Una voz hermosa 2

19. El final no se siente si estás con la persona correcta

¿Sentir como si todo lo ocurrido fuera parte de un largo sueño con altas y bajas es algo descabellado? Creímos que al volver íbamos a tardar en retomar las viejas costumbres, pero como si fuera producto del desecho de una bolsa llena de estrés postraumático, nos acomodamos en un par de días. 


El hecho de que a James no le incomodara para nada nuestras muestras de afecto en los diferentes idiomas del amor, nos dio la libertad que sienten dos caballos salvajes al ser soltados en un verde campo. Tan pronto nos instalamos en nuestras habitaciones los juegos amistosos volvieron: tenemos como objetivo dejar bajo nuestras puertas un pequeño mensaje de "Buenos días", muy a nuestro modo, con la huella personal de cada uno; es un juego de cartas. Uno muy parecido a lo que hicimos cuando esta aventura comenzó, solo que más prometedor. 


Programé mi alarma para despertar temprano y dejar que mi mente inspirada de la mañana se encargara de elegir las palabras más honestas. Una media hoja me ayudó a dar como producto algo decente: «Quiero tenerte por el resto de mis días, disfrutar de tu compañía, besarte hasta el cansancio, hacerte reír cuando te sientas triste, cuidarte cuando sea necesario y estar para ti siempre que me necesites. Todo eso y más quiero contigo.» 


Revisé ortografía y redacción, todo es perfecto, ya solo falta la presentación final. Metí la hoja con cuidado en un sobre, la cerré con la típica técnica del salivazo y con la lengua aún pegada en el papel, me alarmé por escuchar ruido en el pasillo. Es Vincent saliendo de su habitación, ¡no puede aún! No he dejado su mensaje de buenos días bajo su puerta. 


Terminé de sellar el sobre apresurada, salí al pasillo y lo encontré de inmediato. Estaba a punto de cerrar la puerta detrás de él, cuando mi aparición repentina lo asombró bastante; menos mal lo alcancé antes de que avanzara más. Quiso saludarme amistoso, pero no le correspondí: lo regresé a su habitación igual a un maniquí sin darle explicación, cerré la puerta y deslicé la carta por el hueco de abajo. Eso es suficiente para darme a entender, ¿verdad? No puede salir de ahí hasta que lea mi mensaje. 


Pegué la oreja a la madera, lo escuché recoger el sobre y lo siguiente fue silencio. Sí, lee la carta conmigo aquí en el pasillo... es suficiente para mí. Sacudí mis manos satisfecha y volví a mi habitación, debo alistarme para desayunar... ¿o no? ¿Bajar con pantuflas será algo muy inapropiado? A lo mucho solo las ensucio con uno de mis descuidos... mejor me visto como debe de ser. 


Me dirigía a la puerta con las manos en el cabello para recogerlo, hasta que vi un sobre asomando en el suelo y por la orilla de la puerta; olvidé la misión de peinarme de inmediato. La liga para el cabello voló hasta chocar con la pared, ¡mi tan adorada respuesta llegó! Está frente a mis ojos brillantes. Me senté sobre mis rodillas y abrí el sobre para leer el texto (esperar a ponerme de pie y hacerlo con calma es algo que no quiero hacer). Mis ojos inspeccionaron cada letra con cuidado: «Te prometo que si no me sueltas la mano yo tampoco soltaré la tuya. Te prometo que si te quedas conmigo jamás te pediré que te vayas. Te prometo que te abrazaré hasta que entiendas que lo que quiero contigo tiene que ver con las cosas que nunca encuentran su final. Te prometo que si quieres pasar la vida entera conmigo, lo acepto, porque mi sentir es mutuo. Quiero una vida a tu lado. Me tienes para todo, no lo olvides.» Ay... ojalá tuviera una memoria fotográfica para guardar todo esto en mi mente y leerlo una y otra vez sin la necesidad de hacer tanto esfuerzo. Por lo mientras lo guardaré en una carpeta. 


Junto con estas demostraciones también llegaron algunos pasatiempos más: "los famosos juegos de rol". Tenemos mucho tiempo libre en casa, así que encontramos diversión en fingir, imaginar, crear o representar escenas de las varias formas en las que nuestra aventura amorosa pudo tener inicio. Incluso las primeras veces están invitadas; esto se convirtió muy rápido en nuestro pasatiempo favorito. 


Hasta ahí todo bien, pero cuando intentamos cosas nuevas, el rumbo de la conversación baila en la cuerda floja:


Últimamente haces lo que quieres e impones tus reglas y creo que te debo dar una buena lección para que aprendas a respetarme como pareja. Porque tienes que saber que tú... tú me perteneces, que tú eres mía y que nadie más te puede tener. ¿O es que acaso no lo...?
—Sabes —le susurré al ver que no pudo completar la pregunta. 
No puedo —dejó caer los brazos en frente de él derrotado. 
—Ya te saliste del rol... tienes que dominarme —dije inspirada. Otro poco y tengo un gorro de director en la cabeza. 
Es que no puedo. Me siento mal de hablarte así, perdóname. No eres un objeto como para decir que eres solo mía y de nadie más. Qué cosas tan feas, ¿de dónde sacas esas ideas?
—¡Domíname! —le exigí al agitarlo con cuidado.
¿No quieres mejor besitos y abrazos? Eso me sale perfecto. 


No pues no, para novio dominante no tiene futuro... eso es bueno. Su faceta respetuosa también me tiene encantada. 


—Solo es un juego... medianamente pesado, pero solo eso —dije para apaciguar su culpa—. Las palabras dentro de estos momentos no significan nada, solo es jugar con la imaginación. Sabes que en la vida real yo no toleraría una actitud controladora y sé de sobra que no eres así —sonreí. Como respuesta me abrazó, ¿no es un hombre adorable? 


James notó nuestra fascinación por las plantas tan pronto se enteró de los nombres de Dolly y Anori. Nos sorprendió con la noticia de que durante nuestra ausencia "adoptó" una zarzamora que comenzó a crecer atrás de la casa. Le había construido un arco para que se enredara a sus anchas sin ocupar el espacio de las otras y muy pronto, contestó a la atención que se le dio con frutos jugosos. El punto es que él va a volver a supervisar las cafeterías y cafés en persona con horarios fijos y debido a eso, ya no podría darle los cuidados necesarios; al parecer la planta es algo exigente. Ambos accedimos a tomar su lugar con gusto, nuestras tareas serían simples: podarla cuando sea necesario, retirar los frutos y evitar que las plagas afecten la planta. Fácil. 




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