Una Vida Sobrenatural

22. Los monstruos entre nosotros

 

Fort Worth, Texas (Estados Unidos)

El trío acababa de llegar a la ciudad tras haber viajado ocho largas horas en el Impala. Durante el viaje había anochecido y ahora los chicos junto a Emma estaban en una cafetería hablando sobre los detalles del caso que les había llevado hasta allí.

Al parecer dos hombres de la misma familia, padre e hijo, habían aparecido desgarrados hacía un par de días a las afueras de un bar. Los informes policiales hablaban de un ataque de animal salvaje, algo raro teniendo en cuenta que se encontraban en medio de una gran ciudad.

—Podría tratarse de cualquier cosa. —farfulló Dean llevándose a la boca su hamburguesa de bacón con queso—. Tendremos que acercarnos mañana a la comisaría a por más detalles. 

—También deberíamos hablar con la viuda. —dijo Sam mirando algo disgustado a Dean por su forma de comer.

—Sí, nos dividiremos y así sacaremos conclusiones antes. —siguió hablando mientras masticaba.

—Tío, ¿podrías tragar antes de hablar? —reprendió el de cabello más largo—. Es algo asqueroso.

—Sammy, siempre he comido así y nunca te has quejado. —contestó Dean mientras su hermano rodaba los ojos—. Espera... ¿Te avergüenzas de mi forma de comer por ella? —preguntó divertido mirando a Emma. 

Sam suspiró y la aludida le miró sonriendo.

—No me molesta. Mi vista no alcanza a la alta definición de una tele. —dijo ella guiñándole a Dean en un gesto de complicidad—. Y tú... No seas tan quisquilloso. —agregó lanzándole una patata frita a Sam.

—Oye... 

Pero el ambiente relajado duró poco para Dean tras su carcajada.

Una nueva punzada de dolor hizo acto de presencia en su antebrazo y una oleada de sudor frío empapó su nuca mientras las palabras de Caín abordaban su cabeza y afectaban a su cordura. 

En un movimiento brusco y sin mediar palabra se levantó de la mesa dirección al cuarto de baño.

—¿Dean?

—Apretón. 

Apoyado en la pila del lavabo, Dean contempló su mirada en el espejo. 

El agua corría libremente a través del grifo del lavamanos. Intentó concentrarse en el sonido del agua mientras hundía sus manos en ella y se refrescaba la cara y la marca. El contacto con el líquido pareció calmar su angustia y respiró hondo cuando la voz de Caín desapareció de sus oídos. 

En aquel mismo instante tuvo la certeza de que la pesadilla que había tenido hacia dos noches no había sido un  simple sueño. Los crecientes dolores provocados por la marca y la angustia que crecía en su interior así se lo hacían sentir.  

De vuelta a la mesa, Dean se encontró con los rostros de sorpresa de Sam y Emma. Ambos jóvenes lo miraban evaluándolo y esperando algún tipo de explicación por su parte.

—He de dejar de pedir hamburguesas dobles. —se excusó haciéndoles creer que la comida le había sentado mal. En ese momento la camarera que les había servido durante la noche se acercó a ellos preguntándoles si necesitaban algo más—. Sólo la cuenta, gracias.

Minutos más tarde los tres amigos se encontraban compartiendo habitación en el Motel Crossland a las afueras de la ciudad. Sam y Emma dormían en la misma cama y Dean trataba de hacer lo mismo en la propia, pero apenas podía pegar ojo, no hacía más que revolverse entre las sábanas mientras la ansiedad seguía creciendo en su interior buscando una salida.

Dirigió su mirada al lado donde su hermano y Emma dormían ajenos a sus preocupaciones. Por su mente cruzó la idea de decirles la verdad, de explicarles lo del sueño y contarles como se sentía. Pero, no quería ser egoísta y estropearles el momento dulce que estaban viviendo. Así que, se limitó a suspirar y decidió salir de la habitación a tomar el aire.

La suave y fría brisa que se coló en la habitación, cuando Dean salió de esta, alertó a Emma. La chica abrió los ojos y se encontró con la cama que ocupaba el mayor de los hermanos vacía. En ese momento, un sentimiento de preocupación recorrió su cuerpo. Conocía bastante bien a Dean como para saber cuando el chico ocultaba algo y en los últimos días algunos de sus gestos lo habían delatado.

Emma giró su rostro levemente para encontrarse con el de Sam y comprobó que seguía dormido. Sutilmente se deshizo del agarre del joven, el cual la mantenía cogida de forma protectora por la cintura, y se deslizó fuera de la cama.

Antes de salir tras Dean volvió a asegurarse de que Sam seguía dormido y cogió su chaqueta para enfrentarse a la fría noche.

En la lejanía pudo vislumbrar la silueta del cazador apoyada contra el capó del Impala. Con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, cruzó el parking del motel hasta llegar a la altura de Dean. 

El ojiverde se encontraba observando el cielo estrellado pero cuando oyó los pasos de la joven bajó su vista para encontrarse con los ojos marrones de Emma parados frente a él. Cuando la mirada de Emma se cruzó con la cristalina mirada de su amigo, lo supo. Algo no iba bien.



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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