Una voz hermosa 2

6. Un par de traviesos

Me encontraba en el departamento de Vincent con lo que parecía ser un chapulín emocionado, y no era para menos, supongo que un primer pago emociona a cualquiera. Vincent tenía el sobre con el suyo en las manos; me llamó y me pidió venir solo para eso. ¿Saben a quién me recuerda? A mí cuando quise enmarcar la carta que me escribió meses atrás. 


Volviendo al tema, él estaba muy emocionado por haber recibido una compensación por el trabajo que había hecho y no necesito decir que era excelente. Al parecer, su jefa lo estuvo evaluando durante esta última semana y todo fue perfecto. 


—¿Y qué vas a hacer con tu primer pago? 


Su emoción se vio partida a la mitad debido a la confusión que mi cuestión le causó. 


No lo sé. 
—Supongo que después de tener mucho dinero no sabes cómo administrar una pequeña, nueva y honrada entrada, ¿verdad?
Tal vez debería guardarlo para cubrir el gasto de la renta. Después de todo, mi padre ya no se hará cargo de él. 


Haciendo cuentas, lo que Vincent trabaja es suficiente para saldar el precio de renta, además, le sobra un poco. Ese extra le permite no tocar nada de su dinero destinado para el gasto (que James aún le proporciona). Si me preguntan, aún me sigue incomodando el costo de renta, pero en esta ciudad de bonachones, ¿qué puedo hacer yo? 


Vincent olvidó su confusión e hizo de lado el tema. 


Ya pensaré en eso después. Ahora quiero estar contigo.
—¿Por qué el cariño repentino? —reí.
Porque gracias a ti es que tengo este empleo. Si no me hubieras empujado a tomar el camino atrevido, nada de esto estuviera pasando.
—Bueno, tenía que hacerlo. 


Se sentó a mi lado. 


¿Quieres salir a pasear mañana? Tengo el día libre.
—Eso me huele a que me voy a quedar aquí a pasar la noche —sonreí con un poco de malicia.
¿Quieres llamar para pedir permiso?
—No.
Van a regañarte de nuevo si no avisas —dijo un tanto preocupado. 


Tal vez su angustia sea algo exagerada para muchos, pero después de contarle cómo me fue cuando llegué a la mansión, ya no le quedan ganas de que me vuelva a salir sin avisar. 


Ya sabemos que mis papás son muy meticulosos con los horarios y el hecho de que no avisara de mi ausencia, ni en dónde estaría, empeoró su humor. Mi papá fue el más afectado, ya que mi mamá suele enfrentar este tipo de situaciones con calma y serenidad. Sospecho que ambos piensan que estoy en mi época de rebeldía o algo parecido...


—¿Cuántas veces te hemos dicho que nos avises en dónde estás? —preguntó mi papá—. Aceptamos que no quieras dejar en manos del chofer tus rutas o viajes, pero fue con la clara condición de que nos tengas al tanto. ¿Sabes la angustia que nos haces pasar con tus aventuras y escapadas? No tenemos ni idea de dónde te encuentras y estar en una ciudad tan grande no ayuda en nada.
—Lo siento, es que Vincent estaba en proceso de una aceptación o negación de un puesto de trabajo y... 


Levantó un dedo con la intención de que no hablara más. 


—Ni siquiera menciones a ese muchacho, solo me das más motivos para creer que es una mala influencia para ti. 
—¿Otra vez con eso? Ya basta de tu rechazo por él, ni siquiera lo conoces.
—No cambies el tema, jovencita. Tenías una orden y obligación con nosotros y deliberadamente desobedeciste. 


Buscaba las palabras para expresar su enojo, pero simplemente se liberó con dos.


—Estás castigada. 


Por un momento me sentí extraña. Hacía mucho que no escuchaba eso dirigido hacia mi; miré a mi mamá con la intención de saber si las palabras de mi papá eran ciertas, no sabía si tomarlas en serio o no. 


—Querido, tu hija tiene veinte años.
—¿Y eso qué? Un poco de disciplina no le viene mal a nadie —se sentó y descansó para darle relevo a mi mamá. Ella simplemente esperó una respuesta de mi parte. Me dejó expresarme, ya que con mi papá no pude ni abrir la boca.
—Lo lamento, estaba tan emocionada por lo que sucedía que olvidé mantenerlos al tanto, pero si les reconforta saberlo, no hay lugar además del departamento de Vincent donde quiera quedarme a pasar la noche. Si no estoy aquí, es más que seguro que estoy con él.
—Entendemos que quieras pasar tiempo con tu pareja y eso no tiene nada de malo, —recalcó con la intención de que mi papá la escuchara— pero teníamos un trato. Quiero pensar que lo tienes en mente y lo que me dices respecto a que tu emoción causó el olvido es verdad. 


Asentí. 


—De acuerdo. No es muy difícil lo que te pedimos, Amber, si no tienes tiempo para avisarnos antes de salir o no nos encuentras, puedes darnos el mensaje a través de tu hermana. No pensamos vigilarte mientras estás afuera, ni mucho menos prohibirte las salidas. Eres una adulta con necesidades, lo tenemos muy claro, pero de cualquier forma, nos preocupamos por ti. Entonces, ¿podemos confiar en que vas a respetar nuestras condiciones? 


Asentí de nuevo.


—Está bien, eso espero. Creo que nadie quiere repetir una reunión como esta, ¿verdad? 


Mi papá y yo negamos. Parecíamos dos cachorros regañados. No sé por qué, pero a pesar de la índole tan tranquila de mi mamá, es capaz de poner orden sin tener la necesidad de levantar la voz. 


Recordar todo eso me hizo resignarme. 


—Está bien, —me dirigí con Vincent— le voy a pedir a Darlene que le avise a mis papás. 


Sonrió satisfecho. 


Así todos podemos estar tranquilos. 


Cenamos algo ligero y nos fuimos a dormir. 


Ahí estaba yo, durmiendo bien a gusto con mi novio hermoso, pegada a él como garrapata. Algo que tal vez no he mencionado, es que el clima aquí es muy loco: un día hace frío y al otro hace un calor infernal, todo está muy descontrolado. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.