Una voz hermosa 2

15. Enseñanzas de amor y la caída de una máscara

Planeamos estar solo un día en la cabaña y cumplimos con la idea. Vamos de vuelta a la ciudad para regresar el vehículo, pero no sin antes dejarlo marcado con pensamientos llenos de ilusión. Mi comentario del "esposo" emocionó a ambos un poco y ese se convirtió en el tema de conversación durante el camino:


—Lo único que he visto es que la organización de una boda es un dolor de cabeza. Horarios, comida, invitados... no gracias.
Entonces nada de fiesta grande, preferirías algo más íntimo y personal. 
—Sí, suena a menos desastre. Algo como casarse en secreto, eso suena perfecto. 


Dejó salir una risa y bebió un poco de su té embotellado que compró antes de emprender el rumbo. 


—¿No crees que estamos siendo muy intensos con esto?
Así como hay gente que se asusta de la intensidad, hay gente que se enamora de ella —dijo coqueto. Ahora la que ríe soy yo. 
—¿Cuál sería tu concepto de un matrimonio? ¿Completar al otro en cualquier situación?
Pienso que no se trata de completar, sino de aceptar completamente. Un matrimonio es un equipo después de todo, es como encontrar en alguien la conexión que se busca toda la vida.
—Me gusta ese concepto... para qué me hago, todo de ti me gusta.
Comparto tu emoción de manera recíproca. 


Me mantuve un momento pensativa mientras veo la carretera frente a nosotros. Me detuve en un semáforo y esperé detrás de algunos coches:


—¿Cómo crees que haya sido la propuesta de nuestros padres? Nunca se lo he preguntado a los míos, pero... intuyo que fue algo muy formal. Ambos vienen de familias importantes, no me sorprendería que todo fuera planeado, tal y como querían hacer conmigo —expliqué con un poco de resentimiento.
Creo recordar que mi padre me platicó en algún momento cómo pasó todo con mi madre. Cuando ambos se conocieron eran personas bastante humildes, batallaban día a día para conseguir lo que exigía tener una vida medianamente estable. Sin importar su estatus económico formaron una relación seria y cuando él se sintió listo, mi padre fue quien dio el paso...


Me provocó un sobresalto el pitar del claxon proveniente del carro de atrás, el semáforo se había puesto en verde. 


—Lo siento —dije por la ventana y avancé.
Tal vez no debería distraerte mientras manejas.
—No, no, tú sigue. Puedo prestar atención a las dos cosas.
Eso no es seguro.
—Solo me distraje un poco.
Eso tampoco suena convincente.
—No es la primera vez que hablamos mientras manejo, mi vista periférica es muy buena. Por favor, quiero saber cómo fue la propuesta. 


Con una sonrisa de añoro, aceptó continuar, pero con la condición de que no quite la vista de enfrente. 


Por lo mismo de que no había mucho acceso a cosas costosas, todo fue algo muy sencillo: le propuso matrimonio a mi madre con un caramelo. Se arrodilló y le dijo: «No tengo nada ahora, solo un caramelo, pero si quieres podemos construirlo todo juntos». Ella lo abrió tras tomarlo, lo dividió en dos y lo comieron. Desde ese momento, fraccionaron y compartieron todo; se caían, se levantaban y construían algo nuevo. Vivieron momentos difíciles, de cansancio, pena y agobio, pero siempre estuvieron juntos, estando el uno para el otro hasta el último. Consiguieron sus metas, se convirtieron en profesionales, cumplieron sueños y... llegué yo —sonrió.
—Aw, qué bonito. Creo que ver algo así en estos días no es posible, son tiempos diferentes.
El tiempo no cambia la forma de amar, creo que... lo que ha cambiado es que ya no hay ejemplos bonitos a seguir. No he vivido lo suficiente como para tener tanta experiencia, pero he visto que la gente le teme al sentir... a todo. Son pocas las bodas a las que hemos asistido donde noto un sentimiento positivo en los festejados. Sí, es una fiesta, pero no puedo ignorar el miedo que veo en todos cuando se les habla de construir un futuro. Los problemas tampoco se tratan con la suficiente atención, cuando hay conflictos toman el camino fácil y huyen con la creencia de que siempre encontrarán algo mejor; se busca la perfección humana como si en realidad existiera. 
Tal vez habría que generalizar la felicidad que se encuentra en las pequeñas cosas, ¿no? 
—Sí. Hoy en día lo que más importa son las cosas materiales que se tienen. Ignoran que al abandonar este mundo nada de eso se irá con uno, solo conservaremos lo que hay por dentro y aquí se quedará el rastro de lo que fuimos.
Sí, es muy común hacer una gran demostración de "sentimientos" con anillos y regalos que cuestan un ojo de la cara, cuando lo único que vale todo eso son pedazos de papel y nada de esencia. Entiendo que algunas personas usan ese tipo de lenguaje en el amor, pero... la mayoría de las veces solo es para impresionar. Un claro ejemplo es en las mismas bodas, cuando hacen esos famosos videos de recuerdo para inmortalizar la fecha y por querer que eso salga perfecto se pierden del momento por completo. 
—Como cuando grabaron nuestras masticadas de pollo como felicitación para la pareja, ¿no? —me recordó entre risas.
—Nos agarraron distraídos, a cualquiera le pasa —intenté excusarme. 


Volvió a reír para negar amistoso mientras ve abajo pensativo:


Es algo muy parecido a lo que pasa en los conciertos —comentó para volver a meternos en el tema principal—. Buscan tomas perfectas para un video de recuerdo cuando el que más importa es el que se queda en la memoria del cuerpo.
—Concuerdo contigo. Creo que las cosas íntimas de pareja son las que se guardan en dos y solo en dos para toda la vida, no hay necesidad de entrometer a terceros. Eso es lo que les falta, —dije inspirada— el coraje de vivir la vida y el amor por lo que son y no por como lo imaginan. Extrañar la realidad es bonito, pero no hay que dejarse llevar —vi que me asintió con una sonrisa orgullosa. 
Me alegra que pensemos parecido, tener las mismas expectativas en una relación es importante.
—Tenías razón, todo se basa en la enseñanza y en el ejemplo que uno tiene. Cobra sentido... ¿puedo pedirte algo?
Seguro.
—Si... volvemos a ir a la casa del lago, cuando sea el aniversario luctuoso de tu mamá y si vas a visitarla, ¿me dejas ir contigo? 
Claro. No veo por qué no podrías ir, pero, ¿para qué? —preguntó intrigado, pues mi petición lo tomó por sorpresa. 
—Quiero agradecerle —mi corta respuesta no lo dejó satisfecho de información. Aproveché que llegamos a otro semáforo para ser más específica—. Quiero darle las gracias por haberte criado de una forma tan bonita, también a James, pero... ambos crearon lo que eres y eso es algo digno de agradecer.




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