Una Vida Sobrenatural

34. El plan maestro

 

—Un pacto con Crowley... —murmuró Sam, negando con la cabeza—. ¿Cómo has podido?

Emma dio un paso adelante posicionándose entre el demonio y los cazadores.

—Sabía que no estarías de acuerdo con mi plan. —respondió con calma—. Así que me arriesgué y mis sospechas se confirmaron. Él está interesado en brindarme la ayuda necesaria a cambio de que yo le brindé la mía.

—¿Podrías ser menos críptica?—resopló Dean tras su hermano.

 —Sí... —asintió Sam de acuerdo—. ¿Por qué has tenido que recurrir a él? Nos tenías a nosotros.

—Nunca hubierais accedido a ayudarme en esto.

—¿En qué?

—Voy a cerrar las Puertas del Infierno con su ayuda. —respondió ella mirando hacia Crowley— . Astaroth está vinculado al Infierno desde que fue expulsado del Cielo así que se pudrirá ahí abajo hasta el fin de los días.

Un jarro de agua fría cayó sobre los hermanos, Emma no podía estar hablando en serio. ¿Cómo diantres iba a estar Crowley de acuerdo con todo aquello? Eso supondría que todos los demonios que caminaban libremente sobre la tierra serían devueltos al Infierno, volverían a su condena eterna. Aquello no tenía ni pies ni cabeza.

—Te has vuelto loca. —exclamó Sam perdiendo la poca compostura que había mantenido hasta entonces—. ¿Te das cuenta de lo que acabas de decir? No sé qué te habrá prometido pero... ¡Es mentira! Es el Rey del Infierno, Emma. Por mucho que quiera librarse de Astaroth no puede estar dispuesto a cerrar las puertas. No tiene sentido.

—Lo tendría si la dejarás hablar, Alce. 

—¡Cállate, Crowley! —ordenó Sam dedicándole una mirada llena de desprecio—. Estoy harto de tus juegos, voy a acabar con esto ahora. —agregó avanzando hacia el demonio empuñando una espada angelical.

—Estoy contigo. —Dean lo siguió.

—¡Parad! —gritó Emma extendiendo sus manos y deteniendo los pasos de los hermanos de un modo que ninguno de los dos esperaba. 

Crowley se limitó a sonreír de medio lado al comprobar que la chica había sido capaz de congelar los movimientos de aquellos incordios. 

—L-Lo siento, no quería hacerlo pero... — el horror se reflejo en los rostros de los Winchester—. Dios, ¿podríais simplemente escucharme?

—¿Tú has hecho esto? —preguntó Dean alarmado al ver que apenas podía moverse. 

Emma asintió bajando la mirada.

—Crowley me ha enseñado un par de cosas. Por lo visto mi alma me dota de algunos... poderes.

—¿Qué tipo de poderes? ¿Qué has hecho?  

—Tranquilo, Alce. —rió el Rey del Infierno tomando asiento en el trono que presidia la mesa de madera—. Su potencial es puro e innato, si este no se ha hecho presente antes es porqué ella desconocía de lo que era capaz. No ha tenido que beber de un demonio para ser una rarita.

—No estás ayudando. —le reprochó Emma por ese último comentario—. Puedo mover algunas cosas y desde hoy también puedo ver el verdadero rostro de los demonios. Así que supongo que también seré capaz de ver el de los ángeles... No lo sé, esto es igual de confuso para mí que para vosotros. —respondió a la pregunta que el menor de los Winchester había formulado con anterioridad.

Sam la miró con el miedo reflejado en sus ojos. No podía negar que aquel poder que ella acababa de demostrar le asustaba. Todo había cambiado en cuestión de segundos.

—Emma... 

—Por favor, no me mires así. Sigo siendo yo. Necesito que confiéis en mí.

—¿Qué confiemos en ti? —preguntó él visiblemente dolido—. Te marchaste dejando una maldita nota después de habernos ocultado durante una semana entera que Astaroth se comunicaba contigo. 

>>Y por si ello fuera poco, ahora resulta que has pactado con Crowley para sellar las puertas del Infierno. Sin olvidar que también eres capaz de hacer esto. —agregó haciendo referencia a los poderes recién adquiridos de la joven que los mantenían inmóviles—. La Emma que conocí hace meses nunca me hubiera ocultado algo así. No te reconozco.

Aquello golpeó de lleno a la chica. 

—Oh, perdón por no ser la misma... —ironizó—. ¿Por qué algo de todo lo que me ha pasado últimamente debería haberme cambiado?¿Ves? Por eso mismo tuve que irme porque sabía que no entenderíais nada de esto.

—Te escucharemos. —prometió Dean intentando calmar el ambiente—. Sólo libéranos, Em. 

La chica asintió con la cabeza y bajó sus brazos.



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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