En un silencio cargado de emociones, Ashly y yo nos miramos a los ojos, reconociendo la profunda herida que se había abierto entre nosotras. Yo esperé con anhelo un poco de compasión en aquel momento hasta que ella decidió abrir su boca de nuevo.
—¿Por qué tienes que ser tan imprudente? —dijo Ashly, con tono de reproche.
—¿Imprudente yo? —respondí con indignación—. ¿Crees que no me atormenta ese recuerdo cada noche de luna llena?
—Tú misma has dicho que eres una amenaza para los humanos —me replicó Ashly.
—Lo sé, y por eso estoy buscando una cura —contesté enfadada, ya eran muchas las veces que se lo expliqué—. No me puedes negar que estoy haciendo todo lo que está en mi poder para controlar mis transformaciones.
—Eso no es suficiente —dijo Ashly, —La única forma de garantizar la seguridad de los humanos es que desaparezcas de nuestras vidas.
—¿Qué quieres que haga? ¿Qué me alejé de todo y de todos? —pregunté inquieta, llena de tristeza—. O acaso... ¿Quieres que viva como un animal solitario en el bosque?
Ashly miró al suelo, creo que mis últimas palabras la hicieron recapacitar y dijo:
—No es lo que quiero. Solo quiero que entiendas que tus acciones tienen consecuencias y que no puedes seguir actuando de forma imprudente.
La discusión no se prolongó mucho más, pero me di cuenta de que ninguna de las dos estábamos dispuesta a ceder terreno. Al final, decidimos dar un paso atrás y tomarnos un tiempo para reflexionar.
Sabía que mi hermana jamás me iba a perdonar, por lo que sin pensarlo más me di la vuelta para salir de la sala y dije:
—Ya no pelearemos más. No quiero ser la razón por la que nuestra familia se divida.
Ashly, se quedó sin palabras, asintió y ambos se abrazaron antes de que yo saliera de aquel lugar. Desde entonces, Ashly y yo nos llevábamos mejor. Aunque nunca olvidaremos lo sucedió aquella noche, pero habíamos decidido dejarlo atrás y seguir adelante para que nuestra familia volviese a ser una sola, más fuertes que nunca.
Claro estaba que mi hermana me odiaba, y que con el paso de los años las cosas entre nosotras no mejoraban, pues para que Ashly no me cogiese más manía de la que ya me tenía, mis padres me construyeron un castillo en Alaska, la fortuna de Valerius era incontable.
Mientras lo terminaban de construir, me tuve que mudar unos cuantos de años, en casa de unos amigos vampiros de mi padre, que vivían también en Rumania. Menos mal que cuando había luna llena, ellos acudían para ayudarme, incluso en el sótano de sus amigos me construyeron una mazmorra nueva con barrotes de plata para que debilitaran mi fuerza.
Como podéis imaginar pude estudiar algo más de física y química, cosa que no me vino nada mal, porque fui descubriendo como yo misma me podía llegar a destruir. Durante años estuve buscando algún tipo de cura, incluso busqué curanderos y brujas que me pudiesen anular esa transformación tan rara de vampiro y lobo al mismo tiempo, pero no encontré nada y me di cuenta de que estaba perdiendo mi tiempo, y en teoría encontré que la plata debilita a los hombres lobos.
Por lo que después de crear esa jaula de plata, que fue uno de mis mejores inventos, en cada una de mis transformaciones intentaba controlar mis emociones. Me costó muchísimos, pero al final lo conseguí, y a pesar de ser una gran tortura, tiene su lado bueno. Y..., es que desde que me transformé en licántropo, con cada una de mis transformaciones mi cuerpo no dolía tanto que cuando solamente me convertía en loba.
Cuando lo conseguí, mis padres me felicitaron, e incluso me realizaron una fiesta sorpresa en su castillo. Todo fue precioso, la fiesta fue genial incluso, hasta que apareció mi hermana y como siempre que nos veíamos, comenzamos a pelear. Como era de esperar se arruino todo, el festín, la música y mi vestido, aunque ahora que lo pienso detenidamente, lo peor fue la bronca que nos echaron entre Valerius y Elizabeth una vez que se fueron los invitados del castillo.
Y quitando todos esos contratiempos, después de haber solucionado todos esos detallitos, a día de hoy me siento eufórica de la emoción. Desde que lo controlo, puedo oler todo y escuchar más allá de lo que lo que los humanos hablan, puedo sentir las vibraciones de sus pisadas, sus movimientos, oír sus pensamientos, oler sus aromas... Aunque para ellos sean muy agradables, para mí, los hay muy molestos.
Cuando ya pude controlar mis impulsos, me mudé a Alaska, aprendí a que no se podía atacar a los humanos solo por tener hambre, al principio lo pasé un poco mal porque solo comía y bebía sangre animal.
Después de haber pasado por todo lo que pasé con Brandon, me cansé de tener que matar humanos cada vez que me entraba hambre, y uno de esos días en los que estaba aburrida en mi nuevo castillo sin hacer nada, empecé a aprovechar mis últimos estudios de biología.
Con la modernidad de la vida en el año dos mil, mis padres me ayudaron a crear mi primer laboratorio. En ese momento fui muy feliz, a base de investigaciones y de analizar la sangre humana encontré algo que la sustituía, y hasta mis padres la probaron. Lo malo fue que el experimento no salió muy bien, porque tres meses después de beberla, mi familia iba cogiendo debilidad, por lo que dejaron de tomarla.
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Editado: 19.06.2024