Cuando terminamos de besarnos, era como si el tiempo se hubiese detenido y Vlad se separó de mis labios suavemente.
—Buenas noches, dormilona —dijo con su voz ronca mientras acariciaba mi cabello bajo la luz de la luna.
—Buenas noches, ¿por qué no tengo sueño y me siento como si me acabase de despertar? Además, tengo mucha hambre —afirmé llena de dudas con mi mano sobre el estómago para terminar de calmar los rugidos que resonaban de él.
—Cariño, la verdad es que es muy tarde, los vampiros nos solemos despertar, cuando el sol se va —afirmó con un toque chistoso, mientras me guiñaba un ojo.
—¿VAMPIRO? —pregunté extrañada—. Pero... yo también soy una mujer lobo, siempre he dormido de noche y me he ido a trabajar de día.
Como vi que por su parte no había ninguna respuesta, me limité a encogerme de hombros con las manos extendidas, tratando que me diese algún tipo de explicación. Después de algunos minutos de dar vueltas en la habitación, terminó por responderme:
—Da igual cuando duermas, lo que importa es que estamos juntos y que hoy es un gran día. ¡Viene tu familia a verte! —dijo sin poder ocultar, el tono de desesperación que se reflejaba en su cara.
—Me gusta verlos, les hecho mucho de menos a todos —respondí enseguida llena de emoción y de dudas al mismo tiempo—. ¿Hay que celebrar algo? ¿O es que acaso solo vienen a por mí? —pregunté con el ceño fruncido, al no saber por qué estoy aquí.
—Sí, efectivamente. Es nuestra fiesta de pedida de mano —afirmó Vlad, cogiéndome la mano entre las de él.
—¿Fiesta? ¿Pedida de mano? ¿Qué es lo que me estás diciendo? ¿Cuándo ha pasado todo eso? —pregunté, tratando de entender todo lo que ha pasado.
—Sí, mi amor tú y yo estamos comprometidos y nos casamos en menos de tres meses —espetó, después de haber escuchado todas las dudas que tenía.
—Pero, yo no tenía ni idea de que nos tenemos que casar. Yo no tengo ni idea de todo esto que me estás diciendo ahora —respondí, tratando de restar algo de importancia a todo este asunto.
Al parecer para Vlad era muy importante aquella boda, no sabía por qué no recordaba nada y aunque sabía quién era Vlad y le conocía bien, no estaba segura de si eso era lo más correcto, yo tenía muchas dudas. Mi familia estaba a punto de llegar, tenía muchas ganas de verlos, yo necesitaba hablar con mi madre de todo ese asunto. Creía que para mí esto iba demasiado deprisa y su opinión era muy importante.
Sin decir nada, más busqué algo de ropa en el ropero. Al abrirle vi que había mucha más ropa de la que yo me traje, le pregunté a Vlad que de dónde salió todo aquello. Entonces él se acercó a mí, me rodeó por la cintura y besó mi cuello antes de decirme que todo eso lo compró para mí mientras que yo estuve dormida la semana anterior. Cuando terminé de escoger algo bonito que ponerme, le pedí a Vlad que saliese del cuarto.
—Pequeña, vas a ser mi mujer, pero saldré de aquí —me dijo con los ojos llenos de chispitas, y creo que es lo que le produce solo de pensarme desnuda entre sus brazos.
Comencé a vestirme para la ocasión, entre los vestidos que había en aquel ropero escogí uno de color blanco largo hasta los tobillos, con escote en forma de “V”, con seis tirantes muy finos que se entrecruzan en la espalda, además de adornar mis hombros.
Después me acerqué al espejo para aplicar un poco de maquillaje en mi rostro, ya que se trataba de una ocasión muy especial. Abrí los cajones de la coqueta y me miré al espejo, busqué mi imagen desesperada, pero no la encontré, me puse en pie y me acerqué más. Mi imagen seguía sin aparecer, cogí un frasco de agua de rosas y lo acerqué, y me quedé sorprendida al ver que el frasco parecía estar volando por los aires.
¿Qué me estaba pasando? ¿por qué mi imagen no se reflejaba? yo siempre me pude mirar al espejo, llamé a Laia desesperada mentalmente, pero no me contestaba, entonces la llamé en un tono más alto. No conseguí que apareciera, cogí mis cosas y las tiré al suelo era la única forma que tenía de desahogarme, ya no aguantaba más y me eché a llorar llena de rabia. El ruido que provocaban las cosas sobre el suelo alertaron a Vlad, y apareció como por arte de magia dentro de mi cuarto.
—Pequeña, ¿Qué te pasa? —preguntó, cuando vio que todo mi maquillaje estaba tirado por el suelo, y muy destrozado.
Entonces yo me acerqué al espejo, y volví a revisar que mi imagen no se veía, traté de tranquilizarme, pero no pude.
—Te exijo que me digas porque no aparezco en este maldito espejo —insistí con la voz la voz entrecortada a causa de mis lágrimas.
—No seas estúpida lo sabes de sobra, los vampiros no podemos vernos en ningún espejo —me reclamó sujetando mi nuca para acercar mi cara al espejo.
Sentí como su mano me apretaba, y noté que me dio un golpe en la frente al chocar mi cara contra el espejo, me dolía mucho y comencé a llorar mucho más. Con mi mano sujetando su muñeca, dije llena de rabia:
—Suéltame.
Entonces recuerdo algunas imagines muy borrosas, después de que los mellizos me hiciesen soñar de aquella forma, vi a Luzmila frente a mí con un libro de cuero negro entre sus manos. Ella parecía leer algo mientras realizaba algún hechizo.
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Editado: 19.06.2024