Asher:
Cayó inconsciente y solté sus muñecas, estaban rojas, las masajeó un poco, y acomodé su ropa. la recosté debajo de las cobijas y noté su labio, estaba lastimado de tanto que lo mordió, pasé mi pulgar sobre su labio y se manchó con la poca sangre que salía y chupé mi dedo. Salí de ahí y le envié un mensaje…
Hice lo que me pediste, espero que me pagues
-Ash
En el puente del centro de la ciudad, como siempre
-Z
Sira:
Me desperté sin saber qué hora era, tomé mi celular a las diez de la mañana y recibí dos mensajes.
Leí los mensajes y recordé que él estuvo aquí, me tocó…
Y en la mesa de noche había un papel, pero la letra era diferente a las demás cartas, esta parecía apurada y sin forma.
“Hay un regalito muy dentro de ti… demasiado profundo”
Y entonces recordé todo, rápidamente me senté y, sin tener más opción, los metí para encontrar qué era lo que estaba dentro y encontré algo, me tomó unos minutos sacarlo.
Dentro de mí había un USB con tapa, era de silicona negra, eso permitió que no se dañe.
Limpié ese USB con toallas húmedas, sería mentira decir que no me causaba curiosidad, pero sería meterme más a la boca del lobo.
Me puse un conjunto cómodo para salir y devolver el libro a la biblioteca y con suerte cambiar la cerradura de mi departamento.
De regreso al departamento me tope con Izan.
—Sira—
—Izan, no estoy de humor—
—¿Tu computadora no te ha dado más problemas?—
—Un poco, pero da igual— Dije tensa recordando como esa máquina estaba sin control, después volteé de nuevo. —De casualidad ¿sabes a cuánto está una computadora parecida a la mía?—
—¿Vas a venderla? Sería un desperdicio… Deben estar entre 200 y 450 dólares, no mucho la verdad—
—Está bien, gracias— volteé de nuevo para irme y me tomó del brazo suavemente.
—Espera… ¿no quieres ir a algún lado? Es una invitación—
—¿A dónde?—
—Creo que ví una tienda de discos por aquí cerca—
—¿Cómo sabes que me gusta eso?— mis nervios hicieron que mi pregunta salga a la defensiva.
—La última vez que te ví traías una camiseta de The Neighbourhood y ahora tienes una de Charli XCX— Dijo cruzando sus brazos y levantando una ceja.
—Ah, si, tienes buena memoria— sentí como mis hombros se relajaban.
Con tal de no regresar a mi departamento me fui con Izan.
A veces me pregunto si no salgo lo suficiente o solo frecuento los lugares que ya conozco, nunca supe de la existencia de esta tienda de discos. Parecía pequeña, pocos estantes pero cada uno tenía miles de discos diferentes, vinilos, CDs, camisetas, bolsas, todo.
Izan tenía en las manos un vinilo de Linkin Park “Meteora” y revisaba la lista de canciones en la parte posterior, mi celular vibró tres veces, la curiosidad me ganaba ¿y si era Z?
¿Disfrutando la cita?
-Z
Puede volverse interesante
-Z
Vi de reojo a Izan dejando el vinilo de lado.
Tomé un vinilo de The Weeknd sin saber ni siquiera que canciones traía y me dirigí a la caja y lo pagué, Izan al ver esto me siguió.
—¿Es en serio? ¿The Weeknd?—
—¿Qué tiene?—
—No pareces ser alguien que escucha eso…—
—Se puede comenzar ¿no?— Aclaré mi garganta. —Sabes… debo irme, que tengas buen día—
Me fui, él solo me hizo un gesto con la mano y salí. Caminé con la sensación de ser vista, en la calle había más gente pero me sentía como un fantasma, yo en mi mundo y ellos en el suyo. Trataba de caminar normal, pero sentía como si algo me seguía, algo grande, veloz, y mis pasos parecían ser más lentos.
Está detrás de mí.
Giré rápidamente, no había nadie, la gente caminando del lado contrario, algunos me voltearon a ver y otros ni se inmutaron.
Seguí caminando y llegué a mi departamento.
—¿Señora Nancy?— Dos golpes.
—Pasa Sira, ¿qué pasa?— Dijo
—Usted… ¿escuchó algo anoche?—
—No, nada. Probablemente fue la mejor noche de mi vida, dormí como un bebé—
—Me alegro por usted… Quería preguntarle algo—
—Claro, mi niña, con toda la confianza—
—Existe la posibilidad de que yo pueda cambiar la cerradura de mi departamento—
—Y eso porque—
—Solo por seguridad—
—No Sira, está casa fue heredada de mis padres, las cerraduras son fuertes, además ¿en donde has visto llaves de este tipo? son más que seguras que esas porquerías que venden en los supermercados—
—Tiene razón, está bien, gracias—
—Hasta luego— Dijo cerrando
No podía arriesgarme a perder el departamento, todas las residencias estaban ocupadas, era extraño, siempre al terminar un periodo había por lo menos un letrero de renta.
No fui a mi departamento, sabía que había una oficina de policía a pocas calles.
—Buenos días, quisiera hablar con un oficial—Le dije a la señorita detrás del escritorio.
—Un momento— Levantó el teléfono para llamar a alguien y me hizo esperar en unas sillas forradas con cuero que alguna vez fue nuevo.
—Soy el oficial Williams, dígame que la trae por aquí— me guío a través de una puerta de cristal, dentro había varios escritorios, agentes escuchando a quienes iban o haciendo papeleo.
—Me llamo Sira Vanderbilt, y creo que tengo un acosador—
—¿Desde cuándo?—
—Casi dos semanas—
—¿Tiene pruebas?—
—Sí, aquí— Le di mi celular, las capturas de pantalla que tomé, los mensajes, el oficial se colocó los lentes dejando el celular en el escritorio, y este se apagó. Volví a encenderlo y se lo pasé al oficial.
—No encuentro nada que incrimine a alguien señorita—
Fruncí el ceño, tomé mi celular y solo habían fotos que tomé, pero nada de las capturas. Revisé los mensajes, nada.