bienvenidos ‒abrazo feliz a mi padre y con más suavidad a Giulietta.

- Gracias querido ‒me sonríe con ternura, tomo sus maletas y comenzamos a caminar hacia el auto, subo las maletas mientras mi padre ayuda a Giulietta. Subo delante, Carlo había venido conmigo, al parecer ahora que era parte de la familia Bianchi, alguien me cuidaba en todo momento, me llevaba y traía, lo único que había podido obtener era el uso de mi auto en lugar de una de las camionetas que usaban, aunque este día sí que la había traído.

- ¿Cómo se la pasaron? ‒me había girado para verlos, mi padre la abrazaba por la cintura, sus manos entrelazadas, se veían muy enamorados, me sentía feliz por ellos, aunque también envidia porque sería otro Solon enamorado de una Bianchi, una que estaba casada y muy feliz.




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