Una voz hermosa 2

2. Conociendo al enemigo

Las visitas de gente amiga de la familia continuaron. En las primeras ocasiones me apegué a la idea de antes, llegar y contestar a todo lo que me preguntaban o decían , pero no tardé mucho en cambiar de opinión. 


Para no aburrirse, Vincent me dijo que mientras yo cumplía con mis deberes, él podía pasearse por la mansión, de ese modo no estaría encerrado en la habitación. Desde ahí algo comenzó a incomodarme. 


No fue hasta una de esas reuniones y durante uno de mis silencios mentales que reaccioné. 


—¿Qué estoy haciendo aquí sola? —musité. 


Pedí que me disculparan un momento y me fui por los pasillos preguntando a las personas de servicio que veía si sabían del paradero de Vincent. Finalmente, un hombre me dijo que le había llevado un poco de té a la biblioteca, así que corrí hasta allá. 


Era un lugar pequeño, pero había cosas interesantes y apuesto a que había más de un libro que le resultaba llamativo a Vincent. Se sorprendió de verme ahí, ya que suelo tardar mucho en encontrarme con él. 


—Tú vas a venir conmigo.
¿Por qué? ¿Está todo bien?
—Sí —sonreí—. Es que quiero presentarte a alguien. 


Hizo un pequeño puchero porque no había podido terminar su té, (recordemos que es un becerro que ama el té) pero le prometí que le pediría más estando de vuelta con las visitas. 


¿Quieres presentarme con la gente que viene a verte? 
—Claro que sí. Las familias que viajan desde quién sabe donde quieren conocerme para escuchar sobre mi vida y eso te incluye a ti. Eres mi pareja, tengo que presentarte como tal. Estoy orgullosa de tenerte conmigo y de poder llamarte mi novio y se lo voy a hacer saber a la gente. 
Pero... ¿qué podría hacer yo durante esas pláticas? El mundo en el que vives es más que nuevo para mi. 
—Puedes aprender, acompañarme y darte a conocer. Sé que puedes integrarte muy bien a donde sea y no pienso excluirte de la diversión. 


Rio cuando lo tomé del brazo y comencé a caminar. 


Creí que tus reuniones eran todo menos divertidas.
—No mentí... te haré parte de mi sufrimiento —dije burlona. 


Sonrió y me siguió el paso. 


—A esta gente también le encanta la ópera, los libros, el arte y el teatro. Hasta llego a pensar que puedes encajar mejor que yo.
No digas eso. No soy tan refinado como esta gente. 
—Tal vez no, pero tienes una mente increíble. Apuesto lo que sea a que te van a adorar. 


Su rubor se interrumpió cuando escuchó la palabra "apuesto". 


¿Quieres volver a nuestros juegos? —sonrió de lado.
—Ya decidiremos los castigos después.
Me tienta conocer el desenlace. 


Reímos y continuamos con el camino. 


Mis sospechas fueron ciertas respecto a esta gente, ¡lo adoraron! 


Mi padre casi se atraganta con su bebida cuando me vio llegar con él, pero logró disimular muy bien sin levantar sospechas. Presenté a Vincent llena de orgullo y esta vez, mencioné su incapacidad, pero lo hice sin dejar espacio para que hicieran algún comentario negativo. 


En todas las preguntas que me hacían traté de incluirlo sin que pareciera algo empalagoso o forzado y de ese modo, logré que se interesaran en él lo suficiente como para que también le preguntaran sobre su vida. Traduje toda su conversación y a la familia no le importó en lo más mínimo. Su reacción fue muy parecida a la de Lucas y Drake, llena de curiosidad. Extraño a esos dos... 


Llegó el punto en el que comenzaron a hablar de ópera, música y temas de arte. Muchos detalles no los comprendí, pero por fin… después de mucho y a pesar de no conocer qué es lo que traducía, me sentía integrada. 


Para rematar, antes de que se fueran, le dijeron a mi papá que tenía un yerno muy agradable. Creo que eso le cayó como piedra en el estómago. Contestó con la voz entrecortada que pensaba lo mismo, pero pude ver un poco de inseguridad en sus palabras. 


En fin, mi plan salió de maravilla. 


Caminábamos hacia la habitación para descansar. 


—¿Aún quieres volver a la biblioteca a tomar té?
Gracias por esto. Fue... más divertido de lo que pensé.
—No hay de qué —sonreí—. Va a haber muchas más reuniones, así que espero que estés dispuesto.
Cuenta conmigo. 


Vincent no demoró tanto en adaptarse al nuevo horario como pensé. En pocos días, ya se encontraba desayunando con todos nosotros. Todo era felicidad, hasta que de alguna manera, vi un hilo de luz que parpadeaba frente a mi y corría hasta llegar a Vincent. Mi papá estaba más que atento a cada movimiento que él hacía con los cubiertos, en este lugar también hay un “modo” para comer. 


A pesar de eso, no me mostré intranquila. No iba encontrar nada de malo en su forma de comer, tiene buenos modales y es correcto, igual que James. 


Iba a consumir un bocado de mi plato, cuando el silencio de la mesa se rompió. 


—Hija, ¿no te resulta molesto tener que tomar el papel de traductora con... tu novio? —preguntó mi papá indiferente, pero con un pequeño esfuerzo al final.
—Ah... no —contesté extrañada. 


¿Por qué el comentario? Vincent no había dicho nada en la mesa que yo pudiera traducir. 


—Lo menciono porque estuve pensando en todo lo sucedido el día de ayer. ¿Aprendiste señas para ser su traductora con los demás? 


Vincent y yo nos miramos confundidos. 


—No, para nada. Si aprendí señas fue para comunicarme con él, es el mejor método que hay. He sido varias veces su traductora con aquellos que no entienden el lenguaje, lo hago con todo gusto, pero la mayoría del tiempo no es necesario. Es capaz de darse a entender a sus maneras. 




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