Una Vida Sobrenatural

6. Lo que hice y nunca debí hacer

Los ánimos de Sam y Emma se encontraban por los suelos tras el intento fallido de atrapar a Dean. Ambos habían vuelto al motel sin apenas intercambiar palabras, ninguno sabia que decir. 

Lo primero que hizo Emma al entrar a la habitación fue ponerse algo más cómodo. Sentía que con aquel vestido rojo apenas podía respirar así que optó por unos tejanos oscuros y una camiseta de tirantes blanca. Se cambió de ropa en el baño, pues compartía habitación con Sam, quedándose parada frente al espejo al ver las marcas de los dedos de Dean alrededor de su cuello.

Las imágenes del incidente no paraban de repetirse en su cabeza. Nerviosismo, valentía, excitación, miedo, dolor... Había sentido más en esa noche que en toda su vida. Se pasó las manos por las marcas, no porque le dolieran, sino porque eran la prueba de que había sucedido. Todo lo que había vivido en los últimos días era real. Una completa locura, sí, pero real. 

Sam llamó a la puerta del baño cuando Emma llevaba ya un largo rato dentro y no se oía nada.

—¿Estás bien? 

Emma se dirigió hacia la puerta y la abrió.

—Sí, todo bien. —contestó mirándolo antes de tomar asiento en su cama—. Sólo estaba... Me he distraído mirándome el cuello.

—Lo siento. —se disculpó Sam, imitando su gesto y sentándose frente a ella en su propia cama—. No debí dejarte sola.

—Hey, para, saliste a tiempo para salvarme. Así que no lo hagas. No te sientas culpable por nada de esto. Estoy bien. Es más escandaloso que otra cosa, pero no me duele.

Sam apoyó la cabeza entre sus manos en gesto de derrota.

—Verlo así... Convertido en lo que más odia... En aquello que lleva combatiendo tanto tiempo... —murmuró.

—Lo entiendo. No es justo. —el cazador negó con la cabeza—. Arreglaremos este desastre, Sam. Ya lo verás.

—Todo lo que me ha dicho... -seguía hablando él sin prestar atención a las palabras de la joven—. Todo eso de que yo soy el verdadero monstruo... Supongo que es cierto, tiene razón. 

Emma se levantó entonces y se sentó junto a él tomándole por el rostro con una mano.

—Hey, mírame. No eres un monstruo Sam. ¿De acuerdo? Te conozco y sé que no lo eres.

—Eso es porque no sabes lo que he hecho en estos últimos meses... Creía que nadie lo sabía.

—Cuéntamelo. No voy a juzgarte.

Emma no tenía idea de que podría haber hecho que le hiciera sentir tan culpable. Pero se moría de ganas por saberlo e intentar aliviar la culpa que veía en él. 

De repente Sam se levantó de la cama y se puso frente a la ventana de la habitación, observando con la mirada perdida como las gotas de lluvia resbalaban por esta. 

—Cuando volví a la habitación de Dean y me di cuenta que él ya no estaba perdí totalmente la cabeza. Recuerdo como en los días siguientes no paré de recabar información sobre hechizos para traer de vuelta a los muertos. Hechizos que obviamente tenían un alto precio. Magia negra. 

>>Encontré uno entre los archivos de los Hombres de Letras cuyo  ingredientes eran simples: algo de la persona desaparecida, un símbolo pagano en el suelo, cuatro frases en latín y... Sangre, mucha sangre. Pero la sangre debía ser humana y fresca. Era un sacrificio. Una vida por otra.

Sam se giró a mirar a la chica que permanecía sentada escuchando atentamente cada una de sus palabras. 

—Fue lo primero que encontré, así que en un principio deseche la idea y seguí buscando. Me pase semanas invocando a demonios, pero ninguno de ellos quiso hacer ningún trato. Me sentía tan perdido e inútil. Maté a cada maldito bastardo de ojos negros que se presentó ante mí y me sentí tentado a volver a viejos hábitos que me hacían sentir más poderoso.

—¿Sangre de demonio? —preguntó Emma con un claro tono de preocupación. Sam asintió.

—Aunque no lo hice. No bebí una sola gota. En cuanto la idea se me pasó por la cabeza pensé en lo poco orgulloso que estaría Dean. En todo lo que había luchado para sacarme de esa mierda. Yo no quería defraudarlo de tal modo. Así que volví al plan inicial. El sacrificio de un humano por la vida de otro

Emma contuvo el aliento tragando grueso.

—Pero no podía matar a cualquiera, no podía simplemente salir a la calle y cargarme a un inocente. —continuó narrando él—. Así que busqué en periódicos locales por asesinos, violadores, toda clase de calaña, y descubrí un caso en un pequeño pueblo de Kansas donde varias chicas habían sido abusadas sexualmente y torturadas hasta la muerte. 

>>Después de semanas investigando pillé al hombre in fraganti salvando a una de sus víctimasUna vez en el búnker seguí los pasos del hechizo al pie de la letra y lo desangre mientras él suplicaba por su vida. Pero cuando vi que no funcionó... Que había matado a un hombre por nada...



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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