No tengo muchos amigos, trabajo yo sola en este laboratorio y aparte de buscar alguna cura para nosotros, también ayudo a los humanos con sus investigaciones. Mis ultimas averiguaciones fueron sobre una enfermedad muy rara, a la que solamente yo, fui capaz de encontrar una cura con una vacuna.
En menos de dos meses mi laboratorio se ha hecho muy famoso, y no han parado de llamarme los periódicos más prestigiosos, para reconocer mi trabajo. Tardé unos meses en dejar que me hiciesen una entrevista, pero al final terminé por aceptar. Me dieron un premio de cien mil dólares americanos, y el reconocimiento de la mejor bióloga.
Lo peor fue cuando a mis padres les llegó la noticia y se presentaron por la noche en mi castillo.
Escuché unos ruidos en una de las torres y cuando llegué para ver que era me los encontré de golpe, cara a cara.
—¿¡Mamá, papá?! —Me quedé parada frente a ellos, no sabía ni cómo reaccionar.
—Hola Win. ¿Cómo estás hija? —preguntó mi madre, llegando a mi lado para darme un beso.
—Bien mamá, ¿qué hacéis aquí? —pregunté, realizando una mueca en mi rostro, tratando de forzar una sonrisa.
—Bienvenida al mundo, en el que las noticias vuelan más rápido que los vampiros hermanita —respondió mi hermana dándome un abrazo, con una sonrisa en la cual se veía que estaba tramando algo.
—Hola cuñiii... —espetó, de no muy buen humor Raúl.
Desde que mis padres la rescataron, yo pasé a ser la más adulta de las dos, sí o sí, y aunque ellos siempre me han ayudado, siento celos de mi hermana, porque ella siempre es la perfecta. Ella lo hace todo bien, incluso después de su transformación, tuvo la suerte de encontrar a un buen vampiro que la cuida y la quiere con locura. Ella lleva con su marido desde aquella fiesta en la que tuvimos nuestra última pelea, y llevan bastante tiempo juntos.
Mis padres la dieron a elegir, si quería ser humana o se quería transformar, y ella decidió que se transformaría, a pesar de que siendo vampiro no puedes tener hijos.
—Hola papá —dije acercándome a Valerius, para darle un abrazo.
Cuando ya les saludé a todos, les invité a pasar a mi castillo, primero pasaron mis padres, y luego Raúl. Cuando mi hermana fue a pasar, cogí un mechón de su cabello blanco como la nieve y tiré de el con fuerza.
—¡AUCH! —se quejó dándose la vuelta para mirarme a los ojos —. ¿Qué te pasa estás loca o qué?
—Ashly. ¿Por qué estáis aquí? —espeté al instante, dejando que mi mirada se clavara en la de ella.
—Papá vio la noticia en internet. Eres una tonta engreída, jamás podrás encontrar un sabor igual a la sangre —respondió, orgullosa, mientras me empujaba.
—Ashly me debes un respeto, soy ciento cincuenta y cuatro años más mayor que tú.
—Ya lo sé, eres una idiota. No creas ni por un momento que se me olvida que eres mucho más vieja que yo —profundizó, con una sonrisa de oreja a oreja.
Cerré mis puños indignada, ella no paraba de recordarme que era mucho más joven que yo. Me sentí muy indignada, no me lo podía creer que está mocosa seiscientos años más tarde, aún me seguía teniendo rencor. Con el ceño fruncido la enseñé mis dientes en señal de protesta, y lo único que se la ocurrió a la muy idiota fue darme un nuevo empujón.
Se quedó petrificada cuando vio que mi transformación, fue mucho más rápida que la de ella. Es más... Tuve que hacer tiempo, y esperar a que ella también se transformara, para poder meterme en su cabeza y comunicarme con ella a través de la telepatía.
—Qué mayor estás ya tienes hasta alas. Lo que no sé es si sabrás usarlas —comencé a decir, sin dejar de reírme de ella.
—Por supuesto que sí, yo no soy como tú. Yo no destrozo la vida de los demás para conseguir lo que quiero.
—No lo hice a propósito y lo sabes, estoy cansada de pedirte perdón. —Le recordé cabreada, ya que aprovecha cualquier ocasión para recordarme que maté a sus padres.
—Los de tu manada tenían razón, eres muy especial. En tus ojos y en tu piel se puede ver, ¿Acaso tus padres te fabricaron por fascículos y por eso eres de colores?
Y... ya está, consiguió sacarme de mis casillas, con eso ultimo que me dijo, nadie se mete con mis padres, yo lo pasé muy mal cuando era pequeña. Pero no muy contenta con eso, fue ella quien vino volando como una bala, y se tiró sobre mi lomo para agarrarme del cuello mientras decía:
—Jamás te perdonaré. Y... Espero que te quede claro que no te he matado ya por qué si no papá me mataría.
Eso me enfureció un más y aullé con todas mis fuerzas. Con Ashly subida sobre mi lomo, comencé a saltar para intentar quitármela de encima.
—¡Muy bien perrita! Sigue saltando —escuché que me decía, mientras aguantaba sobre mi lomo enganchado a mi pelaje.
Y era cierto aguantó muy bien el equilibrio, hasta que levanté mis patas delanteras y sacudí mi cuerpo con mucha fuerza. Ella se confió, y salió desprendida de la torre, cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer, me asomé corriendo por el precipicio, para saltar y recogerla con mi lomo. Pero, antes de que yo llegase a ella, mi padre ya la había recogido por el aire.
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Editado: 19.06.2024