Unas flores para un corazón roto

11: A n é m o n a s

“Sé que se siente querer desparecer, sé que se siente ir perdiendo la esperanza poco a poco, sé que siente querer dejar de vivir. Las anémonas sirven para mostrar el sentimiento de abandono, ese sentimiento que se acumula en tu corazón cundo alguien que amas te allá dejado solo, sé que quizás mis palabras no significan mucho para ti pero quiero que sepas que a partir de hoy jamás dejare que vuelvas a experimentar ese sentimiento de nuevo; Te amo y si me lo permites te lo demostrare hasta el final de mis días”—Roy Z.

Coloque las flores en un jarrón con agua y salí al pórtico a tomar un poco de aire fresco, el sol se deslizaba poco a poco, creando un cielo anaranjado que hacía ver al pueblo de una forma muy hermosa.

Aun me encontraba algo inquieta por todas las situaciones que tuve que enfrentar en tan pocos días, no sabía exactamente como describir cada sentimiento que rodeaba mi ser, no podía conectar con cada uno de ellos.

Pero en este punto de mi vida supongo que está bien no saber que sentir, tampoco significa que sea algo malo, simplemente en ocasiones uno tiene que dejar fluir lo que lleva dentro aunque no sepa que rumbo tomar, simplemente es dejar fluir para poder crecer después.

—Hola—una voz familiar me hizo levantar la mirada de golpe—¿Ya te encuentras más tranquila?

Mi madre había hecho acto de presencia y yo estaba más conmocionada que nunca.

—¿Eso realmente importa?—no la mire—Si buscas a Jackie no está aquí, fue a hacer unas compras.

—No busco a Jackie…—se detuvo por unos segundos—Vine a ver a mi hija.

Un silencio se apodero del lugar, no mentiré una parte de mí se sentía sorprendida ver que se encentrará enfrente mío y aún más que me dijera soy su hija.

—Creí que tu hija murió hace 5 años cuando se fue del pueblo—seguía sin poder mirarla a los ojos—Mira estoy sumamente cansada de toda la mierda que he tenido que pasar en este pueblo, así que si no te importa prefiero dejar esta discusión para otro momento.

—No he venido a pelear yo no…—de nueva cuenta se detuvo—No tenía idea de que tu perdiste al bebe.

Sus palabras se sintieron como navajas que penetraban mi corazón.

—No voy a hablar de eso—me levante para entrar a la casa—No te mereces saber nada acerca de ella.

—¡Era mi nieta!—su voz se elevó—¡Merezco saber de ella!

Sus gritos hicieron que me detuviera, estaba cansada de todo esto, del cinismo, de la arrogancia de todos en el pueblo que se creen con el de derecho de exigirme explicaciones que solo me competen a mí.

Durante mucho tiempo creía firmemente que si las personas a mí alrededor tan solo supiera aunque sea un poco de todo lo que estaba luchando me entenderían, entenderían mis silencios, mis tardes en las que estoy perdida aquellas en las que no hablo con nadie, si entenderían cada una de las lágrimas que a veces llegan sin avisar…si tan solo supieran esta carga sería menor.

Esa forma de pensar me mantuvo a flote por mucho tiempo, pero ahora creo que no es verdad, ya que cuando amas a alguien, cuando de verdad quieres a alguien, cuando realmente te preocupa el bienestar de alguien no te importa ni su pasado, ni sus errores, ya que lo único que te interesa es amar a esa persona.

—¿¡Tu nieta!?—me acerque a ella—¡No tienes derecho a llamarla a si! ¡Ella como yo, no tiene familia!

Ella solo levanto la mirada, siempre ha sido una mujer, en el fondo sabía que tenía razón, sabía que tenía todo el derecho de estar enojada.

—Te necesitaba, necesitaba a mi mamá—sentía como mi voz estaba a punto de quebrarse—Se suponía que tú me debías cuidar, se suponía que cuando el mundo fuera demasiado aterrador tú serias mi refugio.

—Nadie nace sabiendo cómo ser madre y después de la muerte de tu padre yo…—hubo un pequeño silencio entre sus palabras—No supone como continuar, quizás fui muy dura contigo, yo solo hice lo que creí que era lo mejor para ti.

—No creo que abandonarme haya sido lo mejor para mí—se me formo un nudo en la garganta y voz llego a su quiebre—Ya nada de eso importa, estoy cansada de estos ciclos de dolor, dije que jamás regresaría pero veme aquí.

Ella solo me miro tratando de descifrarme, tenía la mirada clavada justo en mí.

 —Lo que realmente trato de decir es que…te perdono mamá—un gran suspiro acompañado con unas cuantas lagrimas salieron de mi—¡Que liberador se siente esto por Dios! Supongo que ya era necesario…te perdono.

Un silencio se apodero de ambas, sentía como mis lágrimas rodaban por mis mejillas, vi como unas cuantas lágrimas también se deslizaban por las mejillas de mi madre.

—Creo que es algo bueno para las dos, sé que no será fácil pero creo que lo podemos intentar de nuevo, las dos juntas ahora—se limpia el rastro de humedad que se impregno en su rostro.

—Supongo que sí, esto es el primer paso pero aun necesito tiempo—solo me encontraba ahí de pie—Necesito un poco más de tiempo.

—Lo entiendo, te daré todo el espacio que necesites solo quiero saber algo…—tomo algo de aliento—¿Qué nombre tenia ella?

—Abigail—le sonríe—Se llama Abigail y nos cuida desde el cielo.




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