Unas flores para un corazón roto

2: G i r a s o l e s

Espero que este ramo te provoque aunque sea una sonrisa, las girasoles son el claro ejemplo que con un poco de luz todos podemos llegar a crecer fuertes, hermosos e imponentes; Te mando toda la luz y fuerza en todo esto que hoy te ha tocado vivir, no eres menos que nadie Ember!”—Anónimo. 

Habían pasado dos días desde el funeral, aun se podía sentir toda tipo de nostalgia en el aire del pueblo, ese día nadie de mi familia me dirigió la palabra solo Jackie la cual fue muy recriminada por ello, todo esas miradas, esos susurros o esos comentarios que se supone que no debía escuchar pero que fueron pronunciados con el único propósito de lastimarme, todo eso no me permitió llorar la muerte de mi abuelo.

La noche había llegado acompañada con los mismos recuerdos de siempre, esos que por más que trates de evitar, te llenan de tristeza el corazón, me encontraba sola dando vueltas por toda la habitación, Jackie estaba en su turno de noche, a pesar de que podía tomarse los días que quería ella prefirió seguir apoyando en el consultorio como enfermera veterinaria principal ya que según sus palabras “Ayudar a otros es la mejor forma de que ella pueda honrar la memoria del abuelo”.

Aunque yo creo que ella está escapando de sus emociones, no la culpo si yo estuviera en mi hogar estaría atascada de trabajo, sé que no es lo más sano pero cada quien lidia con el dolor a su forma, al menos yo lo trato de afrontar siendo productiva.

Pero seamos honestos, evitar tu dolor, desvirtuarlo o simplemente ignorarlo es peor, el primer paso para superar algo es aceptando la pena que llevas dentro, es aceptar que no está mal todo lo que pasa por tu mente y todas tus emociones son válidas, las emociones deben fluir como el agua de un rio ya que si las contenemos por mucho tiempo llegara el momento donde se desborden y eso será la verdadera catástrofe.

Decidí salir a dar un paseo para que darle un respiro a mi mente, el pueblo era un lugar pequeño, aunque en la noche tenía más vida, las calles estaban repletas de gente, el bar se encontraba hasta el tope, la cafetería llena de familias compartiendo la cena, por un momento pensé en entrar a alguno de ellos pero aun no estoy lista para todos los cuestionamientos, suficiente tengo con los de mi familia.

Camine hasta el parque principal para mi sorpresa estaba más vacío de lo que esperaba, solo algunos padres cuidando a sus hijos mientras corrían por todo el lugar.

 —Es increíble que ese viejo columpio siga en el antiguo roble—un gran suspiro salió de mí.

Me senté en la banca que se encontraba más lejos de todos, estar aquí solo me recuerda todo lo que he perdido, necesito regresar a mi hogar, necesito estar en casa, necesito irme de nuevo de este pueblo y nunca volver.

Un nudo en la garganta, esa presión en el pecho y esa sensación extraña en mis ojos eran sean de lo inevitable, de un momento a otro explote en llanto, las lágrimas rodaban por mis mejillas, era un dolor que tenía en lo más profundo de mi ser, algo que venía cargando desde hace muchísimo tiempo.

Solo podía pensar en todas las veces que mi abuelo me trajo hasta aquí para tomar un helado, me cuido cuando estaba enferma, jugo conmigo hasta el amanecer y por todos los prejuicios de este estúpido pueblo no le pude decir adiós.

Mis parpados ya me pesaban, mi rostro y mi cabeza dolía por tanto llorar, el frio cada vez era más intenso, caminaba de regreso tratando de disimular todo lo que había pasado, a unos cuantas esquinas del parque me topé con Jackie.

—¿No podías dormir?—pregunto mientras se incorporaba a mi lado.

—Extraño mi cama eso es todo—reí y ambas seguimos nuestro camino.

—¿Estas bien? Parece que has estado llorando—caminábamos a la par pero ella ya no despegaba la mirada de mí, estaba decidida a encontrar respuestas— ¿Es por el abuelo o acaso te encontraste con…

—¡No menciones su nombre!—la interrumpí de golpe, podía notar cierto grado de preocupación en su rostro combinada con enojo—Perdón, desde que me fui de aquí no he vuelto a pronunciar su nombre.

—No fue mi intención, no volveré a tocar el tema pero debes estar preparada, el pueblo es pequeño tarde o temprano sabrás de él—nos detuvimos en la entrada de su hogar—Lo más seguro es que él ya sepa que tu estas aquí.

—No le importe aquella noche y mucho menos ahora—entramos a la casa, ella prendió la luz—Además después de la lectura del testamento yo me iré de nuevo, solo me he quedado porque el abuelo así lo hubiera querido. 

—¿Y los ramos no te interesa saber de dónde provienen?—miro las girasoles en la mesa.

—Unas flores no pueden hacer mucho cuando tu alma está herida—me despedí de ella y entre a mi habitación.

Miraba el techo en busca de respuestas, en busca de darle sentido a todo esto, pero nada parecía claro, solo quería que ya amaneciera, solo quería que se leyera el maldito documento para poderme ir de aquí.

Aunque el cuestionamiento de Jackie si me afectaba, si quería saber de sé que trataba todo este asunto de las flores, era inevitable no pensar y recordar todo lo vivido.

¿Y si es él? ¿Por qué ahora? ¿Qué busca? Demasiadas preguntas, pocas pistas, mire la note una vez más, pero el remitente se seguía escondiendo desde la palabra anónimo, el sueño me venció y solo me acompañaba la esperanza de que todo mejoraría mañana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.