Una voz hermosa 2

16. Lo más cansado de la victoria es el regreso a casa

—Tranquilo, ya estoy aquí. Trata de respirar. 


Nos sentamos y ayudé a que se calmara con ejercicios de respiración. Con sus manos temblando a cada momento me es difícil entender lo que quiere decirme con desespero. Traga saliva constante y suspira para aquietarse, pero ni siquiera eso parece ser suficiente. Al menos sus manos ya están más quietas... un poco. Son de esas veces en las que el movimiento de las mismas se vuelve involuntario. 


—Ahora sí, ¿qué pasó?
Ayer antes de dormir hablé un rato con mi padre, eso me ayudó a relajarme y pude conciliar el sueño. Por eso de las tres de la mañana escuché ruidos casi imperceptibles, pero no le di demasiada importancia. Después, volví a abrir mis ojos por sentir un cariño en mi cabello. Alguien acariciaba mis mechones con sumo cuidado y lo que terminó por desconcertarme fue el sonido de un par de flashazos producto de fotos, junto con las palabras «ahora yo cuidare de ti». 
—¿Quién era? ¿Pudiste ver su rostro? 
Era Gina —dijo con una mirada indefensa. 


La expresión en mi rostro es imposible de explicar. Tantas cosas se combinaron que se resumen en una perfecta perplejidad. 


Me senté de golpe y ella salió corriendo. Había un gesto enfermizo en su cara, no pude dormir nada después de eso. Estoy muy asustado.
—¿Estás seguro de que era ella?
Sí. Reconocí su voz junto con su cabellera. 


Mi sorpresa aún no deja reaccionar a mi cuerpo con energía. 


Por favor, créeme. 
—Claro que te creo, es solo que estoy extrañada. 
Ayúdame —comenzó a inquietarse de nuevo, logré conservar la poca tranquilidad que aún había en su mente y luego un mensaje llegó a mi celular.


Es Darlene y me pregunta dónde estoy; mi ausencia mañanera preocupó a mis padres de inmediato. 


—¿Por qué siempre tenemos que volver a donde no estamos bien? No hay de otra... —pensé—. Vamos  Vincent, ven conmigo. Iremos a la mansión en busca de ayuda.
¿Qué podremos hacer ahí?
—El allanamiento de morada es algo más grave de lo que sucedió antes y esto sí pasó. Le pediré ayuda a mi papá con esto, no es bueno andar a ciegas y es seguro que él tiene contactos. Podrían detener esto por fuerzas de la ley.
No creo que quiera ayudarnos… o a mí.
—Si no lo hace ya pensaremos en otra cosa, por ahora hay que empezar a descartar opciones. 


Lo convencí de abandonar el parque y dirigirnos a la mansión. Ya veo venir el regaño de mi papá por salir a tempranas horas y sin avisar, pero tengo un objetivo como para distraerme con sus reclamos. 


Al llegar, senté a Vincent en la sala y pedí que le hicieran un té para que relajara los nervios. Mi papá apareció con mi mamá yendo por detrás, ambos notaron la presencia de Vincent en el primer segundo, pero no los dejé protestar y aclaré mis motivos e intensiones. Le expliqué a mi papá lo que había pasado en pocas palabras mientras mi mamá ayudó a Vincent al verlo nervioso de nuevo, su apariencia le provocó angustia. Se sentó con él y le ofreció el té cuando una mujer de servicio lo trajo.


—No es necesario que hagas las cosas tú, —expliqué a mi papá al haberme alejado un poco de la sala con él— solo quiero contactos y... que lo dejes quedarse aquí por un tiempo. Solo será hasta que logremos solucionar el problema. Después de lo que pasó no se va a sentir seguro en ese departamento y menos si está solo. Sé que si está cerca de mí puede lidiar mejor con esto y dentro de estas paredes esa loca no va a intentar acercársele...
—No.
—¿No qué?
—No puede quedarse aquí, ni va hacerlo.
—¿Qué? ¿Por qué? 
—¿Cuántas mentiras más me vas a decir, jovencita? —masajeó el puente de su nariz—. Huir es una cosa, desaparecerte por capricho es algo que no debería tolerar, pero aún así lo hice y ahora me sales con este teatro lleno de falsedad.
—¡¿Qué?! 
—Amber, he visto muchas cosas, pero llegar a este extremo obsesivo por querer estar con tu pareja, todo porque se han vuelto dependientes uno del otro, es demasiado. Ya basta de intentar violar mi autoridad. 
—¿Crees que estamos fingiendo para retarte o algo así? ¡Alguien se metió al departamento de Vincent! ¡Pudieron hacerle daño!
—Siempre buscan motivos para desobedecer y evitar mis reglas, esta no es la primera vez. Qué casualidad que ahora le pasa todo lo malo y tú eres la única a la que puede pedir ayuda. ¿Qué tantas ideas en la cabeza te ha metido? Si aceptaras que es una mala influencia para ti, nada de esto estaría pasando. 


No puedo creer que me hable así, ¿de verdad converso con mi padre?


—¡Esto es real!
—Pues de ser cierto es peor aún. Tenerlo aquí te pone en peligro a ti y a toda la familia, no voy a correr ese riesgo. No conozco a la mujer de la que hablas, pero este no es un problema que tú o tu familia tenga que afrontar.
—Pero...
—¡No es no! —dijo terminante. 


Un grieta apareció en mi lazo familiar con esa última negación. Ya no hay espacio para lágrimas, solo sentido de supervivencia y al parecer, en esta mansión ya no existe nada de eso. 


—Está bien... si no quieres ayudarnos nos valdremos por nosotros mismos. Gracias por hacerme ver que ni siquiera en mi papá puedo confiar —pasé por su lado sin prestar atención a sus retenciones y subí a mi habitación. Saqué una maleta de mi clóset y empecé a meter cosas. 
—¿Qué estás haciendo? —me preguntó al alcanzarme.
—Me ocupo de mis problemas sola —contesté malhumorada.
—¿Cómo te hago entender que todo lo que hago es porque busco protegerte? Para de hacer esto, ya basta de retarme en cada oportunidad que se te presenta.
—¡No! ¡Tú deja de creer que todo el mundo está en tu contra, no giramos a tu alrededor! No me importa si quieres cuidar de mí, —seguí metiendo cosas— no por eso voy a descuidar a Vincent y lo dejaré a su suerte. ¿Qué crees que le diré? ¿"Oh, está bien, busca apoyo en otro lado"? 
—La policía existe por algo, ¿le es muy difícil acudir y hacer las cosas por cuenta propia?
—Oh sí, como lo que me dijiste la última vez, ¿no? Se tardarán en procesar lo ocurrido y sin pruebas no harán nada. ¿Qué podríamos llevar para que nos crean? ¿La perilla, testigos? Oh, ya sé, ¡a mi novio consternado por lo que pasó!
—No me levantes la voz.
—Las personas en su edificio son despectivas con él por su discapacidad y no pienso dejarlo solo en esto. Nunca lo he hecho y no lo haré ahora. Si acude a mí es porque gracias a personas como tú que son insensibles, le es difícil recurrir alguien más dentro de esta horrible ciudad llena de gente desinteresada y hostil. La confianza es escasa, todo mundo busca... —apreté las cosas en la maleta para poder cerrarla— atacarte por la espalda a montones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.