Emma ya no tenía dominio sobre su propio cuerpo. Aunque eguía siendo consciente de cada uno de los actos que Matt realizaba. Era testigo de los pensamiento del demonio, de que iba a matar a Sam y a Dean con sus propias manos y de que no podía hacer nada más que intentar arañar el alma torturada que ahora se había apoderado de ella.
Lo había intentado, había intentado abrirse paso y recuperar el control de su cuerpo. Sabía que era posible, Bobby lo había hecho, Sam también. Pero ella... ella no era tan fuerte como ellos. Y ahora sus amigos morirían por su culpa.
El demonio que habitaba en el cuerpo de Emma apareció en el motel horas antes del encuentro. Conocía que los hermanos Winchester eran los mejores en su trabajo, y que no resultaría nada fácil acabar con ellos si dejaba cosas al azar. Por ello, decidió llegar antes y asegurarse de que la habitación escogida resultaba segura para él.
Tras hacer las comprobaciones y ver que todo estaba en orden, sacó el móvil de Emma del pantalón y envió un mensaje a Sam:
"Acabo de llegar al Motel Súper 8, me alojo en la habitación 31.
Tengo muchas ganas de veros. Especialmente a ti."
Sonrío maliciosamente. Acabaría con los famosos Sam y Dean Winchester y se convertiría en uno de los más importantes demonios de todo el Infierno.
***
Dean conducía a toda velocidad por la Interestatal 70 dirección a Columbus. Ambos hermanos llevaban toda la noche en la carretera y el cansancio se había apoderado del menor, el cual dormía plácidamente apoyado contra la ventanilla del copiloto.
Hacía tiempo que Dean no veía descansar realmente a su hermano, llevaba más de 6 horas durmiendo, todo un récord teniendo en cuenta que desde que Emma se había marchado no había pegado ojo durante más de 4 horas seguidas.
Miró atentamente a su hermano deseando que sus sospechas no fueran ciertas. Que sólo se tratará de su instinto de cazador manteniéndolo siempre alerta. Lo cierto era que Dean no las tenía todas consigo, algo en su interior le gritaba que iban directos hacia una trampa. Era muy extraño que la chica les llamará justo la noche en la que Cas no podía contactar con ella.
¿Por qué Emma iba a barrarle el paso al ángel qué le había salvado la vida? No tenía sentido alguno. Había intentado hacérselo ver a Sam, pero este estaba demasiado emocionado con la idea de reencontrarse con la joven como para atender a razones. Cada vez que le decía que algo extraño sucedía el menor de los hermanos lo negaba mediante algún tipo de justificación, en ocasiones, bastante absurda. Así que, Dean había dejado de insistir en el tema hacia miles de millas atrás y Sam había caído rendido en los brazos de Morfeo.
El sonido y la vibración del móvil de Sam sobre el salpicadero provocó que se despertara. El joven se removió en su asiento mientras un bostezo se abría paso en su boca.
—¡Buenos días, Bella Durmiente! —sonrío Dean a su lado—. ¿Paramos en una peluquería para domar ese pelo?
—Cállate... ¿Cuánto tiempo he dormido?
—La mitad del camino. Ya estamos a punto de llegar. —contestó el mayor señalando con la vista el cartel que indicaba que ya se encontraban en el Estado de Ohio.
—Vaya.
—Sí, no has resultado ser el mejor compañero de viaje, Sammy.
Sam soltó una leve risa y estiró su brazo hasta el salpicadero del coche para coger el móvil y leer el mensaje que acababa de recibir.
—Es de Emma. Ya ha llegado.
—¿Ya está en Columbus? ¿Cómo demonios lo ha hecho? Yo llevo toda la noche conduciendo casi doblando el límite de velocidad y aún no hemos llegado.
—Tal vez saliera antes que nosotros.
—No lo sé, Sam. Esto no me gusta.
—¿En serio? ¿Otra vez con eso? —bufó Sam mientras lo observaba con incredulidad.
—Oye, entiendo que tengas ganas de verla, ¿vale? Créeme, lo entiendo Sam, pero no puedes seguir negándome que todo esto resulta algo extraño.
—Lo que tu digas.
Dean se limitó a rodar los ojos, era imposible tratar con Sam cuando se ponía tan terco.
***
Los hermanos llegaron a su destino. El Motel Súper 8 se encontraba en una carretera secundaria de la ciudad de Columbus justo enfrente de un centro comercial.
Dean estacionó el Impala en el aparcamiento del motel sin poder pasar por alto que era el único coche en el lugar.
—Esto está demasiado tranquilo... —habló aún sentado al volante—. ¿Dónde se supone que está el coche que la ha traído hasta aquí?
—Puede que lo haya aparcado justo ahí. —dijo Sam señalando hasta el centro
—Claro, porque eso resultaría muy lógico. Tienes un párking justo enfrente de tu habitación pero decides cruzar la calle para aparcar el coche... ¿En serio?