Unas flores para un corazón roto

1: M a r g a r i t a s

“Las margaritas representa la dicha y la alegría de estar vivos, eso ha significado tú regreso al pueblo al menos para mí, sé que son tiempos difíciles pero cada pétalo de estas flores son mis deseos de que todo mejore para ti; Un abrazo y un enorme te quiero para ti mi apreciada Ember”—Anónimo.

Coloque el ramo de margaritas en la pequeña mesa que se encontraba en la sala de estar, las facciones de mi rostro podían hablar por mí, me encontraba algo confundida pero también algo perturbada por haberme encontrado aquel ramo en la entrada de la casa; Sin embargo, no podía perder más tiempo en esta absurda situación, tenía que enfocarme en lo que verdaderamente importa.

El funeral estaba a unos cuantos minutos de comenzar por lo que sabía que ahí era donde tendría que concentrar cada gramo de mi fuerza.

—¿Ya tenemos un admirador?—la voz de mi prima irrumpió bruscamente en la habitación, mis pensamientos se dispersaron con rapidez—Parece que el pueblo está realmente emocionado con tu regreso.

—¡La gran hija perdida regresa al pueblo que detesta, solo por el funeral de su abuelo! ¡Claro que el pueblo me adora!—me burlaba de toda la situación para esconder en lo más profundo de mi toda la preocupación—Gracias por recibirme en tu hogar Jackie, significa mucho para mí.

—No voy a mentir, fue una sorpresa verte en mi puerta a esas horas de la noche—solo reía y se burlaba de aquella patética escena en la madrugada—Pero sabes que siempre tendrás un hogar donde acudir conmigo.

Salimos de la casa casi de inmediato, el clima era justo como lo recordaba, un calor insoportable a esta hora del día pero que al caer la noche un duro frío sería lo que recorrería las calles. No había mucho movimiento en la avenida principal, todos los negocios se encontraban cerrados, algunos a punto de hacerlo, casi toda la gente del lugar vestían de negro y algo me decía que todos se dirigían al mismo lugar que nosotras.

Parece que el pueblo sigue siendo esa gran familia que hace ya hace un tiempo deje atrás, un ligero sentimiento de nostalgia invade mi corazón, pero que se disipa con rapidez al saber que nunca he pertenecido aquí, ni hace 5 años y mucho menos ahora, podía escuchar los susurros de las personas que caminaban detrás de nosotros o las miradas que penetraban mi espalda justo al otro lado de la calle.

—¿Todos estarán ahí verdad?—seguíamos caminado, estamos a nada de llegar al cementerio.

—Desafortunadamente Ember, no olvides que tu abuelo era…—nuestras voces se hicieron una sola.

—El gran alcalde Sebastián lo mejor que le pasó al pueblo de Alcatraz, la pequeña villa especializada en flores—las dos completamos la oración, ambas reímos, pero era una risa diferente, una risa apagada. Su mirada me lo decía todo, a pesar de las risas era evidente que la tristeza era parte de ella en lo más profundo de su ser.

Solo una esquina más y nuestro lugar de destino se encontraría justo delante de nosotras, dicen que lo más difícil de perder a alguien no es verlo partir en el hospital o enterarte de que ya no se encuentra entre nosotros o el hecho de pasar toda una noche velando su cuerpo.

Lo más difícil es el momento de enterrar a tu ser querido porque es ahí cuando sabes que todo esto es real, que nunca más podrás ver su rostro, que nunca más podrás escuchar su voz, que nunca más lo podrás abrazar, cuando la tierra comienza a cubrir poco a poco el ataúd ahí es cuando te das cuenta de que toda una vida de amor a llegado a su fin.

Casi todo el pueblo se encontraba en el cementerio, algunos rostros se me hacían conocidos, otros no tanto, había desde personas de la edad de mi abuelo hasta niños corriendo por el césped, supongo que eso se trata el legado de alguien, no dudo que mi abuelo habrá ayudado en algún punto de su vida a todas las personas que hoy se encuentran aquí.

La multitud se disipaba cada que nosotras damos un paso, algunos le dirigían unas cuantas palabras a Jackie, otros solo daban unas cuantas palmadas en su espalda, yo seguía aferrada a su brazo, tratando de no hacer el más mínimo contacto con toda la gente que se encontraba en el cementerio.

Por fin llegamos, un frío recorrió al toparme de frente con el ataúd, Jackie corrió a abrazar a su hermana y a su madre que tenían un llanto incontrolable que llenaba de sollozos el lugar, no quería levantar la mirada, no quería encontrarme con mis padres, no quería encontrarme con él, pero sabía que eso era algo inevitable.

Levante la mirada lo más lento que la razón me lo permitía, mis dos padres me miraban fijamente, pero en el mínimo instante que nuestras miradas se cruzaron ellos las desviaron de inmediato, como si hubieran preferido que la que hubiera muerto fuera yo y no mi abuelo. Mire cada rostro de las personas que rodeaban el ataúd mientras sentía como el corazón latía con desesperación, pero poco a poco se fue calmando al darme cuenta de que él no se encontraba en el lugar.

Que triste es volverte a encontrar así abuelo, en una caja sin podernos despedir después de aquella noche, pensé mientras una decena de recuerdos se apoderaron de mi mente, porque la realidad es que a pesar de todo el dolor que viví en este pueblo, también fui feliz … muy feliz.

Unas cuantas lágrimas se deslizaron por mis mejillas por aquellos recuerdos, pero las limpié enseguida para que nadie me viera, solo quería que este funeral terminara, solo quería poder regresar a mi hogar. Solo que no tenía idea de las sorpresas que mi abuelo aún tenía preparado para mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.