Las burbujas son redondas, eso es lo normal. Eso es solo que uno piensa cuando le dicen burbuja, una mezcla de agua y jabón redonda, frágil y trasparente.
Así, que fue desconcertante notar que, por alguna razón, la burbuja que me rodea es un cubo. Un cubo extraño, a cualquiera lo llenaría de interrogantes, lo alarmaría o lo pondría ansioso mínimamente.
A primera instancia tengo la intención de hacerme las mismas preguntas que una persona cuerda se haría, pero mi cabeza se siente tan cansada que no puedo siquiera hacer el esfuerzo.
Solo me concentro en la calidez que me envuelve, en la seguridad que me da. No hay espacio para sensaciones desagradables. Estoy en una posición muy extraña, pero ninguna parte de mi cuerpo se siente mal por cargar al resto de mi. Es como estar acostada en la superficie más amoldada y suave que existe.
Me siento feliz, me siento cansada, pero igualmente abro los ojos para hallarme rodeada de un inmenso espacio negro, capaz de absorber toda la luz que me rodeaba, inclusive la luz fuxia que emite mi burbuja.
Tocó la burbuja con las llemas de mis dedos, la roso y me pregunto si debería tratar de atravesarla. ¿Realmente quiero entregar esta comodidad a cambio de resolver la incertidumbre de lo que está pasando fuera de la burbuja?
Me rio con ganas, claro que no lo haré.
Cerré mis ojos y volví a desaparecer, satisfecha y sintiendo que había respondido todas las preguntas que tenía, cuando realmente no había llegado a formular ninguna.
Creo que ese es el problema de la ignorancia, creer que sabes todo sin siquiera pensar que hay algo que debes saber.