Una voz hermosa 2

18. De escombros a monumentos

Me detuve a oír tras la puerta con el fin de pasar desapercibida. Por lo que escucho, Darlene se decidió a discutir las cosas con papá y la charla no parece ir por buen camino:


—¡No estás escuchando lo que digo!
—Nunca pensé que tendría que hacerlo, no quería escuchar cómo mi hija me habla sobre la manera en la que me dio la espalda. Creí que tus ausencias eran producto de una vida social, no laboral. Preferiste hacer crecer a alguien más en lugar de pasar los días con tu propia familia.
—¡No es así! 
—Diario salías, nunca te detuve porque confié en tu palabra de que estarías con conocidos y resulta que nada de eso era verdad. 
—Por razones como estas es que no te dije nada —dijo en un chillido—, no haces un intento por entenderme. Tu palabra siempre tiene que ser la verdad absoluta. Alimentar mis intereses no debería ser algo que te afecte, deberías estar feliz por mí.
—Lo estaría si fueras honesta. 


Intuyo que mamá no está dentro; como me encuentre aquí de fisgona me va ir mal a mí también. No debo escuchar conversaciones ajenas, no es nada respetuoso, pero debo echarle porras a Darlene.


—¿De qué me serviría ser honesta? Si te hubiera dicho de mi trabajo antes de empezarlo hubieras movido montañas para que no se realizara. 
—No soy un controlador, pudimos discutirlo y llegar a un acuerdo.
—Un acuerdo donde solo tú estés satisfecho, ¿no? Sabes que eso no funciona y no es verdad, ¡nunca lo fue!
—Modera tu tono, Darlene...
—¿Lo fue cuando te pedí ir a una escuela? ¿Lo fue cuando te dije que mi maestro privado me trataba como una tonta? ¿Lo fue cuando te dije que deseaba tener una licenciatura en medicina para poder estudiar pediatría? Solo me diste opciones en las pudieras tener el control de todo, nunca me dejaste hacerme cargo, no dejaste que me alejara de aquí. Nunca me tuviste confianza.
—Hice lo que hice para protegerte. No conoces el mundo como yo; serás una adulta, pero aún así eres muy ingenua. 


Eso hasta me dolió a mí. Es cierto que Darlene tiene su lado infantil (como todo mundo), pero también es de las personas más sensatas que conozco. Algo que no sabía es lo de su maestro... ¿será que por eso ella me enseñó a mí? Tal vez para que no pasara por lo mismo que ella... 


—Conozco el mundo y a su gente hostil. Salí de este lugar con veinte años y he podido enfrentar todo lo que se me ha presentado. No soy tan débil e inocente como piensas. 
—Pues tu forma de actuar ahora mismo me demuestra lo contrario.
—¡¿Por qué eres así?! Tan... insensible con lo que digo, ¡odioso!
—Si no estás dispuesta a hablarme con propiedad te invito a que vuelvas cuando sepas hacerlo. No voy a tolerar más levantes de voz... —abrió la puerta y caí de rodillas dentro de la oficina, ambos me vieron con sorpresa.

 

Ojalá escuchar la voz de papá acercarse me hubiera hecho reaccionar a tiempo. Al menos esconderme en la pared hubiera sido mejor que estar en esta situación, pude inventar una buena escusa si me veían pegada como azotador. 


—H-hola —reí nerviosa—, ¿e-está todo bien? Escuché mucho alboroto y quise liberarme de toda sospecha. 


Mi papá me vio en el suelo con desaprobación; parece que me uní a la discusión sin querer... 


Mi mamá llegó de su partido de tenis y al ver la situación en la que nos encontrábamos, se cambió rápido y llegó a la oficina. Ahora, Darlene y yo somos regañadas por las que al parecer, son nuestra faltas cometidas a lo largo de nuestros días aquí. 


—No puedo creer que tenga que abordar estos temas con ustedes, —dijo mi papá con una mano en la cadera y la vista baja— jamás creí verme en un problema de tal porte. Primero una me dice que mantiene una relación con un hombre taciturno y ahora la otra me revela que trabaja a mis espaldas. ¿Qué falta? ¿Hay algo que aún no me han dicho? Es buen momento para revelarse. 
—¿Por qué no te agradan nuestras decisiones? —reclamé, es obvio que no me voy a quedar callada—. ¿En qué te afectan? Estamos haciendo algo bueno por nuestras vidas...
—¿Algo bueno? Atarte a alguien que no se puede valer por sí mismo en la sociedad, que causa lástima a donde sea que vaya y que por una u otra cosa es un imán de problemas con la gente, no es un buen inicio para tu futuro, Amber. 


¿Y un riquillo obsesionado con sus propios interés sí? 


—Y tú Darlene, teniendo todo y más aquí, incluso negocios exitosos a los que podrías unirte o mostrar un poco de interés, prefieres irte y dar tu valioso tiempo a personas que no lo van a apreciar.
—No me gusta ninguno de los negocios que tienes aquí, son buenos y les deseo un futuro abundante, pero no encajo en ellos. Mis gustos me llevan a otro lado. Él tenía razón... —musitó al mirar a un lado. 


Esas últimas tres palabras resonaron en los oídos de mi papá, levantó la vista de inmediato para ver a Darlene con seriedad. Si el personaje masculino que traje conmigo ya lo tiene nervioso, saber que por parte de Darlene también hay uno, lo hizo perder la cabeza de un modo controlado:


—¿"Él"?
—No dije nada —cruzó los brazos molesta.
—No, te referiste a un alguien masculino, ¿acaso tú también tienes pareja? ¿Otro taciturno al que deba conocer?
—¡Papá! —reclamé. Solo me dedicó una breve mirada y la regresó a Darlene con el fin de exigirle una respuesta. 
—No me voy a molestar en explicarte lo que no te vas a dar el tiempo de entender.
—Entonces sí hay alguien, ¿quién es?
—¡Dije que no!


Ante tal escena, solo me encogí como método de "invulnerabilidad". Obvio sé que se refiere a Owen... o igual esa opinión se la dio alguien más, pero si mi papá va a enterarse de esa relación, no va a ser por mí. 


—¿Tienes algo que decir, Amber? —preguntó mi mamá tras haber prestado atención a mi cambio de actitud. Demonios, desperté su radar muy rápido. 
—No.
—Tú sabes quién es —reiteró mi papá.
—No es cierto.
—Amber, ya es suficiente de mentiras.
—¿Por qué yo habría de saber sobre su vida amorosa? Somos hermanas, pero también tenemos nuestras cosas privadas.
—Tu actitud tímida te delata, eres mi hija y te conozco muy bien. Habla de una vez.
—¡No sé nada! —chillé para poder liberarme de la presión; no voy a traicionar a Darlene, no quiero.




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