Emma le contó todo lo que le había ocurrido en las últimas horas con todo lujo de detalles.
—Y así es como llegue aquí. Luego me encontré contigo.
Sam la miraba atentamente intentando digerir todo aquello.
—Eso explica que conozcas el lugar. Nuestros nombres. Todo lo que ha pasado hasta ahora... —pensaba en voz alta él. Emma iba asintiendo a sus suposiciones—. De acuerdo... Pero, ¿quién abrió ese portal? y ¿por qué? En tu mundo o realidad no existen los hechizos.
Lo sabía de buena tinta. Había viajado al mismo junto a su hermano unos años atrás.
—No tengo la menor idea. Estaba totalmente sola, no había nadie cerca. Sólo tengo ganas de volver...
De pronto las lágrimas llegaron a los ojos de la chica, agolpándose en sus lagrimales con ganas de rodar por su mejilla. Todo lo vivido esa noche le sobrepasó.
—Tranquila, lo resolveremos. —Sam se había puesto en pie y le tocaba el hombro en un gesto de confort— . Pero antes ocupémonos de ese corte, ¿hm?
El cazador desapareció de la sala y volvió con un botiquín en las manos.
Emma podría haberse encargado ella misma, pero se quedo en silencio cuando Sam procedió a hacer la cura. Aunque era enfermera no había ejercido como tal más allá del período de prácticas así que estaba segura de que él haría un mejor trabajo teniendo en cuenta la cantidad de veces que habría tratado con cortes como ese.
Al terminar el chico le dedicó una amable sonrisa que Emma le correspondió.
—Sam, hay algo más que deberías saber...
Como fiel seguidora y fan de la serie tenía información que probablemente él desconociera como el encarcelamiento de Metatrón en el cielo tras descubrirse ante el resto de ángeles; o lo más importante, que su hermano Dean no estaba realmente muerto y que se había transformado en un demonio debido a que la marca de Caín y la Primera Espada no le iban a dejar marchar.
—Te escucho.
— Verás, como fan de vuestra serie... —Sam arqueó las cejas al escuchar la última palabra—. Bueno, de vuestra vida en esta realidad... —se corrigió—. Sé cosas que han pasado que tú desconoces. Al igual que cosas que pasarán. Desde que acabó la temporada he leído cada spoiler que ha circulado por la red. En realidad, ahora mismo me siento orgullosa de esto último, me refiero a lo de haber leído spoilers, eso ayudará porq...
Sam carraspeó, empezaba a ponerse nervioso.
—Por favor, Emma. ¿Puedes ir al grano?
—Sí, lo siento. —se disculpó ella, pensando que sería mejor empezar con la noticia más light . Así que comenzó a contarle todo lo que había sucedido en el cielo con Castiel y Metatrón.
— Lo sé, Cas vino a visitarme en cuanto se entero de lo de... —Sam respiró hondo y prosiguió—. de lo de mi hermano. Y me contó todo lo que sucedió allí arriba.
—Respecto a Dean... Sé lo que pasó mientras invocabas a Crowley. Él sí se presentó aquí, sólo que no ante ti, ante tu hermano.
-¡Qué hijo de...! Sabía que había sido él. ¿Sabes dónde se llevó su cuerpo?
—Dean no está muerto. Al menos no en el amplio sentido de la palabra...
—Espera, ¿qué...? ¿Qué quieres decir? Murió en mis brazos y no pude hacer nada para traerlo de vuelta. Todos los hechizos que trate de realizar fracasaron.
—Es... complicado.
Emma trataba de encontrar las palabras adecuadas para que el impacto fuera menor, pero la cruda realidad no podía cambiarse.
—Cuando Crowley apareció en la habitación de Dean soltó un monólogo. Una historia que había oído a lo largo de los años sobre Caín y la Primera Espada. Caín cansado de las muertes que le rodeaban decidió quitarse la vida con el arma pero ésta no estaba dispuesta a dejarlo marchar y lo devolvió a la vida como un demonio, como el primer Caballero del Infierno. Crowley quiso probar si este poder era cierto y la depositó en las manos de tu hermano, y entonces...
—No, no puede ser... No lo digas.
—Lo siento, Sam. Pero Dean... el es un demonio ahora. —soltó Emma devastada al ver como los ojos de Sam empezaban brillar emotivos. Mezcla de rabia y tristeza.
—Ahora entiendo porque no he sido capaz de encontrarle... Todos mis intentos de rastrearle durante estos meses han sido inútiles. No quiere que lo busque. No quiere que lo salve. —adivinó llevándose las manos a la cabeza—. Es eso, ¿verdad?