Una vez más siendo yo

Entre los dientes y la pared

      Sí funcionó el plan. Dormir fuera de casa me alejó del miedo que tenía y ningún lobo se acercó para comernos, bueno, eso en la vida real. Como era de esperarse, en mis pesadillas, los lobos estuvieron presentes, y ninguno con buenas intenciones. Claramente yo estaba en la lista de los mejores tres alimentos para lobos y querían tenerme... al menos así parecía en mi sueño. Pero algo estaba claro. Si había podido soñar quería decir que coseguí dormri, y si dormí, estaba descansada para el siguiente día.

      Acostumbradas a comenzar el día temprano por la mañana, preparamos el desayuno, lo disfrutamos y nos vestimos para la siguiente actividad: una buena caminata. Con una mañana soleada, sin clases y bien desayunadas, era la mejor opción para hablar, distraernos y tomar aire fresco. Corrimos como estabamos acostumbradas a hacerlo, hasta llegar a la costa, cerca del puente. En la arena nos detuvimos y hablamos otro poco de lo ocurrido.

      -Y ¿qué quieres hacer ahora? -preguntó Susan muy suavemente.

      -No lo sé. Mi madre está lejos, quería llevarme a Chicago, quiere decir que no le tendré por aquí tampoco. Mi padre regresará a trabajar y volveré a estar sola en casa. Tal vez eso sea lo mejor.

       -Puede ser... Sabes que mi casa está dispuesta a recibierte siempre, si quieres estar un tiempo fuera.

      -Sí -adherí-. Por suerte están ustedes allí...

Sacaba de mí la parte agradable y agradecida que tenía oculta la mayor parte del tiempo, cuando vi del otro lado de la carretera algo que llamó mi atención. Por algún motivo creí sentir la misma sensación que la noche anterior en mi casa. Alguien andaba por allí, siguiéndonos y observándome de cerca. Bueno, o al menos eso creía.

      -¿Volvemos? -pregunté.

      -Sí. Vamos.

      Corrimos de regreso a la casa, por otro camino, para no tener que encontrarnos con quien fuera el que nos osbervaba de lejos. Como perseguida, no podía evitar mirar a mis espaldas, para asegurarme que no estuvieran tras nosotros... no lo sé, un lobo o un hombre loco. Pero, cada vez que viraba, creía ver una sombra que desaparecía de la nada y que ya no volvía a ver.

      Mi corazón se aceleraba y mi paso a la vez. Susan iba exigida detrás de mí, intentando apurar su paso, sin una motivación tan grande como la mía.

      Llegamos casi el doble de rápido que los que nos había tomado ir. Sentía que mi corazón se iba a salir por mi boca y que mi abdomen me fallaría y caería por la mitad, pero mi único interés era saber que nadie me seguía. Por suertre, solo habían sido ilusiones mías y no había quién nos quisiese secuestrar ni nada por el estilo.

      -Si lo que querías era aumentar el rendimiento, solo tenías que decírmelo -convino mi amiga.

      -Lo siento -respondí sonriendo avergonzada-. Quería tomarte por sorpresa.

Para nada del mundo le diría que creía que nos seguían. En caso de verle no volveríoa a salir de su casa jamás, y si no había nadie allí solo creería que yo me había vuelto una esquisofrénica. Mejor dejarlo así hasta estar seguras.

      -Vamos cquiero darme un baño -dijo intentando aliviar su respiración.

 

      Con un último vistazo a la calle, entré tras ella para seguir el día. SI distraernos era la idea, tendríamos que esforzarnos lo suficiente, para hacer varias actividades en el día. Después de todo, era nuestro día libre. Claro... nada que fuera en el exterior o al aire libre, en lo posible. Sí había disfrutado de la brisa que acariciaba mi rostro en la playa, del aroma a la arena mojada y las olas azotar la orilla, pero no quería ver más sombras. No por un buen rato.

       Para mi suerte, con Susan era fácil olvidar los problemas, era una amiga única. En su casa yo me sentía como en mi hogar, ese que alguna vez de niña había tenido. No me faltaba nada, reía, sentía el cariño de su familia, comía a la mesa con todos los demás, merendábamos las delicias que su madre nos preparaba, era como volver a ser niña, pero en la vida de otra persona.

      La tarde expiró entre risas y juegos. Cobijada bajo ese techo, me sentía segura. Mi mundo parecía continuar cayéndose a pedazos y que no se detendría nunca. Me planteaba muy seriamente la posibilidad de irme sola y rehacer mi propia vida. Claro que no quería dejar todo atrás, ni ser yo quien terminara de destruir lo que quedaba de nuestra familia, pero me convencía poco a poco que era la última opción que tenía.



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En el texto hay: vampiros, hombreslobo, amor

Editado: 28.06.2020

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