Una Vida Sobrenatural

4. Lo que pasa en las Vegas...

Castiel acudió a la llamada de Sam la misma noche poniéndose al corriente de todo lo acontecido. Se alegró de ver al menor de los Winchester y se sorprendió al escuchar la impactante noticia que Emma le relató sobre Dean.

El ángel prometió entonces investigar sobre actividad demoníaca para ayudar a Sam en la búsqueda de su hermano y así cubrir una mayor cantidad de terreno. Y el menor del clan Winchester le agradeció el gesto pues sabía que este ya lidiaba con problemas propios como la pérdida de la Gracia que había robado meses antes.

Desafortunadamente, Castiel, tampoco pudo esclarecer las dudas de los muchachos sobre la llegada de Emma a su realidad y les recordó que la única forma conocida que había para que la chica regresará a su mundo era que el hechizo se volviera a realizar desde la dimensión en el que se había convocado por primera vez.

Por lo tanto, Emma estaba atrapada en el mundo de Sobrenatural y ellos no podían hacer nada.

Habían pasado ya tres días desde el encuentro con el ángel. 72 horas en las que habían sucedido muchas cosas. Sam y Emma habían estado investigando, sin suerte alguna, por actividad demoníaca en distintos estados pero el ambiente estaba sospechosamente demasiado tranquilo.

Sam hubiera perdido los nervios en más de una ocasión sino hubiera sido porque la presencia de la chica le servía de distracción.

El menor de los Winchester le consiguió un nuevo número de móvil, nuevas identificaciones e incluso la llevó al pueblo más cercano al búnker para que pudiera conseguir algo de ropa. Y Emma le había pedido que le enseñara a disparar. Ahora que estaba en un mundo lleno de peligros quería saber protegerse mínimamente, y  aunque había tomado clases de defensa personal en el pasado, pensó que nunca estaba de más defenderse en la distancia y evitar el cuerpo a cuerpo.

Ambos habían conectado muy bien, cuando descansaban de las intensas investigaciones para encontrar a Dean, pasaban horas compartiendo historias. Sam aún seguía sorprendiéndose de que la chica supiera tantos detalles de su vida, y aunque en un primer momento se había sentido incómodo respecto a esto, con el paso de las conversaciones agradecía tener a alguien con quien no tenia que fingir ser alguien quien no era.

Estaban revisando unas noticias locales en los portátiles cuando de pronto se oyó que alguien golpeaba la puerta del búnker. Sam levantó la mirada hacia la de Emma y le dijo que esperara allí. Pero la chica hizo caso omiso y le siguió mientras él se dirigía hacia la puerta.

—¿En serio? —le acusó él al verla justo detrás. Emma se limitó a encogerse de hombros—. Está bien, pero quédate detrás de mí.

—Hecho.

Una voz familiar sonó al otro lado de la puerta.

—Chicos, soy yo. —se oyó la voz profunda de Castiel.

Sam abrió la puerta y el ángel entró.

—¿Desde cuándo llamas a la puerta, Cas? —le preguntó el cazador, sonriendo levemente.

—Intento salvaguardar al máximo lo que me queda de Gracia.

—Vaya, eh... Lo siento, Cas. —se disculpó el menor de los hermanos sintiéndose culpable por su comentario poco oportuno—. ¿Qué sucede?

—Se dónde se encuentra Dean. Está en Las Vegas. Hannah me lo acaba de comunicar. Por lo visto lleva varias semanas en Nevada y está con Crowley.

—Las Vegas, la ciudad del pecado... Que apropiado.

—¿A qué esperamos? Tenemos que ir allí. —soltó Emma.

Sam la miró.

—Ni de broma, tú no vienes, es demasiado peligroso. Sería una locura.

—¿Una locura? Yo creo que es la mejor opción que tienes. Es decir, ¿cómo piensas acercarte lo suficiente para cogerle y traerlo hasta aquí? Ya te dije que él no quiere ser salvado, no quiere volver a ser el de antes, se siente más que bien ahora. Yo podría acercarme a él sin que sospechara, no me conoce, podría distraerle y darte la opción de sorprenderlo.

—No te estás escuchando... Esto no es una maldita serie de televisión. ¡Es la vida real! —recalcó Sam, sorprendido por lo que la chica le acababa de decir—. Quieres ser el cebo de un demonio... ¡Es de locos!

— ¡No sería la primera vez usáis a alguien como cebo! -soltó Emma dándole un golpe bajo a Sam, pero al mismo tiempo una bofetada de realidad—. Mira nadie me está obligando ¿vale? Sale de mí. Lo hago porque quiero ayudaros.

El ángel que no había interrumpido hasta entonces en la discusión entre el cazador  y la chica se posicionó.

—Sam, no es tan mala idea. Si aparecemos allí sin más y nos ve no tendremos ninguna oportunidad y deberemos pensar en otra cosa. En cambio, con ella jugamos con la baza de la sorpresa.

El más alto del grupo suspiró. Sabía que tenían razón. Si Dean había sido capaz de ir borrando sus pasos para no ser encontrado durante tantos meses, ni siquiera por él, no lo podrían atrapar si no lo sorprendían.



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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