Una vez más siendo yo

No entiendo nada

      A estas alturas no comprendo nada de lo que sucede en mi vida. Cuando al fin todo parecía marchar bien e ir sobre ruedas, debía dormir encerrada en el sanitario, para no ser encontrada por un lobo asesino o un hombre con poderes de levitación frente a mi ventana.

      Y como yo, Silvia tampoco lo comprendía. Admitiré que nunca actué como la chica más normal del planeta. Pero ¿despertar en el cuarto de baño? Ya era ir muy lejos. Traté de explicarle lo que pude. No quería asustarle, así que le mentí, diciendo que alguien había arrojado una piedra y al romperse el ventanal tuve miedo y me encerré en el baño. Ella me miró extrañada, como si no pudiese creer lo que le decía. Si tan solo supiese...

      Salí a revisar qué tal había quedado todo y entendí por qué no podía creerme Silvia. El ventanal tenía un gran hoyo en el centro, del tamaño de una persona. Sin duda que solo así habría logrado entrar el hombre que andaba afuera. El parquet estaba rasguñado profundamente en varias partes del suelo y los vidrios colmaban el piso. Muchos de los muebles estaban dados vuelta y creí ver la hueya de un lobo en la escalera.

      -Fue una piedra muy grande -exclamé.

      En parte me hubiese gustado haber visto que fue lo que ocurrió, pero no me habría arriesgado por eso. Estaba claro que era real, no una ficción creada en mi mente. La casa estaba desbaratada. Acababa de despertar y el desastre seguía estando allí. El verdadero problema era saber por qué o cómo. Junté del suelo un poco de cabello del lobo y tenía textura real, salvaje como cualquier otro. Que un animal así ingresara a mi casa sin hacer ruido, al tiempo que la sombra de un hombre me llamaba la atención, con intenciones de comerme, cuando no debería de ser agresivo, me aprecía muy extraño. Yo no había causado problemas en ningún lado. No tenía enemigos, sin ser por las seguidoras muy celosas de Derek. No había molestado a ningún lobo del zoológico de mi vida, ni siquiera pensado hacerlo. ¿Qué tienen contra mí los animales?

      Lo siento. Para que puedas comprenderlo tendría que contarte la historia de cuando quise tener una mascota. No parecía mala idea, amaba los gatos, pero ellos no a mí. Entre una cosa y la otra, cada uno que adoptaba o compraba huía para no volver a verme. Incluso un hamster prefirió darse a la fuga que estar conmigo. Pero es una historia larga y muy dolorosa para contarte.

      En fin.

      Me acerqué hasta el escritorio en donde estuve esa noche para tomar mis materiales y aprontarme para salir a estudiar, cuando entonces vi que estaban removidos, las hojas cambiadas y algunos de mis escritos estaban a la luz del día. No debería de hacer sido nada extraño, con toda la noche sin el ventanal que resistiese el viento, las hojas podrían haber cambiado de dirección, abriéndose en cualquier lugar aleatorio. Sin embargo, los libros estaban cerrados, algunos de ellos habían caído. Los lápices fueron removidos cuidadosamente y las páginas estaban levemente presionadas de un lado del margen.

      -Silvia -llamé-. ¿Tú moviste mis cosas del escritorio?

Estaba segura que no pero valía el esfuerzo.

      -No, mi señora Lourdes. No he podido arreglar la casa. Quería encontrarle primero.

      -No te preocupes. Ya está todo bien.

 

      Como si todo eso fuese poco, mi padre no tardaría en enterarse y vendría a armar un escándalo, exagerando las cosas. De seguro podría una custodia eterna en la casa y me tendría vigilada día y noche. Para mi madre, por el contrario, sería otra escusa para marcharse de casa y dejar al "inresponsable de mi padre", como le decía ella. Ya lo veía venir. Sería todo un problema. 

      Tomé mis cosas y corrí para llegar a clases, aunque fuese tarde. Tenía intenciones de conversarlo con Susan, la única más loca que yo como para acusarme de lunática. De seguro ella me creería y me ayudaría a pensar en lo ocurrido. E incluso, tal vez en su mundo antagónico estuviesen las respuestas.

 

      Es incleible cómo una tarde inolvidable puede olvidársete por solo ser atacada por un lobo asesino, ver personas levitando y dormir toda una noche sobre el hinodoro. Me gustaría no admitir que ignoré totalmente a Derek cuando pasé por el pasillo directo al salón de clases. Me saludó afable, meneando su mano y sonriendo como siempre me gusta que lo haga. Yo sin embargo, no lo noté, ni siquiera le vi ahí. Los dientes ensangrentados del lobo que subía lentamente cada escalón de mi casa, seguían frescos en mi memoria, quitándome toda la atención. Ya sabrán lo tonta que me sentí cuando supe que eso pasó.



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En el texto hay: vampiros, hombreslobo, amor

Editado: 28.06.2020

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