Una Vida Sobrenatural

45. En el final

 

El búnker se encontraba sumido en un silencio sepulcral. 

Castiel había vuelto al Cielo cabizbajo, Dean se había refugiado en la bebida como tantas otras veces y Sam se había mantenido inmóvil junto al cuerpo inerte de Emma, negándose a dejarla sola, como si esperará que en cualquier momento fuera a despertar. 

Más lo cierto era que su dulce risa ya no volvería a retumbar en sus oídos; que el olor a tortitas recién hechas ya no despertaría de buen humor a ninguno de los hermanos; que su voz cantando a pleno pulmón los clásicos de rock no les acompañaría nunca más en sus viajes por carretera a bordo del Impala... 

Emma se había ido y se había llevado gran parte de ellos, dejando un enorme vacío en sus vidas.

El mayor de los Winchester había intentado hacerle ver a su hermano que la chica necesitaba un entierro digno, pero Sam se había negado rotundamente. Le producía un terror horrible tener que preparar una nueva pira, porque eso supondría convertir su muerte en algo definitivo, absoluto e irreparable. Y no estaba preparado para ello, no creería estarlo nunca.

Así que simplemente había permanecido junto a ella durante toda la noche mientras dejaba que el sentimiento de culpa llenará su pecho y recorría con su vista las facciones, ahora apagadas, del bello rostro de la chica.

—Todo esto es culpa mía. —murmuraba el cazador, negando con su cabeza.

Las lágrimas hacía tiempo que se habían extinguido de sus ojos, había llorado tanto que no le quedaba ni una sola gota más que derramar, más su semblante seguía siendo desolador.

—Debería haberte alejado de mí desde el primer momento en el que te conocí. Evitarte toda esta vida que sólo conduce a la muerte. Pero estaba tan perdido, Em. Tanto... Y tú estabas justo ahí, llenando mis días de luz...

>>No me costó mucho enamorarme de ti. Estábamos en Dickson, en un caso de vampiros, y tuvimos que dormir juntos porque el sillón era demasiado pequeño para cualquiera de los dos... A la mañana siguiente cuando desperté y te vi a mi lado, simplemente lo supe, te quería en mi vida. Te pido perdón por ello, porque fui un estúpido por olvidar que siempre acabo perdiendo a todo el mundo. 

Es lo que se me da mejor, eso y fallar a la gente a la que quiero. Tal como te fallé a ti. Nunca pude cumplir con la promesa que te hice. No encontré la forma de devolverte con tu familia y tampoco puedo cumplir con la que me hice a mí mismo, no hay modo de traerte de vuelta.

Todos aquellos hechos taladraban su alma dejando un terrible vació que no deseaba sentir, un oscuro agujero donde antes estaba Emma y en el que ahora no existía nada. Una vez más había perdido a alguien, pero la costumbre no lo hacía más fácil.

—¿Qué se supone que debo hacer sin ti?

Sam ya no podía más. No soportaba ser quien era. Nunca se había sentido tan fatigado de llevar aquella vida, y nunca había deseado con tanta intensidad ser otra persona.

Por primera vez en horas se levantó y pagó su furia con la lámpara de la mesita de noche, apartándola de un fuerte manotazo y rompiéndola añicos. La habitación se quedó en penumbra mientras un grito de rabia escapaba de su boca. No podía seguir allí por más tiempo.

Echándole un último vistazo a la sombra de Emma sobre la cama abandonó la habitación con paso acelerado.

En la biblioteca, Dean mantenía su mirada clavada en la botella de whiskey mientras jugaba con un vaso de vidrio entre sus manos. El tintineó del cristal sobre la mesa de madera era el único sonido que le había acompañado durante toda la noche, por eso se alertó de pronto cuando oyó los pasos de su hermano acercándose por el pasillo.

El cazador dirigió su mirada al umbral de la puerta al tiempo que Sam aparecía por ella. El aspecto de su hermano era desolador, tenía los ojos enrojecidos e hinchados a causa de las lágrimas, y bajo estos, las ojeras se marcaban tras haber pasado la noche en vela.

Dean supuso que su propio aspecto no sería muy diferente al de su hermano, después de todo, él tampoco había intentado dormir. Se había pasado la noche junto a una botella ahogando la pena que suponía haber perdido a su amiga. A la chica que lo había devuelto junto a su hermano cuando había sido un maldito demonio, la chica que se había convertido en parte de la familia y que ahora había pasado a la historia.

Las miradas de los hermanos se cruzaron. Ninguno dijo nada, no hacían falta palabras para expresar lo que ambos sentían en aquellos instantes. Cuando Sam rompió la distancia que los separaba, caminando hacía la mesa, Dean se levantó de su asiento y lo estrechó entre sus brazos.

Al principio Sam no reaccionó al abrazo, sus puños se encontraban cerrados férreamente a ambos lados de su cuerpo, pero las enérgicas palmadas de Dean en su espalda le hicieron responder y con el paso de los segundos terminó por corresponder a su hermano.

—Dean... 

—Lo sé, Sammy. Superaremos esto juntos. Como siempre hacemos. 



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En el texto hay: sobrenatural

Editado: 17.04.2018

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