Sin saber cómo ni porque, mis padres decidieron invitar a Brandon al castillo, pues nuestra relación continuaba y mis padres eran felices si yo era feliz.
Brandon aceptó sin dudar conocer a sus futuros suegros, era lo mejor que le podía pasar, o lo peor nunca se sabe que puede pasar en una cena llena de vampiros.
Todo fue perfecto ni yo misma me lo hubiese imaginado mejor, incluso entre Brandon y mi padre hubo risas y muchos chistes eso si todos de hombres lobos, incluso yo también me animé a ello.
—A que no sabéis este. ¿Qué hace un hombre lobo cuando tiene hambre? —me atreví a preguntar, sin perder de vista los ojos de Brandon.
—No sé qué comen los hombres lobos Win.
—Cuando un hombre lobo tiene hambre... ¡Se come una luna de queso!
Todos reímos a la par hasta que a Brandon se le ocurrió uno de vampiros.
—¿Por qué los vampiros, aunque beban sangre tienen amigos? —preguntó sin que nadie lo esperara.
—Espero que nos des una respuesta coherente —respondió mi padre, con una de las risas más falsas que había visto en doscientos años que llevo con él.
—Porque son chupa sangres y no chupa amigos —se carcajeó Brandon al instante—, no te preocupes tengo uno mucho mejor —dijo continuando sus gracias. —¿Por qué los vampiros no pueden tener hijos?
—¿Por qué? —preguntó Valerius, al mismo tiempo que apretaba sus puños.
—Porque tienen un problema de fertilidad: ¡su esperma se convierte en niebla!
Y ese último chiste fue la gota que colmó el vaso, Valerius se puso en pie, sus ojos se pusieron rojos, yo sonreí a mi padre intentando evitar que aquella noche sucediera alguna tragedia. Mi padre miró hacia Brandon muy cabreado, era cierto eso de que los vampiros no podían tener hijos, pero eran unos padres maravillosos por lo menos en mi caso.
Desde que me adoptaron he sido la niña más feliz del mundo porque mi padre biológico jamás me quiso, para él siempre fui la rarita de la manada incluso hasta él se reía de mí.
—Mamá creo que nos iremos a dormir —dije antes de que mi padre llegase a decir ni una sola palabra más.
—No creo que sea buena idea hija —respondió mi padre—. Será mejor que Brandon duerma en el hala este del castillo, yo mismo le acompañaré hasta sus aposentos.
—Cariño no hace falta, deja que los chicos duerman tranquilos —comentó mi madre, sujetándole por el brazo, porque ella y yo presentíamos que si cogía a Brandon en aquel momento se iba a beber su sangre de solo un golpe.
—¿Y si la deja embarazada? ¿Cómo crees que saldrá ese bebé? —escuché a Valerius farfullar mientras, Brandon y yo subíamos las escaleras.
«Tengo doscientos seis años, además yo no puedo tener bebés», pensé en un momento.
Sé que para Valerius y Elizabeth todo fue muy difícil, ellos no eran unos vampiros normales siempre habían deseado tener hijos a pesar de saber que no podían engendrarlos. Era la triste realidad, y fue así hasta que llegué yo y le di vida al castillo.
Llegamos a mi alcoba, Brandon se quedó perplejo al ver lo grande que era, por no decir que después de la de mis padres era la mejor que había en todo el castillo, era la que mejores vistas tenía.
Al entrar como sabía que la alcoba de mis padres estaba demasiado lejos, Brandon me sujetó por la espalda y besó mi cuello, yo enseguida caí a sus pies y empezamos a hacer el amor una vez más apasionadamente, si algo bueno teníamos los dos era que cualquier momento era bueno para hacer el amor, hasta que un rayo de la luna alumbró la cama y yo empecé a transformarme en ese ser que tanto odiaba ante sus ojos.
Con la visita y la emoción que sentí al ver que Brandon estaba en mi castillo me olvidé que era luna llena; y aquel momento de magia se rompió en cuanto me di cuenta de que él no dejaba de chillar, pues era la primera vez que veía un ser de esas características con sus propios ojos. Por lo que decidí saltar por la ventana y alejarme de él lo más rápido que pude, por nada del mundo quería hacerle daño.
Creo que, por un momento, se preguntó si todo había sido una ilusión, pero ahora todas las pruebas científicas que había estado llevando a cabo confirmaban que lo que había visto era real, mi sangre era única, y yo misma se la había llevado, tenía que dejar que mi transformación acabara para poder volver a verle y hablar con él. Sabía que sería difícil, pero tenía que conseguir que las cosas fuesen como siempre, aunque después de todo esto quizás lo nuestro terminase.
Cuando mi transformación pasó, después de matar a cinco humanos para comer y beber, regresé al castillo y allí estaban todos, mis padres y Brandon el cual cambio el color de cara en cuanto crucé la puerta, se veía nervioso confuso, y muy asustado. Darse cuenta de que había hecho el amor con una mujer loba una y mil veces le estaba volviendo loco, pero sé que al mismo tiempo no podía negar esa fuerte atracción que sentía por mí.
Yo también estaba muy preocupada, sabía que mi transformación podía ser peligrosa para cualquier persona que estuviera cerca, especialmente para un humano, que no sabía lo que realmente era.
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Editado: 19.06.2024