Una voz hermosa 2

Epílogo

—¡Primer día de verano! —exclamé al estirarme al inicio de las escaleras y comencé a bajarlas—. Deberíamos organizar un viaje a la playa, he oído que el sol es muy bueno en estos días para nadar un poco.


Vincent ve por la ventana, se asoma con cuidado por una orilla de la cortina. 


—¿Quieres iniciar el día con un buen piropo? Tengo uno —me acerqué a él—: "No te deseo un buen día, porque yo te deseo todo el día". Se me ocurrió cuando venía para acá —dije llena de orgullo, pero ni me volteó a ver—. Oye, ¿qué haces ahí? 


Abrió los ojos en grande cuando notó algo en el exterior y volteó a verme. Está nervioso, mucho. 


—¿Qué te sucede? 


Quiso explicarme, pero su inquietud no lo ayudó. No puede hablar con calma y sus manos lo traicionan. 


—¡Suéltalo ya!
Tus padres están aquí. 


Me quedé pálida como fantasma, hasta la boca se me encogió. 


—Ja...ja, ja... ja, —reí entrecortada después de un pequeño silencio incómodo— qué buena broma —caminé a la ventana para ver por dónde él lo hizo. Aparté hacia un lado la cortina y metí la cabeza entera—. Decir que mis padres están a... ¡¿aquí?! 


La espalda se me puso de punta, los escalofríos pasaron como camiones por mi columna. Hay un carro en la entrada y no tardé en ver la gran figura de mi papá fuera de él; ayuda a mi mamá a salir tras extenderle la mano. 


Vincent asomó la cabeza por encima de la mía. 


—No es posible, ¡¿qué hacen aquí?! —retrocedí y choqué con él. Quise masajear mi nariz golpeada, pero mis nervios me llevaron a ignorar el dolor—. ¡¿Qué vamos a hacer?! —comencé dar vueltas con las manos en la cabeza—. ¿Cómo dieron con la casa? ¿No podían avisar sobre su visita? ¡Caer de la nada no es algo oportuno! Creí que nunca los volvería a ver. Pude haberme preparado. No hay que abrir, que dejen una carta con su mensaje en el buzón, eso nos dará tiempo para huir al bosque. Hagamos una mochila de supervivencia, aunque sea de último momento, nos ayudará por ni nos ataca un oso en el camino. ¿Hay osos en los bosques?... ¡¿Qué hacen mis papás aquí?! 


Vincent me detuvo al tomarme de los hombros y mis pies casi quedaron bailando. Parezco marioneta.


No entres en pánico, eso no nos va a ayudar. Podemos con esto, solo hay que averiguar el motivo por el que vinieron.
—¡Eso implica abrir la puerta! ¿Cuándo vamos a huir al bosque entonces? El tiempo no nos alcanzaría.
Olvida ese plan. Solo respira, ¿de acuerdo? Inhala... —el timbre lo interrumpió y terminó por alterarnos. 


No sabemos qué hacer. Correr en círculos ya no basta, tenemos que alejarnos de la puerta. Esconderse en la sala no sería suficiente, hay que moverse, ¡pero ya! Corrimos escaleras arriba igual a un par de niños asustados con nuestra habitación como destino. James venía en dirección contraria, intuyo que nuestro escándalo llamó su atención, pero no le dimos explicaciones y seguimos el rumbo sin parar. 


—¿Qué sucede? —nos preguntó al vernos subir a toda prisa.
—¡No estamos! 


El timbre volvió a sonar, eso le dio una pista. 


—Muchachos... —no tuvo más remedio que bajar y abrir él, ya que Darlene no está en casa.


Llegamos a nuestra habitación y cerramos la puerta agitados. La angustia y la inquietud van a tardar en desaparecer, ¡¿cómo llegamos a esto?!


—¡Estamos atrapados aquí! —chillé. 
Guarda silencio.
—¡¿Cómo que supone que me calle con todo lo que pasa?! 


Cubrió mi boca y agudizó el oído. Si no hacemos ningún ruido podemos escuchar lo que pasa abajo, muy en bajo, pero se oye. Le hice caso y escuché con atención. James abrió la puerta: 


—Buenas tardes —saludó él.
—Buenas tardes, —contestó mi papá— ¿usted es el señor James? 
—Sí, ¿en qué puedo ayudarle?
—Ella es mi esposa, somos los padres de Amber, ¿quiere ver una identificación que pruebe nuestro parentesco?
—Oh... no. No es necesario, está bien. Es un placer conocerlos en persona. 


Después de eso, la conversación se volvió intangible hasta para Vincent. El sonido de la puerta nos indicó que mis papás ya están adentro, James los había invitado a pasar. 


—¿Qué estará sucediendo allá abajo? Ya no puedo con la desesperación.
¿A qué crees que hayan venido?
—¿Mi reacción pasada te hace pensar que tengo una idea?
—¡Muchachos, tienen visitas! —llamó James desde las escaleras. 


Mi ansiedad volvió a empeorar, no hay otra salida. 


—Te dije que debíamos huir al bosque —dije cabizbaja. 


Avanzamos con sigilo por el pasillo, el inicio de las escaleras me produce pánico. Abajo de ella están mis papás, después de todo este tiempo de no verlos... y ahí están; logré percibir su aroma. Ambos nos asomamos por la orilla de la pared, James fue el primero en notarnos, habla con mis papás sobre su viaje hasta acá. 


—Oh, ahí están. Creí que no me habían escuchado cuando los llamé. 


Los dos voltearon a vernos, mi mamá saludó amistosa, sin embargo, su imagen alegre no combinaba nada con la de mi papá. Él solo nos vio en silencio. Tragué saliva y me armé de valor para bajar. Segundos después, ya nos habíamos reunido en la sala, todos de pie. Ni Vincent ni yo dijimos nada, no sabemos qué. Parece que hasta se nos olvidó cómo comunicarnos, ¿por qué sentimos pena por verlos a los ojos? 


El silencio al final se rompió:


—Lo lamento —dijo mi papá. Escuchar eso nos hizo levantar la vista—. Les pido una disculpa a los dos. 


Nos miramos por inercia. No parece que esté diciendo esto por presión de mi mamá, es por voluntad propia.


—Te juzgué mal, Vincent —apartó la vista de mí para verlo cuando escuchó su nombre—. Discúlpame por todas las malas experiencias que te hice pasar cuando viviste con nosotros. Saber que eres diferente me hizo dudar sobre cómo debía relacionarme contigo. Al ser la pareja de mi hija traté de integrarte a la fuerza a mi mundo y... no lograrlo me dejó sin ganas de invertir más tiempo en algo que creí era inútil. Me equivoqué contigo, te hice daño al limitarte de tal modo. 




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