Por un lado, me sentía aliviada al saber que podría encontrar una cura para ese pequeño problema. Sin embargo, sabía que tendría que ser cautelosa, ya que debería viajar sola a Manhattan y después de tanto tiempo encerrada podría ser peligroso. Aquel día me comí las uñas sin parar, caminé en mi alcoba de lado a lado, no podía dejar de pensar en ello una y otra vez.
Y cuando más tranquila estaba echada sobre mi cama, ¡flas! Decidí esperar hasta la medianoche, cuando la luna llena dejara de brillar en todo su esplendor aprovecharía ese momento para escapar del castillo, me sentiría más fuerte y capaz de defenderme. No me despediría de nadie y mi marcha comenzaría, corriendo por los bosques y montañas a toda velocidad, con la brisa nocturna fresca en mi rostro y la libertad de la noche como mi única compañera.
Y por fin llegué a la ciudad, salté por encima de los edificios y esquivé las luces brillantes de la ciudad, y al fin me di de cara con aquel laboratorio que buscaba. Y menos mal por que el sol ya estaba a punto de salir, así es que aceleré mis pasos y corrí todo lo que mis piernas me lo permitieron en aquel momento, entré por la ventana con mucha dificultad intentando no hace nada de ruido.
Fue apoteósico todo lo que vi en aquel momento, allí, en el centro del laboratorio había un chico. Vestía una bata blanca que le cubría hasta las rodillas, llevaba unas gafas de pasta negra con unos cristales semi aumentados desde lo lejos se apreciaba que era científico, pero es que no era un científico cualquiera él era especialmente sexy, y yo jamás hubiese podido imaginar que existieran esa clase de científicos. Era alto, musculoso y tenía el pelo oscuro y brillante, su mirada era muy penetrante, solo con eso y la sonrisa que me ofrecían sus labios; fui capaz de tener pensamientos de lo más lujuriosos, incluso por un momento dejé de recordar que era lo que vine a hacer.
Me acerqué cautelosamente, pero aquel chico no parecía sorprendido por mi presencia en aquella sala. Era todo lo contrario, me miró con interés y curiosidad, y algo en su mirada me daba a entender que nos llevaríamos muy bien.
—Hola —dije, tratando de romper el silencio que encubrían nuestras miradas.
—Hola. Por tu forma de llegar y tu manera tan curiosa de entrar diría que eres... ¿Winda? —preguntó, aunque casi podía asegurar mi nombre—. Soy Brandon, esta tarde hablamos por e-mail —terminó de decir antes de acercase un poco más a mí.
Comenzó a examinar cada centímetro de mi cuerpo, tomando muestras de mi piel y de mi sangre, y sin decir nada más se puso a trabajar tratando de encontrar una cura. Me quedé allí de pie parada, observándole mientras él trabajaba, admiré su inteligencia y la dedicación que le puso en aquel instante.
En unas horas Brandon encontró algo que no era la cura, pero tras algunas pruebas más creó una crema que me podía proteger de los rayos del sol durante algunas horas, para que no me hiciese las quemaduras.
Estaba agradecida y emocionada, pero también triste de tener que regresar al castillo y dejar a ese hombre tan atractivo que tenía frente a mí. Sin embargo, sabía que debía volver la noche anterior salí del castillo sin decir nada, y mis padres estarían preocupados por mí.
Después de pasar algunas horas trabajando junto a él, y ver que no se trataba de un humano común por lo fácil que era hablar con él, descubrí que compartíamos muchos intereses en común, y que ambos estábamos muy comprometidos en nuestro trabajo.
Con el tiempo, y gracias a la tecnología nos hicimos muy amigos. De vez en cuando iba a verle y de la noche a la mañana comenzamos a pasar más tiempo juntos, explorando la ciudad y aprendiendo el uno del otro.
Pero mientras más tiempo pasábamos juntos, más complicadas se volvían las cosas, me empecé a dar cuenta de que estaba empezando a sentir algo por Brandon, algo que nunca había sentido antes. No sabía cómo manejar mis sentimientos, ya que mi vida estaba llena de cambios y peligros constantes.
Y la cosa se complicó aún más cuando me di cuenta de que Brandon también parecía estar desarrollando sentimientos por mí, podía sentir que algo en mí lo atraía, sabía que no podía arriesgarme a involucrarme demasiado con él, ya que su trabajo para mí era peligroso y podría averiguar quién era yo. Decidí alejarme de él, pero a pesar de todo él quería seguir siendo mi amigo, cuando comprendí lo que eso significaba, le dejé acercarse a mí tanto que nos empezamos a apoyar mutuamente en todo momento. Y aunque no sabía qué nos podía deparar el futuro, yo estaban dispuestas a seguir junto a él.
Estaba completamente abrumada por la simpatía y su amabilidad, no podía ser que un humano me tratase de esa forma en la que él lo hacía, mi corazón era independiente, ni siquiera yo podía controlar todo lo que me contaba sobre Brandon, quería alejarme de él, pero me era imposible a pesar de tener miedo de que se llegase a enterar de mis transformaciones. Sabía que las cosas no podían funcionar entre nosotros, y que no era una buena idea, ¿cómo me iba a enamorar de un chico humano? Quería negarme a mí misma ese lujo, deseaba alejarle de mí lo más lejos posible, luché cada día con mis sentimientos, pero aun así algo dentro de mi ser me lo impedía.
Cada vez que nos veíamos, había una chispa especial en el aire, algo que nunca había sentido antes, incluso con Vlad la noche que se convirtió para mí en una pesadilla, y convirtió mi primer beso en un mordisco en la yugular.
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Editado: 19.06.2024