Unas flores para un corazón roto

12: G e r a n i o s

“Ha llegado el día, el día donde sabré si estas dispuesta a intentarlo una vez, se cree que los geranios nacieron para representar que cuando realmente amas a alguien no importa las adversidades el amor seguirá inquebrantable como el primer día ese es el motivo por el que los he dejado hoy en tu puerta para que sepas que mi amor por ti será por siempre inquebrantable; Mi amada Ember no quiero que te sientas presionada, quiero que tu corazón sea el que te guie a cada paso que das y si él decide dejarme solo en el lago yo lo aceptaré sin embargo soy capaz de esperarte toda una vida”—Roy Z.

Todo esta situación era insoportable, una parte de mi quería correr hacia él, quería intentarlo una vez más pero otra parte de mi me decía que con el pasar de los días y con la lectura del testamento ya nos podrías ir de este lugar para nunca más volver.

Aunque el encuentro con mi madre me hizo ver las cosas desde otra perspectiva, que quizás realmente la vida me trajo aquí de vuelta para poder sanar realmente.

Aun así mi gran defecto ha sido que siempre sobre pienso todo, el pasar de los minutos hacía más grande mi agonía, una sensación extraña recorría todo mi cuerpo, supongo que se trataba de miedo, miles de preguntas emergían en mi mente una tras otra y como dicen por ahí algunas cosas no son buenas cuestionárselas porque duelen, duele saber cuándo no fuiste suficiente.

Recorría la casa, recorría habitación por habitación como si aquello fuera darme las respuestas que necesito, como si en algún rincón de este lugar pudiera darme esta seguridad que tanto anhelo, que tanto deseo para saltar, para poder decirle que si acepto, pero el miedo sigue aquí, ese miedo a volver a salir lastimada, ese miedo de volver a permitir que me hagan tanto daño que me dejen rota en el piso.

El reloj en la pared marcaba la hora acordada, suspire y me susurre a mí misma que era lo mejor, que lo mejor era no presentarme.

Salí al patio me acurre en un pequeño sofá que se encontraba en un rincón, me quede ahí por un buen rato observando como el sol poco a poco se escondía para anunciarme que ya era demasiado tarde para retractarme.

—¿Qué haces aquí?—Jackie irrumpió en la escena, tenía su uniforme lo que me daba a entender que su turno había acabado—¿No tenías que encontrarte con alguien en el lago?

—Creo que lo mejor era no presentarme—me tome unos segundos—Es lo mejor para todos.

—¿Exactamente para quienes Ember? Porque tu rostro me dice lo contrario, que te morías de ganas por ir a verlo—se acercó para incorporarse a un lado de mí en el sofá.

Hubo un pequeño silencio entre ambas, solo se podía escuchar a algunos insectos los cuales nos hacían compañía.

—No lo entenderías Jackie yo…—me interrumpió de golpe.

—¡¿Qué lo entendería?!—se mostró firme—¡Claro que lo entiendo! ¡Claro que se cómo se siente ese miedo! ¡Ese maldito miedo de volver a confiar, de volver a entregarte a quien tanto daño que te hizo!

—¡¿Entonces si tanto me comprendes porque me presionas a ir?!—sentía como las lágrimas estaban por llegar.

 —¡Porque…! ¡Porque…!—tomo coraje, me sujeto con fuerza y lo escupió—¡Porque él te ama y existen cosas que aún no entiendes!

Tanto ella como yo quedamos atónitas por sus palabras, ella porque parecía que dijo algo que no debía decir y yo porque estaba más confundía que antes, ¿Qué sabia Jackie que yo no? ¿Por qué tanta urgencia que vea a Roy si apenas ha tenido contacto con él?

La interrogue con insistencia pero ahora su boca era una tumba, me decía una y otra vez que solo era una percepción que tenia de él, que no sabía nada, que simplemente quería que yo fuera feliz, que lo intentara de nuevo porque las segundas oportunidades existen.

—¡No importa nada de eso ahora Ember!—la firmeza regreso a su voz me tomo con fuerza de nuevo justo en los hombros—Porque sé que me estas mintiendo, porque no puedes verme directamente a los ojos y decirme que no te mueres de ganas de ir tras él, no dejes que este estúpido pueblo te quite la oportunidad de ser feliz, ¡No lo permitas de nuevo Ember!

Ella tenía razón, mi mente no era lo suficiente fuerte para combatir la verdad, mi mente no era lo suficiente fuerte para apaciguar la llama que hay dentro de mi corazón, el miedo recorría cada fibra de mi ser, pero ahora mis ganas eran más fuertes que ellos.

Tome el ramo de geranios y corrí, corrí como nunca lo había hecho antes, mi corazón latía con fuerza, solo rezaba, solo pedía que el siguiera ahí, que el siguiera esperándome hasta el final de sus días, observaba como las personas me juzgan por mi apresurada necesidad de llegar a mi destino, pero ya no importaba, ya no importaba de lo que este lugar pensara ya que hoy escogía ser feliz sobre todas las cosas.

Mi ritmo disminuía conforme me iba acercando, hasta que llegue y a lo lejos lo puede ver, simplemente de pie esperándome aunque el sol ya se había ido, el seguía aquí como prometió.

—¡Roy! ¡Roy—gritaba para llamar su atención—¡Roy estoy aquí!

Él se dio la vuelta con brusquedad al escuchar mi voz, yo corrí con lo último de fuerza que me quedaba, casi al llegar me resbalaba por toda la humedad pero él me sujeto y solo se reía de mí.

—¿Qué haces aquí Ember?—el solo me mostraba la más bella de sus sonrisas—Espero que sea porque…




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