Unas flores para un corazón roto

8: N a r c i s o s

“Los narcisos aseguran la felicidad del destinario según las antiguas leyendas, quiero que cuando sostengas este ramo, todo tu ser se llegue a impregnar de toda la admiración y respeto que te tengo, que el olor de estas flores sea como un abrazo para transmitirte todo la paz y amor que siento por ti; No se cuales sean las batallas que hoy te tocan pelear, pero sé que ganaras, naciste siendo una guerrera Ember, eres, fuiste y siempre serás la mujer más valiente que he conocido”—Roy Z.

Fui la última en llegar a la reunión, una parte de mí se sentía completamente aliviada ya que no tuve que pasar por ninguno momento incomodo esperando al abogado, otra parte de mi sentía que le dio excusa a “mi familia” para soltar todo su odio contra mí.

El abogado me hizo una seña, para tomar asiento en un lugar que al parecer estaba reservado para mí, a una corta distancia de él.

—Espero que no ocurra ningún inconveniente el día de hoy—el licenciando hablo pero nadie dijo ni una sola palabra.

Saco unos cuantos papeles de su maletín, el único sonido del lugar era el de las hojas de papel en las manos del abogado, las acomodo y separo en 5 lugares diferentes, procedió a dar lectura de ellos.

“El hecho de que estén escuchando estas palabras significa que le concederán a este pobre viejo su última voluntad, espero que estén aquí por el hecho de haber dejado a un lado sus diferencias y no por conveniencia personal”

No pude evitar reír en mi mente, mire disimuladamente a todos, quería ver esos rostros hipócritas fingiendo dolor cuando lo único que buscan es que sus bolsillos se llenen más y más cada día, sonara egocéntrico pero creo que soy la única que está aquí desinteresadamente, a mí no me importa que diga ese papel o que me hayan dejado o diferencia de la mayoría de los presentes.

“Crisela, Eliana, Selene, Jackie y Ember firmaran un acuerdo, para que después de 30 días y habiendo cumplido cada punto establecido, podrán hacer la lectura oficial de mi testamento; los 30 días empiezan a correr desde el día que se tengan las 5 firmas”

—¡¿Me está diciendo que toda la semana que ya pase en este estúpido pueblo fue en vano?!—Me pare con brusquedad del sofá donde me encontraba— ¡Toda esta lectura es una estupidez! ¡Toda esta maldita farsa de familia es una porquería!

—Si hubieran guardado la calma hace unos días señorita todo sería diferente señorita—su tono de voz me decía que estaba tan harto de esto como yo.

—¡¿Ya te urge lagarta de aquí verdad?!—los gritos de la loca de Selene no se hicieron esperar.

Ella seguía gritando pero yo hace mucho que deje de prestarle atención, su madre la animaba desde su lugar, la cara del abogado lo decía todo, era una escena patética.

—¡Al carajo todo esto!—me dirigí al abogado—Dígame donde firmar.

El señalo los espacios de donde debería firmar, dos donde solo iría mi firma y uno acompañado de mi nombre completo, pensé que eso haría que los gritos cesaran pero parece ser todo lo contrario.  

—¡Vean es una maldita interesada! ¡Está desesperada por cobrar su parte y poder seguir siendo una zorra!—los gritos seguían con la misma intensidad—¿O no vamos a hablar del porque no estuvo aquí los últimos años?

Creo que todos algunas vez hemos llegado a tal punto de quiebre del cual ya no hay reparación, llevas cargando con situaciones que le han hecho tanto daño a tu ser, tanto dolor a tu espíritu que eventualmente dejas de creer, dejas de luchar, dejas de creer que todo mejorara y tu brillo simplemente se apaga, se desaparece.

—¡Yo si lo recuerdo bien, tenía solo 18 años cuando abrió las piernas y se embarazo la maldita zorra!—en aquellos gritos podía sentar cada palabra cargada de tanto odio, en definitiva yo ya no podía estar aquí—¡Siempre fuiste y serás la deshonra para esta familia!

¿Acaso no pueden ver en mis ojos que estoy sufriendo, no lo pueden ver? ¿No pueden ver cuánto me pesa la vida? ¿No pueden ver el dolor que atraviesa mi alma? Estoy sufriendo pero nadie hace nada, todo el mundo me juzga, todo el mundo quiere que cambie pero ellos saben que me han hecho daño, todos quieren que sea otra pero nadie se hace responsable de mi dolor.

—Y todos nos hemos hecho la misma pregunta desde que llego—el odio era real, seguí ahí—¡¿Dónde carajos esta ese bebe?! ¡¿Dónde está ese niño?!

Hace unos días decía que quizás jamás había experimentado el odio pero hoy se cómo se siente, hoy lo puedo decir.

Odio a todos aquí, odio a este estúpido pueblo, odio que todo me recuerde a él, odio todo lo que este lugar me ha hecho pasar.

Tenía que salir de aquí, estaba temblando y unas cuantas lágrimas ya se hacían presente en el borde de mis ojos.

—Esta vez no te vas a ir…—Selena me bloqueo la salida.

No entendía por mi familia me odiaba tanto, no entendía porque me odian tanto por tratar de traer una nueva vida al mundo, pero ya no podía soportarlo mas y llegue a mi punto de quiebre. 

—¡Perdí a mi bebe!—mis gritos y sollozos llenaban el lugar, parecía que ahora nadie tenía nada que decir—¡Perdí a mi bebe cuando 5 cinco meses!

La cara de los presentes lo decían todo, solté una bomba y quizás al fin después de tanto tiempo sintieron culpa, se sintieron tan miserables como yo, ya que ellos que se supone que me deben cuidar fueron los que me soltaron cuando más lo necesite.




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