Una voz hermosa

24. No me enamoré de tu envoltorio, lo hice de lo que nunca imaginé

Me hallaba en la cocina. Encontré una receta que lucía apetitosa y como tenía todo lo necesario en el refrigerador, me dispuse a prepararla. 


Puse un temporizador para respetar los tiempos indicados y comencé a lavar las cosas que ya no iba a ocupar. 


Tarareaba una canción contenta. La música me ayuda a mejorar en mi desempeño de ciertas acciones, pero como no sabía dónde estaba mi celular opté por esta opción. Además odio tener que limpiar a cada rato la pantalla mojada... 


Quise comenzar a hablar sola, cuando noté la presencia de Vincent atrás de mi. Me provocó un sobresalto. 


—Santo cielo, —exclamé alarmada— casi me... da algo. 
Lo siento, no era mi intención asustarte.
—No te escuché llegar, —suspiré— ¿qué sucede?
Nada, solo vine a ver qué hacías. 


Apoyó sus manos en el borde del lavaplatos por mis costados y asomó la cabeza por encima de mi hombro, pegando así nuestras cabezas. 


—Tenía ganas de hacer algo para comer y acabé aquí, lavando esto. Tanto traste para una comida de diez minutos...
¿Quemarás la casa esta vez?
—No, yo solo... ¡Ay! Sólo fue una vez y no la quemé, solo... se derramó un poco de guisado —tallé con más fuerza. 


Rio y me rodeó por la cintura para abrazarme. 


—¿A qué viene tanto afecto? —dije burlona.
Deseaba dártelo, practico lo de ayer —sonrió y volvió a rodearme. 


Entrecerré los ojos al sospechar algo. Parecerá difícil y poco creíble, pero hace mucho aprendí a identificar esas ocasiones en las que Vincent quiere algo, pero no lo dice directamente (porque sí, tiene esa manía) y esta era una de esas veces. Su neutralidad no lograba engañarme. 


Mal escenario para mi, no doy una en las adivinanzas... 


Cerré la llave y me volteé con él. 


—¿Es verdad eso? 


Asintió despreocupado. 


—¿No querrás recibir el gesto de vuelta?
De querer un abrazo tuyo te lo pediría sin dudarlo.
—O lo harías con acciones disimuladas. 


Arqueó una ceja al sonreír. 


—Te conozco, no llegas con alguien a darle afecto porque sí, quieres algo de vuelta.
—No frecuento las acciones condicionales. 
—Patrañas. 


Rio y se rascó la cabeza. Ya se sentía acorralado. 


—Espera, tengo las manos mojadas. Solo... —busqué con la mirada— encuentro el trapo y... 


Antes de poder acabar la oración me tomó de las mejillas para levantar levemente mi cabeza y me besó. Ya decía yo... 


Se mantuvo así por algunos segundos hasta que lo detuve. 


—¿Ves? Mentiste al decir que no querías nada —lo señalé.
De acuerdo, me conoces muy bien, señorita, pero la verdad es que no planeé nada de esto. Yo solo venía por un vaso de agua y te encontré aquí.
—Ajá... échame la culpa.
No hace falta que me lo digas, ya lo hice. 


Le di un golpe amistoso. 


Ahora tienes que hacerte responsable. 


Ambos sonreímos y volvimos a unir nuestros labios. Me valió tener las manos mojadas, apoyé los brazos en sus hombros y rodeé su cuello. Le encanta que lo haga, al menos eso sí me lo dijo. 


Sus manos bajaron a mi cintura de nuevo al mismo tiempo que me empujaba con suavidad contra el lavaplatos. Me mantuvo cerca de él. 


El beso se alargó, estábamos tan concentrados y sumergidos en nosotros mismos que no vimos un fin. 


El temporizador sonó de la nada, di un salto. Vincent sonrió y me dejó moverme para después echarse el cabello para atrás con una mano. 


—Esto es muy escandaloso, debería ponerlo de alarma —dije al intentar apagarlo. 


Rio y se recargó en el fregadero. 


—¿Qué tenía que hacer ahora? Oh sí, sacar eso, colar lo otro y sofreír eso... o ¿era primero sofreír?
¿Necesitas ayuda con algo?
—No, no te preocupes, puedo con esto —dije orgullosa—. Oh, pero antes... 


Me acerqué con él y lo abracé. Volvió a reír y no tardó en regresarme el gesto. 


—Creo que era necesario —dije al mirarlo al rostro y sonreír. 


Acarició mi mejilla hasta que despertó de su hipnosis. 


Ya que estás ocupada te dejaré continuar con tus experimentos.
—Sí, gra... ¡Ay! ¡No voy a quemar la cocina! 


Sonrió, me dio un beso en la mejilla y una última caricia con la mano. Tomó su vaso con agua y se fue. 


Mientras seguía atenta a la comida me puse a pensar en lo que había pasado. Qué feo se cortó el momento y todo por el temporizador gritón. No pude evitar verlo con desdén al entrecerrar los ojos. 


Estoy segura de que Vincent no se molestó por eso, de ser así lo hubiera demostrado, pero de cualquier forma, nos vimos interrumpidos con mucha brusquedad. Eso no es bonito. 


Quería recompensárselo de alguna manera y eso es lo que iba a hacer.

 

Después de muchos análisis, llegué a la conclusión de que ya era hora de que yo tomara la iniciativa. No estoy muy segura de cómo empezar, pero para qué me molesto en planear algo a detalle, si mi mente y cuerpo acaban haciendo lo que quieren en el momento. 


Sonreí con malicia mientras cortaba unas verduras. Amber va por ti, chico cabezota. 


Me llevó un par de días planear mi ataque frontal, pero ya estaba lista. Me preparé igual que boxeadora… solo para aclarar, no lo voy a golpear.


Caminé por el pasillo en dirección a la puerta de Vincent, me sentía llena de poder, no iba a meter la pata en esta ocasión. La última vez que me mostré atrevida terminé en el suelo por haberme apresurado, ¡pero ya no más! El día y la hora me ofrecían un campo abierto para hacer lo que quisiera. 




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