Una vez al año ¡si hace daño!

Capítulo 2 "Sorpresa fallida"

Sorpresa fallida

 

24 de Diciembre a las 19:10 pm

 

Sabía que New York era frío.

Pero nunca pensé estar temblando como chihuahua con convulsiones. Pero ahí estaba, temblando en medio pasillo mientras caminaba por medio aeropuerto con complejo de polo norte.

Por un momento me imaginé siendo una guapa pingüinita.

Aunque seguramente me veía como una loca con una esponja pelirroja en lugar de un cabello sedoso y lindo rojo. ¿Qué se podía hacer? No siempre nos veríamos como imaginábamos.

Pero para disimular fui a un baño y moje mi cabello para ponerme encima una gorra. Supongo que esto podía ayudar ¿no?

Asentí cuando mi reflejo se vio más decente.

Tomé mis cosas y salí del aeropuerto, claro, después de perderme y marearme. Esto sin duda no era nada, pero nada parecido a mi pequeño pueblo. Los autos, las luces, las personas apuradas que me chocaban.

¡Todo era un caos!

Me tomo tiempo entender lo que sucedía, pero cuando lo hice, perdí un taxi y tuve que tratar de parar otro. Eso era extraño, en mi pueblo casi no teníamos, no eran necesarios. La mayoría usaba autos propios de sus familias o bicicletas.

Y para ir a la ciudad más cercana, el transporte público.

Ahora, supe que para tomar uno en medio del caos debo pararlo y subirme a la carrera.

-¡Buenas noches!-grite cuando me subí.

El señor taxista me devolvió el saludo y aceleró. Unos metros después me pidió la dirección y saque el papel doblado de mi bolso.

-Uhm...quiero que me lleve a este edificio, por favor.

Le pase el papel, ya que no entendía bien y al parecer él sí, porque asintió y me lo devolvió. Conforme con eso, me senté bien y esperé a por mi destino.

Robin, ¿te hará feliz verme?

Sonreí viendo la ventana, ya quiero verte.

 

***

 

24 de Diciembre a las 19:55 pm

 

Detenerme frente a un edificio tan alto me dio algo, ese algo era vértigo. Solo con verlo podía imaginar que la caída desde alguno de esos pisos no sería linda.

Sí...debía tratar de dejar de pensar en eso o creerían los demás que estaba loca.

Sacudí la cabeza despejando esos pensamientos y tomé mi mochila de ruedas. Caminé hacia la entrada y sonreí cuando vi a una chica ahí.

-Hola, ¿me entiendes verdad?

-¡Claro!-sonrió-Te sorprendería cuántas personas extrajeras atiendo.

Sonreí levemente. Así que vienen muchas personas con lenguaje básico en inglés. Eso era genial. No era la única loca que hacía viajes así.

-¿Vienes a buscar un apartamento o visita?

-Visita. En realidad-alce la mano y mostré mi anillo-Vine a ver a mi prometido.

Sus ojos me miraron emocionados.

-Viajaste para verlo ¡Eso es lindo!-gritó emocionada y miró la computadora-Dime el nombre del afortunado.

-¿No dirías del atado?-pregunté en broma.

-Bueno, todos estamos atados cuando nos enamoramos ¿no? Así que sería una doble atada.

-Tiene sentido-reí-Se llama Robin Dalas del apartamento 235.

-Uhm... ¿el apartamento 235?

-Sí-fruncí el ceño-¿hay algún problema?

-No, nada-respondió rápidamente-solo ¿le notifico su entrada?

-No, quiero que sea una sorpresa. 

Asintió y me dejo pasar. Subí al ascensor y no pude vitar fruncir el ceño cuando vi que parecía algo inquieta. ¿Dije algo que la hizo ponerse de ese modo? No recuerdo haber dicho algo descortés con ella.

Esperé unos segundos hasta que la puerta se abrió, cuando pude salir pase por los pasillos viendo los números.

El 235 se cruzó por mis ojos y saque las llaves, es algo bueno que cuando él fue a visitarme me dio una copia para cuando viniera. Después de todo, este sería en pocos meses mi hogar.

Giré la llave y despacio abrí la puerta, entré y dejé mi mochila junto a la puerta para luego admirar el lugar. Era la primera vez que estaba aquí, si bien lo había visto en fotos y me enamoré del apartamento, estar en aquí se sentía mejor que cualquier cosa. En las paredes estaban algunos cuadros y sonreí cuando vi un boceto en la mesa de un paisaje.  

Sin duda, el apartamento tenía la esencia de Robin.

Era colorido, con cosas por todas partes. Incluso los focos navideños colgaban en una parte de la mesa de la cocina. Reí cuando vi al peluche que le regalé junto a un bol de palomitas.

¿Así que viendo televisión con el señor Gruñoso?

Gruñoso, era el nombre del oso que compre en nuestro aniversario y le regale. Tenía la cara arrugada por alguna razón y él lo nombró de ese modo.

Tomé al oso y sonriendo caminé para buscarlo. Él dijo que salía a las seis y ya eran casi las ocho cuando llegué, así que debía ya estar aquí.

Abrí puerta por puerta...buscándolo y ansiando darle un abrazo.  

Unos sonidos me hicieron detener en la última puerta. Me tensé ante la mención de “cariño” y fruncí el ceño.

¿Oí mal verdad? ¿Era la televisión? No.

Es muy claro…

Pero Robin nunca...no, no es posible.

Tenía dudas y a diferencia de cuando el avión despegaba, sentía que mi corazón latía con fuerza, pero era por una caída y no por una subida. 

-Ah, cariño...

Apreté los parpados y me obligué a mi corazón a callarse. Tomé la manija con fuerza y con la respiración acelerada...

Abrí la puerta.

¿Qué cosas, no? Vine a dar una sorpresa y la sorprendida fui yo.



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En el texto hay: amor adolescente, minihistoria, mini drama

Editado: 25.12.2021

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