Después de años de llevar el peso de mi pasado sobre mis hombros, decidí afrontarlo de frente. El remordimiento por haber dejado atrás a Brandon seguía latente en mi corazón, y sabía que tenía que hacer algo al respecto. Aunque había aprendido que no podía cambiar mi naturaleza, ya sí podía controlar mis acciones y buscar una forma de enmendar mis errores.
Decidí tomar cartas en el asunto y le escribí una carta explicándole todo lo que había estado haciendo durante estos años. Quería compartir con él mis descubrimientos, mis reflexiones y, sobre todo, pedirle perdón por haber desaparecido de su vida sin una explicación adecuada. Aunque temía su reacción, sabía que era necesario enfrentar el pasado y buscar una reconciliación entre nosotros dos, aunque fuera a través de unas cuantas palabras escritas.
Los días que pasaron mientras esperaba su respuesta fueron muy angustiosos. Cada momento de espera estaba lleno de incertidumbre y ansiedad. ¿Cómo recibiría Brandon mi carta? ¿Me odiaría por haberle dejado sin una explicación durante tanto tiempo? Estas preguntas rondaban mi mente constantemente, pero sabía que no podía retroceder el tiempo. Tenía que enfrentar las consecuencias de mis acciones y esperar lo mejor.
Cuando finalmente llegó su respuesta, sentí una mezcla de emociones. La sorpresa y el alivio se apoderaron de mí al leer sus palabras de comprensión y agradecimiento. Brandon no solo entendía mis motivos, sino que también me aseguraba que siempre me recordó con cariño. Aunque nuestra historia de amor había llegado a su fin, el tiempo que compartimos juntos seguía siendo valioso para él.
Esas palabras fueron como un bálsamo para mi alma atribulada. Sentí que una carga se levantaba de mis hombros y que, por fin, podía dejar atrás el remordimiento que me había consumido durante tanto tiempo. Aunque no podía cambiar el pasado, había encontrado una forma de cerrar ese capítulo de mi vida y seguir adelante con esperanza y gratitud.
Estuve días y días releyendo esa carta, dejando que cada palabra resonara en mi mente como un eco del pasado. Después de todo ese tiempo reflexionando, tomé una decisión: debía ir en busca de Brandon. Me armé de valor y emprendí el viaje hacia Manhattan, la ciudad donde todo comenzó, pero que ahora parecía tan diferente.
Atravesar las calles y los rascacielos de la Gran Manzana me hizo sentir como si estuviera reviviendo el pasado, recordando los momentos compartidos con Brandon. A pesar de los años transcurridos, su imagen seguía fresca en mi memoria, y la esperanza de volver a verlo me impulsaba hacia adelante.
Al llegar al laboratorio, el corazón me latía con fuerza en el pecho. ¿Cómo reaccionaría Brandon al verme después de tanto tiempo? Me detuve un momento frente a la puerta, respirando hondo para calmar los nervios antes de llamar.
Una vez dentro, una amable recepcionista me recibió con una sonrisa. Su cálida bienvenida me reconfortó un poco, aunque aún sentía mariposas revoloteando en mi estómago.
—Buenos días, señorita... ¿en qué puedo ayudarla? —me preguntó muy sonriente.
—Hola, buenos días. Quisiera hablar con el señor Brandon —respondí, mientras me deshacía de una pamela negra gigante que llevaba sobre mi cabeza y las gafas de sol.
Y sin hacerme ni una sola pregunta más descolgó el teléfono y llamó a su despacho para pedir permiso y dejarme entrar.
—Siga el pasillo recto y llame a la segunda puerta a la derecha —respondió de inmediato.
—Muchas gracias —conteste, a ver que la señora era tan amable.
Cuando entré, me invadió una oleada de recuerdos. Aunque el lugar seguía siendo el mismo de siempre, el paso del tiempo se reflejaba en cada rincón. Y entonces, cuando Brandon alzó la vista y me vio parada frente a él, su expresión de sorpresa y asombro hizo que todo valiera la pena en aquel momento.
—¿Winda? ¿Eres tú? —preguntó con incredulidad.
Sus ojos recorriendo cada rasgo de mi rostro como si tratara de confirmar que no estaba soñando.
—Sí, soy yo —respondí, intentando mantener la calma mientras me acercaba un poco más hacia él.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, con su voz llena de sorpresa y curiosidad.
—Tenía que pedirte perdón personalmente —confesé, sintiendo como un nudo se me formaba en la garganta y casi no me dejaba pronunciar las palabras—. Sé que no estuvo bien lo que hice con nosotros, pero no tenía otra opción.
Brandon parecía sorprendido y durante un momento, el silencio llenó la habitación; mientras que él asimilaba lo que acababa de decirle.
—Win, tranquila, todo está bien —dijo, rompiendo el silencio—. Sigues estupenda, y es cierto que los años no pasan por los vampiros o los hombres lobos.
Su halago me hizo sonrojar levemente, y una sonrisa nerviosa se formó en mis labios. Observé cómo Brandon se ponía de pie y comenzaba a rodearme, examinándome con atención. Aunque el tiempo había dejado su marca en él, su esencia seguía siendo la misma. Era como si pudiera ver a través de los años y encontrar al mismo Brandon que conocí hace tanto tiempo, él ha sido el único hombre que me ha hecho sentir viva por tanto tiempo.
Mientras me miraba, pude ver destellos de aquel joven apasionado y cariñoso que una vez fue. A pesar de los años, su esencia seguía intacta, y en sus ojos, encontré la misma chispa que me había enamorado.
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Editado: 19.06.2024