Una voz hermosa

23. Los placeres sencillos son tesoros preciosos

Por fortuna, Vincent no sufrió ningún malestar cuando despertó, descansó muy a gusto. Además, no podía evitar hacer comentarios respecto a lo ocurrido durante su ausencia de razonamiento disciplinado, toda la mañana se la pasó hablando de eso.  


Estábamos acostados y al estar encima de mÍ, abrazaba mi cintura. Tan pronto se le ocurría algo lo usaba para molestarme.  


¿Te causé muchos problemas? —sonrió. 
—No... solo casi nos descubren con las manos en la masa. Bien enterradas.  


Río y se incorporó.  


Deberíamos beber un día juntos. Podría terminar en un completo desastre, pero sería una gran experiencia. 
—No lo creo. En base a lo visto, es claro que necesitamos del otro para no cometer algo de lo que nos podamos arrepentir después.  
Tal vez, pero no me vas a negar que sería divertido.  


Me mantuve en silencio llena de intriga y posible rechazo.  


—Sería una balanza muy inestable.  


Se acomodó para darme un beso y acostarse a mi lado. Entrelazó su mano con la mía y empezó a jugar con ella.  


¿Tu hermana estuvo feliz con su chamarra? 
—Sí. Creo que hasta la estrenó hoy. Estamos perdonados. 
Eso me recuerda que aún les debemos unos pasteles a los chicos. 
—Te embriagaron, ¿los vas a recompensar por eso? 
Para empezar ellos no me embriagaron. Tomé la copa completa y pedí otra por cuenta propia.  


Eso no me convenció.  

Y para seguir, los pasteles son parte del trato inicial. Tenemos que cumplir.  


Me resigné a estar de acuerdo, de todos modos no tenía ganas de pelear.  


—Los hacen los miércoles, tal vez podamos acompañarlos cuando Owen compre para su familia. 
No creí que entre ellos fueran tan unidos. Hay más cariño en su relación del que pensé. 
—¿Lo dices por la actitud de Drake? 
Nunca lo vi comportarse de tal manera antes.  


Antes de que todo se saliera de control en el bar, para pasar un rato agradable jugamos "Adivina lo que estoy susurrando". El ruido del lugar aumentaba la dificultad y sonaba divertida la idea. 


Entre ellos tres se castigaron con shots por cada equivocación, no fue tan difícil deducir que Drake sería el primero en consumir más bebida. Total que cuando a Owen le tocó adivinar, le pusieron una frase un tanto peculiar. Poco a poco la adivinó tras prestar atención.  


—¿Quieres casarte conmigo? —dijo con duda.  


Los dos asintieron energéticos.  


—¡Ay, acepto! —exclamó Drake al sentarse en sus piernas y abrazar su cuello, como si de una futura novia se tratara.  


Owen no tardó en dejarlo caer al suelo.  


—¿Por qué presiento que algún día van a usar este juego a su favor? —dijo al apoyar el brazo en su rodilla.

 
Ninguno de los dos le dio importancia al comentario y continuaron con el juego.  


—Incluso vi que Drake tiene una foto de Owen en su celular. 
Es verdad, yo también la vi.  

 

Por la elegancia de la vestimenta, es probable que se la tomaran después del baile, sus padres debieron casi obligarlo. Owen no es de esos que buscaría tal cosa por iniciativa propia. 


—Seguramente sonsacó a Lucas para que la consiguiera.
También es muy amistoso con él, ¿no crees? 
—Sí... 


En ese entonces, Lucas le pidió que le pasara algo al flexionar un poco la mano, Drake como respuesta completó un corazón. 


—¿Qué estás haciendo? —preguntó Lucas extrañado.
—Un corazón.
—¿Por?
—¿No lo vas a completar? —reclamó. 


Se portó tolerable y lo completó al rodar los ojos. 


Parecen tener una relación muy agradable entre ellos. Son buenos amigos —sonrió al mirar el techo. 


No tenía ni una duda de eso. 


Conforme pasaban los días se nos hizo hábito dormir con el otro. Creo que sufríamos de intranquilidad si no estábamos "cerca". Desde mi perspectiva, notar su ausencia o incluso sus cariños nocturnos me provocaba vigilia. Ahora resulta que si no estoy con él no puedo dormir, ¿cómo ven? 


Vernos a escondidas en el pasillo después de que James y Darlene estuvieran en el quinto sueño era casi parte de la rutina del diario. De ese modo, podíamos decidir en qué habitación dormir con calma. La mayoría de las veces no le daba tiempo de hablar y me iba con él. No hace falta decir que no se interpuso en ninguna ocasión. 


No me creerán que al principio me negué a continuar así, para algo cada uno tenía su habitación, pero como el listo que es, se encargó de atraparme con sus garras persuasivas. 


«Podemos compartirlas» 


Eso fue lo único que dijo y me convenció de alimentar esta noria entrañable. 


El día de hoy decidí permanecer en mi habitación para poder trabajar con mi autocontrol (si no lo hago, ¿qué será de mi?), pero otro problema se presentó. Dormir bajo las mismas cobijas creaba una temperatura agradable, lo cual enfrentaba con éxito a las bajas temperaturas. 


Todo mundo sabe que con un grado menos en la temperatura normal me convierto en un cubo de hielo, por lo tanto, con frío no puedo dormir aunque lo intente. Y para mi mala suerte, no tenía edredones extra... 


La vida se asegura de obligarme a hacer lo que no quiero. 


—Bueno, solo le pediré uno y volveré. Es fácil, puedo hacerlo. 


Atravesé el pasillo con cuidado de no hacer tanto ruido y tan pronto como estuve dentro de su habitación lo desperté al agitar su hombro con gentileza. No le iba a dar un almohadazo, ¿verdad? Igual y sí, su actitud de siempre (que se convirtió en atractiva) me volvió débil. Tiene toda la culpa de eso. 




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