Una Vida Sobrenatural

9. Libre albedrío

Dean disfrutaba de su nueva existencia. Hacia lo que quería, cuando quería y cómo quería. Nunca había consecuencias para él. Ya no existía la culpa ni el arrepentimiento en su nuevo ser. No debía cargar con el peso del mundo sobre sus hombros, y demonios, eso se sentía realmente bien. 

Todo era una continua fiesta plagada de lujuria y desenfreno donde no tenía lugar resaca alguna. En el vacío más oscuro de su alma corrompida, había encontrado, irónicamente, una manera de sentirse pleno y mejor que nunca.

Crowley le había dado vía libre, no había vuelto a molestarle desde lo ocurrido en Las Vegas. Lástima que no pudiera decir lo mismo de Sam y su nueva amiguita, que lo habían estado siguiendo por todo el país. Cada vez que pensaba en ello Dean sonreía con suficiencia. Le divertía desesperar de esa manera a su hermanito, era como si una tortuga intentará dar caza a una liebre. Él siempre estaba un paso por delante de Sam.

Tras saciar sus instintos más primitivos con una joven pelirroja se dirigió hacia un bar donde continuar su particular fiesta eterna. Entró en un tugurio decadente donde una banda de moteros parecía estar disfrutando de la noche mientras jugaban al billar y bebían cervezas. 

Dean se acercó a la barra a pedir su habitual whiskey doble mientras seguía observando a la ruidosa banda, los cuales le resultaban la más de molestos. Quería pelea, se le antojó que esos hijos de puta dejarán de sonreír. 

Agudizó la vista y observó la insignia de la banda en una de las cazadoras "Ángeles del Infierno". Qué apropiado, pensó Dean irónicamente. Pero entonces, antes de actuar, pudo sentir una presencia conocida en el local.

—¿Puedo unirme a la fiesta, ardilla? 

—¿Qué coño haces aquí? Pensé que había sido claro. —contestó Dean dirigiéndole una dura y fría mirada a Crowley, el cual se limitó a sonreír. 

—Te he dicho que quiero unirme a la fiesta. No he venido a jodertela. 

Dean alzó las cejas en señal de sorpresa.

—¿Sí? Pues juguemos a los dardos. —se limitó a contestar mientras se levantaba y se dirigía al final del bar, junto a la mesa de billar donde se encontraba la diana.

—Me gusta tu estilo. —admitió Crowley adivinando las intenciones del ex cazador.

Dean cogió uno de los dardos y se posicionó frente a la diana mientras los moteros seguían con su partida de billar. Con una malvada sonrisa, el ojiverde giró sobre sus talones y lanzó el dardo hacia la espalda de uno de ellos quedando clavado en el hombro.

—¡Joder! ¿Qué coño pasa contigo? ¿Es que acaso estás ciego?

—Nop. Pero tu ahora sí. —respondió Dean lanzando un dardo contra su ojo. Los gritos de la víctima llenaron todo el local mientras el Caballero del Infierno no paraba de sonreír y jactarse ante Crowley.

—¡Hijos de puta! —gritó otro de los compañeros de la víctima mientras se abalanzaba sobre los dos demonios. 

Crowley fue el que actuó esta vez. Con un movimiento de brazo dirigió a los cuatro moteros que quedaban en pie hacia la pared. El resto de clientes que se encontraban en el bar huían del lugar entre gritos.

—¿Qu... Qué coño sois vosotros? 

—Bueno, no somos ángeles... -contestó Dean, haciendo alusión al nombre de la banda, mientras sumía sus verdes ojos en la oscuridad más completa.

—Pero sí venimos del Infierno. —sentenció Crowley con una sonrisa. 

Dean cogió un taco de la mesa de billar y atravesó el cuerpo del que había preguntado. Sólo quedaban dos de ellos, los cuales no dejaban de suplicar por sus vidas. Crowley los dejó caer contra el suelo, deshaciendo la magia que ejercía sobre sus cuerpos.

—¿No son adorables cuando empiezan a suplicar? —preguntó el Rey del Infierno a Dean en tono burlón. Y con un chasquido de dedos les partió el cuello. Dean miró a su alrededor.

—Se acabó la diversión. —habló mientras se dirigía fuera del lugar—. ¿Y ahora qué? —preguntó a Crowley el cual lo había seguido afuera.

— Ahora volveré a mis menesteres. Ya sabes, la burocracia infernal que tanto te aburre. Pero ha estado bien liberar tensiones. 

—Sabía que podías ser divertido. Cuando quieras una buena fiesta como esa serás bienvenido.

El mayor de los Winchester se dirigió a una de las Harley Davidson que habían aparcadas enfrente del bar y se alejó por la carretera. 

Crowley mantuvo la sonrisa hasta que Dean desapareció por el horizonte. Todo había salido según lo previsto, se había ganado un poco más al Caballero del Infierno, y eso ayudaría para lo que tenía en mente.



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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