Una voz hermosa

21. Cambio de papeles

Vincent está curado por completo, ¿saben lo que eso significa? ¡Que ya podemos volver a las viejas costumbres! Pero con precaución, porque Darlene y James siguen en casa. 


Llegué a sentarme en el sillón con Vincent. Me entretuve un momento con lo que había en el televisor. 


—James, tu jugo —insistió mi hermana.
—Oh, lo siento —le dio un sorbo mientras guardaba sus papeles.
—Siempre se te olvida, te estás ganando un envase para llevártelo al trabajo.
—Ni lo pienses.
—¿Crees ser muy grande para llevar almuerzo?
—No, pero no quiero llegar al trabajo con la camisa o el saco manchado. 


Darlene rio y se recogió el cabello. 


Yo también quería reírme, pero apreté los labios. Eso ya era anécdota en la casa. Fueron varias las veces que los cuatro nos detuvimos en algún lugar para degustar algo. El único que no disfrutaba del todo la experiencia era James, siempre derramaba o dejaba caer un poco de comida sobre su ropa. 


No es sucio para comer, pero cada vez que consumía algo en el auto parecía tener aceite en las manos. 


Mientras Darlene cuidaba que Vincent y yo no nos ensuciáramos, James ya había hecho un desastre él solo. No solemos mencionarlo por el respeto y cariño que le tenemos, no es como que se sienta orgulloso de eso, pero a veces solo por hacer una pequeña maldad, Darlene se lo recuerda con "discreción". 


Entre adultos se llevan a su manera. 


Acabaron de alistarse y salieron después de despedirse. Yo dejé salir una risita malévola y me acerqué con Vincent en pequeños y varios movimientos, quién seguía entretenido en su celular. 


—Oye... 


Movió la cabeza como respuesta. Cuando levantó la mirada ya estaba pegada con él. 


—¿No quieres estrenar? 


Reaccionó con asombro a mi sugerencia. La otra vez él tuvo la iniciativa y hoy yo tenía las ganas de demostrarla primero. Sonrió al igual que yo con complicidad, asintió con la intención de comenzar un nuevo y tan esperado encuentro. Nos acercamos totalmente dispuestos, cuando la puerta se abrió. 


No sé cómo brinqué que fui a dar a la parte trasera del sillón. Hasta Vincent hizo cara de dolor cuando me escuchó tocar el suelo. Se asomó conmigo y después vio la puerta. 


—Me reclamas a mi del jugo y a ti se te olvida tomar tu llavero antes de salir —dijo James desde afuera. 
—No me pasa diario —reclamó Darlene al agarrarlo.
—Para mi que necesitas traerlo colgando en el cuello como collar, señorita. 


Siguieron con sus comentarios fuera de la casa, de nuevo nosotros pasamos desapercibidos. 


—Qué mala costumbre de entrar así —dije aún en el suelo. 


Esto me pasa por atrevida... no tomé en cuenta que Darlene podría regresar a causa de sus olvidos. 


Vincent se levantó para ayudarme. 


¿Te hiciste daño? 
—No, estoy bien. 


Bien fregada. Esto no pasó cuando él actuó en aquella ocasión, ¿acaso calculó el tiempo exacto para no verse en problemas esa vez? ¡¿Por qué es tan perfecto?!


—Lo positivo es que no se dieron... 


Me interrumpió al tomar mi cabeza con ambas manos y besarme. Se separó lentamente y sonrió. 


Qué reconfortante. Definitivamente extrañaba esto, se siente un rico escalofrío en la espalda.
—¿Por qué tan de repente?
Lo siento, ya no quería esperar más. 


Qué lindo. 


No me gusta que nos interrumpan.
—A mí tampoco —tomé su mano— y menos si voy a terminar en el suelo —masajeé mi brazo. 


Rio y frotó nuestras narices después de darme pequeños besos rápidos. Ahí nos quedamos un rato sacando corazones como chispas. 


¿Qué haremos hoy?
—No sé, no se me ocurre nada.
¿Te apetece salir a algún lado?
—Tal vez, —me estiré— no tengo ganas de cocinar hoy. Vayamos a comer. 


Después de pensarlo con las hormonas tranquilas nos pusimos de acuerdo para visitar de nuevo la cafetería temática. Ninguno de los dos tenía ganas de estar en medio de ruido o personas intranquilas. Ya lo dije antes, ese lugar es acogedor. 


—Solo voy por las llaves y podemos irnos a probar esa baba de gusano —expliqué inspirada. 


Asintió con la intención de esperar ahí. 


Le di un beso de piquito y me di la vuelta para caminar, pero parece que después de todo no conozco esta casa de pies a cabeza. Me estampé contra una pared. Vincent no pudo evitar empezar a reír. 


—¿Quién puso una pared aquí? —dije en modo de queja al masajear mi nariz. 


Me volteé con "discreción". 


—Yo... no viste nada de eso.
Nada —sonrió. 


Esto de hacer escenas de películas no es tan fácil como parece... se necesita más coordinación de la esperada. 


En la ciudad la temperatura era más alta que en casa, lo cual, nos hizo ansiar más la frescura de aquel lugar con ambiente parecido al de una cabaña.


Por suerte, los mismos lugares que ocupamos esa vez estaban disponibles. Tomamos asiento y pedimos lo que deseábamos consumir. Nos advirtieron que tardarían unos minutos más de lo habitual, pero contesté que no había problema. Teníamos todo el día libre para disfrutar del exterior sin ninguna prisa.


—Anori y Dolly pueden disfrutar del silencio en casa, ¿no crees? 


Sonrió y asintió. 


Un ambiente fresco. 


Ambos notamos cómo las luces se bajaron un poco para llamar la atención a un espacio vacío que había al lado de un librero. Lo primero que vi fue una silueta oscura, pero la luz de una vela roja iluminó más de los esperado. 


Vaya, era el chico de la otra vez, qué coincidencia. Tenía cera roja derretida en su mano extendida con un pabilo encendido. ¿Recitará otro texto? 




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