Vlad cerró aquella puerta de golpe, mientras que los otros dos vampiros me miraban sin compasión. Sé que si hubiesen podido me habrían destrozado, pero por algún motivo no podían hacerme nada. No dejé de hacerme preguntas mientras que los miraba a ellos dos, me sentía muy confundida, aturdida. ¿Qué tengo yo que ver con que su madre se largara? La verdad es que estaba realmente muy preocupada.
Me concentré y agudicé mis sentidos, intenté saber que era lo que pensaban. Tratando de conectar con sus cerebros, tenía que saber qué demonios pasaría aquí dentro y por qué estaba retenida.
—No lo vas a conseguir —comentó Cristin, mirándome a los ojos.
—¿Perdón?
—Que no vas a conseguir entrar en nuestra mente, pero si quieres podemos jugar a algo.
Me quedé en blanco, su respuesta era más que clara. Tenían bloqueadas sus mentes y yo ni siquiera sabía cómo hacer eso. Sabía que estaban tramando algo, esos dos mellizos eran como dos demonios, los nervios se me ponían a flor de piel cuando escuché como hablan entre sí.
Los mellizos me miraron, por sus caras pude percibir que no estaban pensando en nada bueno. Se acercaron a mí y casi pegando sus caras a la mía Cristin me miró al ojo de color ámbar, y Harry al ojo de color gris. Mi cuerpo se tensó de golpe hasta que fui sintiendo de nuevo mucho sueño, me resistí todo lo que pude, no quería que ellos se introdujesen en mi mente; por más que lo intenté, al final caí rendida y mis ojos se cerraron.
Mi peor pesadilla se cumplió, se colaron en mi mente, había cientos de vampiros, la música de los tambores que tocaban retumbaba en mis oídos, hasta que llegó el silencio por unos segundos. Había miles de lobos al otro lado, si soy franca no sé de dónde salieron tantos, pero sus miradas se entrecruzaban, y yo podía oler las ganas de pelea que había entre los diferentes clanes.
Primero caminaban con precaución, pero después corrían hacia adelante con todas sus ganas, entonces empezaron una feroz batalla en la que los vampiros iban ganado y por mucho. Deseaba parar esa pelea, quería la paz, pero no podía hacer nada, intenté transformarme en loba, pero mi cuerpo no respondía, lo más que podía sacar eran dos colmillos muy pequeños.
Del clan de los vampiros, salieron millones de vampiros volando del cielo, estaban camuflados entre las espesas nubes de color gris. Podía verlos, podía olerlos, soy una loba quería soltarme de allí, deseaba destrozar a esos seres, con cada muerte de lobo mi corazón sentía dolor.
Después de unas cuantas horas de lucha, la fuerza de los lobos se fue debilitando, pero sin que nadie se percatase una figura caminaba entre la batalla. Los vampiros pararon de pelear y se arrodillaron para dedicarla toda la pleitesía del mundo, y allí estaba ella.
La mismísima Luzmila reapareció, esta vez portaba un vestido de color azul marino de terciopelo, con un corset que remarca sus pechos, mientras que su melena negra era hondeada por el viento. Y cuando la cosa parecía que iba a mejorar, un lobo de grandes características de ojos amarillos como el sol se acercaba a ella y la miraba fijamente mientras aúlla con todas sus fuerzas.
El lobo se transformaba en su forma humana, y... «¡MIERDA!», pensé para mí. Desde lo lejos, y atrapada en aquella silla pude reconocer ese cuerpo, ese olor; era él, mi Mate. El lobo Alfa que estaba frente a aquella bruja, era él tratando de defender a su manada, pero ¿por qué se había creado aquella guerra de la nada?
—Bruja, lo mejor será que os vayáis, jamás os entregaré a la muchacha, ella es mi Luna y no estoy dispuesto a que ella muera por vosotros —la explicó señalándome a mí.
Me encontraba sentada en una silla, atada de pies y manos en mitad de la nieve. Al ver que Luzmila no se inmutaba y le sonrió en forma de burla, el lobo volvió a su forma normal, ya sabía que no estaba dispuesta a cruzar ni una sola palabra. Se lanzó directo a la bruja con la intención de atacarla y matarla, pero Luzmila era más rápida que él, levantó su mano y le lanzó por los aires, haciendo que el lobo chocase contra un pino y quedase malherido tirado en una gran capa de nieve. Mientras el lobo aullaba por el dolor y se transformaba en humano, ella se acercaba lentamente, disfrutando del mal estado en el que se encontraba.
Escuchaba sus gritos de dolor, veía como la nieve se teñía de rojo, intenté zafarme de las ataduras que me mantenían allí pegada a aquella silla y lo conseguí, corrí hacia al lado de mi Mate y busqué los ojos de Luzmila. El odio que tenía hacia aquella mujer me hizo transformarme en menos de un minuto en mi forma lobuna, y me coloqué por delante de mi Mate.
Quería defenderle como él lo había hecho conmigo, gruñí impaciente y moví mis patas delanteras invitando a aquella bruja a que me atacase sin piedad, como yo lo haría con ella.
La guerra se desató, me quiso apuntar con su mano, pero yo la esquivé y llegué a su cuerpo. Me lancé sobre ella y cuando la fui a morder para degollarla: sentí un dolor en mi cerebro que me hizo parar y no solo eso, ella me empujó y me tiró a un lado. Sentí como el frío de la nieve se colaba por mi pelaje y vi a Cristin y a Harry frente a mí con los ojos de color rojo.
Eran ellos dos quienes controlaban mi mente, por eso no me pude transformar antes, por eso no me podía mover y cada vez sentía un dolor más fuerte dentro de mi cabeza, era tanto que hasta mis aullidos retumbaban en ella.
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Editado: 19.06.2024