Una Vida Sobrenatural

29. En manos de la providencia

 

El cuerpo inconsciente del mayor de los Winchester yacía sobre el polvoriento y frío suelo de aquel abandonado bar. Sam, arrodillado a su lado, le sujetaba la cabeza mientras intentaba hacerlo volver en sí. 

El ángel y la joven cazadora aparecieron frente a ellos con semblantes de gran preocupación. Sam ni siquiera se percató de la presencia de sus amigos hasta que la chica habló. 

—¿Qué ha pasado? —preguntó alarmada al mismo tiempo que corría para arrodillarse junto a Dean y tomarle el pulso.

El menor de los Winchester levantó la vista sorprendido al escuchar la voz de Emma. No podía creerse que estuviera allí, aunque pensó en que probablemente Castiel se encontraba en el búnker cuando él le llamó y que la chica se las habría ingeniado para convencer al ángel de que la llevará con él. Así que decidió no preguntar, estaba demasiado preocupado por su hermano.

—Mató a Caín y rápidamente empezó a gritar de dolor mientras su piel se encendía. — relató nervioso contestando a la pregunta que había formulado Emma—. Después perdió el conocimiento.

Castiel frunció el ceño mientras observaba a Dean. Se acercó con paso firme y se agachó levemente para depositar su mano en la frente del cazador.

—Está exhausto, pero no puedo ver que nada esté mal en él. —informó mirando al menor de los hermanos—. Se recuperará.

—Gracias, Cas. — dijo Sam más calmado.

— Eh, chicos... — interrumpió Emma mientras sujetaba el brazo derecho de Dean en alto—. La marca... ha desaparecido. 

Sam y Castiel dirigieron sus miradas con rapidez al antebrazo de Dean. 

En efecto, el lugar donde había habitado la Marca de Caín durante los últimos meses se encontraba vacío, no había nada más que piel. 

Fue entonces cuando el ángel dirigió su atención al cuerpo inerte el cual descansaba a unos pasos de ellos.

— Si Caín muere, la marca lo hace con él... Podría ser. —murmuró.

—¿Cas? 

El aludido se giró de nuevo hacia ellos. 

—La marca fue una maldición que Lucifer puso sobre Caín, pero si este muere la maldición lo hace con él y por lo tanto deja de existir. Esa es la única explicación racional que le encuentro. 

—¿Tan sencillo? 

—Sam, es una buena noticia. ¡Por fin! —celebró Emma con una sonrisa. 

El menor de los hermanos se la devolvió y con su ayuda y la de Castiel cargaron a Dean hasta el Impala para volver de vuelta al búnker.

Durante el viaje de regreso el tema de Astaroth salió a relucir. 

Castiel, para desgracia de Emma, no pudo mantener la boca cerrada e informó Sam del encuentro que había sufrido la chica con el indeseable Duque del Infierno.  La reacción del cazador no se hizo esperar estallando enfadado contra ella.

—¿¡En qué demonios estabas pensando!? 

—¡No me grites! 

—¿Como puedes ser tan sumamente cabezota? Juro que la próxima vez te ataré.

—Joder, Sam, sólo quería acompañaros. No soporto quedarme sola. Cuando lo hago no paro de darle vueltas a toda esta mierda, a lo que se espera de mi, a lo que os podría pasar a vosotros... A ti. —se sinceró con lágrimas de impotencia y rabia asomando por sus ojos.

Sam soltó un largo suspiro tratando de aplacar sus nervios.

—¿Y lo qué te podría pasar a ti? ¿En eso no piensas? Si Cas no hubiera aparecido... Dios, no quiero ni imaginármelo.

—Pero apareció. Y ahora al menos ya sabemos para que me quiere Astaroth.

—¿Qué es para...? —investigó el cazador, pero la chica no contestó. No se atrevía a contárselo—. ¿Alguien me lo va a decir o qué? 

—Abrir la  jaula de Lucifer. —soltó el ángel sin florituras sentado en el asiento del copiloto. 

Al escuchar aquellas palabras Sam pegó un volantazo y frenó en seco parando el coche a un lado de la carretera.

—Decidme que es una broma. —exigió girándose para mirar a Emma.

Esta le sostuvo la mirada negando con la cabeza. 

—Definitivamente voy a encerrarte en la mazmorra. 

 

 

12 horas más tarde.

Los primeros rayos de sol caían sobre el búnker. 

En el interior de este, Sam, Emma y Castiel esperaban sentados en la biblioteca a que Dean despertará.

La tensión vivida horas antes en el coche entre el cazador y la chica había provocado que cada uno durmiera en su propia cama. Sin embargo, la llegada del nuevo día había relajado el ambiente y la pareja se había acercado de nuevo. 

Por su parte, Castiel se había negado a abandonar el lugar hasta cerciorarse de que Dean estuviera bien.

El sonido de una puerta cerrándose se oyó al otro lado del refugio de los Hombres de Letras. El mayor de los Winchester había despertado. Segundos más tarde, con paso ligero y semblante adormilado el ojiverde apareció frente a sus amigos.



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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