Una Vida Sobrenatural

1. El gran día

Los primeros rayos del sol se colaron por la ventana cuando Emma se movió entre las sábanas y despertó a causa de los destellos de los mismos sobre sus castaños ojos.

Miró que el reloj junto a la mesita de noche marcaba las siete de la mañana y no pudo evitar sonreír pese a la temprana hora. Era su gran día. Tras años de carrera y prácticas por fin iba a graduarse en enfermería.

Enfermera. No se lo podía creer. Aún recordaba cómo años atrás había dejado su pueblecito natal para mudarse a Boston y así poder estudiar en una de las mejores universidades del país. Recordaba lo mucho que le había costado separarse de su familia y de sus amigos de la infancia, y como en muchas ocasiones se le había pasado por la mente dejarlo todo atrás y volver junto a ellos.

Pero ahí estaba, había conseguido su sueño y no cabía de felicidad en sí misma.

Se desperezó y saltó de la cama. Literalmente. Después sus ágiles piernas se dirigieron hacia la cocina a grandes zancadas que harían despertar a su compañera de piso y mejor amiga.

—¡Em, voy a matarte! ¡Son sólo las siete de la mañana! —se oyó una voz provenir desde la habitación contigua a la suya.

—¡Buenos días, Lola! ¡Yo también me alegro de oírte! —respondió Emma sonriendo ampliamente— . ¡Vamos, que haré tortitas para desayunar!

Pocos minutos más tarde Lola aparecía en la cocina y tomaba asiento en la pequeña mesa que se encontraba en la habitación, recogiendo su pelo rubio en un alto y desecho moñete.

—¿Noche larga la de ayer? —preguntó Emma al ver las ojeras de su amiga y que apenas esta se había quitado el maquillaje del día anterior.

—Pfff... Los pies me están matando, no vuelvo a ponerme tacones para salir de fiesta nunca más.

—Siempre dices lo mismo. —rió Emma.

Lola se limitó a sacarle la lengua pues sabía que era bien cierto.

Ambas amigas eran polos opuestos, pero lejos de que esta característica las separara eran como hermanas la una para la otra. Se conocieron el primer día de universidad en las jornadas de bienvenida a nuevos estudiantes, y pese a sus diferencias congeniaron desde el minuto uno.

Emma siempre había sido muy responsable y estudiosa. Y Lola siempre había sido más fiestera y alocada. Pero puesto que las dos necesitaban de una compañera para su piso de estudiantes decidieron emprender la aventura de independizarse juntas.

Tras años de convivencia la relación entre las chicas encontró el equilibrio perfecto; Emma se había soltado un poco más y Lola había frenado con sus locuras, sobre todo desde que conoció a Mark, su novio desde hacía un año. La castaña les había presentado cuando Lola fue a visitarla al hospital donde ambos hacían practicas de enfermería, y la conexión fue instantánea.

—Mm... Estas tortitas están riquísimas. Estas hecha toda una chef. —elogió la rubia con la boca llena—. Por cierto, Mark me dijo ayer que pasaría a recogernos sobre las once.

—Perfecto. ¿Crees que estarás lista para ese entonces?

—¡Oye, qué tampoco tardo tanto en arreglarme! Además es vuestra graduación y no quiero eclipsaros con mi belleza. —se defendió Lola, la cual ya se había graduado semanas antes junto a sus compañeros de periodismo—. Voy a dejarte tan increíblemente guapa que vas a echarte novio de una vez por todas. Ya no hay excusas, tus días de encierro estudiando libros enormes han terminado. Eres guapa, inteligente, enfermera... Eso vuelve locos a los chicos.

—Ahá... Ya sabes que yo estoy abierta al amor. Pero el chico debe apellidarse Winchester y venir un Chevrolet Impala negro del 67'.

—¡Mira ella que lista! Con esas expectativas lo tuyo es imposible. -dijo Lola sumándose a las risas de su amiga.

 

***

 

El reloj marcaba las doce en punto del medio día. Mark había pasado puntualmente por el apartamento de las chicas para ir hacia el acto de graduación y ahora mismo se encontraban en el Aula Magna de la Facultad de Medicina donde se procedería a la entrega de diplomas.

Emma y Mark se encontraban sentados en las primeras filas, con sus largas togas rojas, junto al resto de estudiantes que se graduaban ese mismo día. Y tras ellos, unas filas más atrás Lola y los padres de ambos compartían confidencias y risas esperando que el acto empezará.

—¿Estás nerviosa? —preguntó el chico, con una mirada cómplice al ver que Em se removía en su asiento.

—Sólo pienso en no tropezarme al recoger el título.

—Tranquila, te lo darán igual.

"Emma Harris.", se oyó por todos los altavoces de la sala.

—Mi turno. —susurró la aludida guiñándole un ojo a su amigo.

Emma subió las escaleras hacia el escenario y sintió como los latidos de su corazón golpeaban con fuerza por todo su cuerpo. El decano le extendió el titulo con una sonrisa amable en el rostro. Era oficialmente una enfermera.



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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