Una Vampira Con CorazÓn De Loba

Capítulo 20

—¿Qué le pasó a esos pobre humanos? —preguntó Brandon sin dejar que terminara de hablar.  


—Deja que siga resumiendo que más pasó. Me encontré con tres pobres humanos allí dentro, ellos no tenían la culpa de nada, pero tampoco iba a dejar que mi cena se escapara. 

Había una mujer, corriendo por la cabaña con una niña cogida de la mano, ellas solo estaban tratando de huir de mí.   
 

—Win tú no te has visto en ese estado, pero... a mí me dio mucho miedo verte de aquella manera. No sabes el miedo que me dio, ver un lobo ante mí, y ver como se te caía la baba de los colmillos, la lengua se te pone entre negra y roja, y tus colmillos son gigantes, realmente se me descompuso el cuerpo al verte así.  
 

—No sabes cuanto lo siento, pero se me olvidó que habría luna llena, estaba tan nerviosa con la cena que lo ignore por completo, pero eso no tenía que haber pasado, por lo menos no de esa forma.  
 

—Continua con tu historia, por favor.  
 

—El único hombre de la casa me apuntaba con una escopeta de caza. Entonces él disparó de golpe, y me dio en una pata delantera, él no lo sabía, pero acababa de empeorarlo todo.   
 

»Me cabreó tanto que me apuntara con ese arma, que de un salto atrapé su cabeza con mi hocico, le maté y me comí al instante todas sus entrañas. Al fondo en un rincón de la cabaña, se escondía una mujer con una niña de unos cuatro años entre sus brazos, al ver que mis ojos buscaban los de ella; soltó a la niña en el suelo, y cogió un leño con fuego de la chimenea, para tratar de ahuyentarme.  
 

»Yo reculé solo unos centímetros hacia atrás, pero no fue para huir, sino para saltar sobre ella, y atrapar sus hombros entre mis pezuñas. Rápidamente busqué su cuello, y unos grandes colmillos se estiraron dentro de mi hocico, en unos pocos segundos pude localizar la vena más grande que tenía, y comencé a beberme su sangre. De un bocado destrocé ese cuello tan frágil, y luego sacié mi sed, hasta que me bebí la última gota que había en su cuerpo. Mientras yo bebía, escuchaba los quejidos de aquella niña llorando, pero no me importaba, a ella no la iba a hacer daño, su olor a cachorro y los gritos de Laia en mi cabeza, me hacía respetarla.   
 

—¡Cállate ya Laia! —exclamé en mi cabeza—. No la voy a hacer daño, solo quiero recordar el olor a la infancia —terminé de decirla para que se callara de una vez por todas.  
 

—Eso espero, sino me mantendré al margen el resto de tu vida —escuché como me decía.  
 

—Espera, espera... ¿Quién es Laia?  
 

—Mi loba interior, todos los lobos tenemos un lobo interior es como si nuestra alma nos hablara.  
 

—¿Tu loba interior? —preguntó aún más sorprendido—. Quieres decir que cada vez que hemos hecho el amor tú y yo ella siempre ha estado ahí.  
 

—Sí, ella se entera de todo lo que hago, eso es algo inevitable y tú le gustas bastante pero siempre me dice que eres humano.   
 

—Si es así tienen razón, la verdad es que no es nada lógico que nos hayamos enamorado.  
 

—Yo lo intenté, pero eres encantador, y te quiero a pesar de todo.  
 

—No pasa nada Win, esto es lo que nos tocó a los dos —dijo con una sonrisa de oreja a oreja, pareciendo que comprendía mi situación—. ¿Por qué no terminas de contarme tu historia? Estoy deseando conocerte mucho mejor.  
 

—Está bien —asentí con la cabeza antes de comenzar a hablar—. Aquella noche antes de irme de esa casa me acerqué a aquella niña, la olí y su olor me recordó al día en el que murió toda mi manada, pero también recordé por qué yo sigo con vida. Al salir de esa casa reconocí enseguida el olor de mis padres, ellos estaban muy cerca de mí. Al ver mi descontrol, ellos esa noche me siguieron, era mi primera salida a la calle después de un año.  
 

»Sin importarme lo que le sucediera a esa niña, yo me fui de allí directamente, ya había comido en forma de loba y bebido como una vampira. Esa noche la lluvia caía con fuerza, mientras salía de aquella cabaña, una mirada llena de rabia pesaba sobre mi espalda, y era lo más normal del mundo, fui yo quien había destrozado su familia. Por lo que podía entender que esa pequeña, niña me odiara.  
 

»Llegué al castillo, antes de que la luna me abandonara y me hiciese regresar a mi estado de vampiro, no podía esperar a que el sol saliera y me quemara. Pero cuando entré al castillo, todo estaba muy tranquilo tanto que me parecía casi imposible. Busqué a mi padre, quería pedirles perdón por mi comportamiento, pero no se encontraban en ese momento. A pesar de no ser consciente de lo que pasaba, Laia que sí lo era, se encargó de recordarme lo que hice. Por lo que, al volver a mi forma humana también estaba muy arrepentida, la noche anterior destruí a una familia, y una niña muy pequeña se acababa de quedar huérfana sin nadie en este mundo.   
 

»Cuando vi que no había nadie me fui derecha a mi alcoba, me acosté en la cama, y me resguardé del frío de la madrugada arropándome con una manta.  
 

»Esperé dos horas sin quedarme dormida, casi era ya de día y mis padres no habían llegado aún al castillo, yo no le encontraba ningún sentido, además ellos eran más rápidos que yo para llegar a los sitios. Aburrida de no poder dormir me levanté de la cama y bajé al hall principal del castillo, entonces les vi de entrar, y lo que vi no me gustó para nada. Aunque lo comprendí todo enseguida, cuando vi que Elizabeth llevaba cogida por la mano a la niña de la cabaña.  
 




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