“Como te dije hace algunas semanas, los claveles nacieron del amor, nacieron de la pasión, nacen de ese amor que te hace entregarte sin miedo, con las claveles rosas te prometí que mi amor será eterno, ahora con estos claveles rojos te entregó mi ser, más allá de promesas, más allá de las palabras, más allá del tiempo, yo seré siempre tuyo; Mi amada Ember pasare el resto de mis días demostrándote cuanto te amo ”—Roy Z.
Pocos días habían pasado desde que me mude con Roy, su hogar era irreconocible, ya no era aquel pequeño y humilde lugar donde pasamos tantas tardes juntos, por los grandes ventanales se podía observar casi toda la vegetación que nos rodeaba, pero no era impedimento para que el sol entrara hasta cada rincón de la casa.
Me acerque con cautela a la sala de estar, ahí se encontraba Roy, plácidamente durmiendo, se veía con tanta paz parecía que nada lo molestaba ni siquiera la luz del sol que estaba a nada de cubrir su rostro, me acerqué y sin que el lo notara le di un pequeño beso en la frente.
Parecer un lugar tan grande y tan bonito sin duda alguna tener una sola habitación resulta un grave problema a la habitación, me dirigía a la cocina para colocar las flores en un poco de agua, unos pequeños bostezos me anunciaban que el ya se estaba despierto, se acerco a mi para abrazarme por detrás, podía sentir todo su aroma impregnándose a mí, duramos unos cuantos minutos en esa posición.
—¿Qué planes tienes para hoy?—pregunto mientras sacaba un poco de jugo del refrigerador.
—No es como que pudiera hacer mucho por aquí—me burle de mí misma—pero de hecho tengo que resolver unos asuntos del trabajo.
—En ese caso le informo que puede hacer todo lo que quiera, sin embargo, a partir de las 7 de la tarde eres mía—soltó esa estúpida sonrisa que me hacía quererlo más y más.
—Eres de lo peor…—trataba de disfrazar mi felicidad con enojo—Pero esta bien, seré tuya a las 7, ahora solo déjame trabajar.
El tomo una manzana de la barra, se fue victorioso de nuestra pequeña conversación, unos cuantos minutos después salía y entraba de la casa.
Coloque mi computadora en la mesa, tenia miedo de abrir mi correo y como me lo imagine tenia decenas de mensajes de Charlie, una parte de mi sentía vergüenza, otra parte algo de culpa por no informarle todo lo que estaba pasando, pero solo yo sabía porque no quería decir ni una sola palabra.
“Ember…
Estoy de acuerdo contigo, los nuevos chicos son muy talentosos, anexe tu columna a la revista, me pareció fantástica. Espero que todo se resuelva pronto.
Con cariño Charlie”
La culpa me invadía, fue una tortura leer cada uno de los mensajes, que cada uno mostraba más preocupación que el anterior.
“Ember…
Esta semana no recibí noticias tuyas, no me imagino todo lo que debes estar pasando, espero que todo este bien y no te preocupes con la revista, yo me encargo de todo.
Con cariño y te mando mucha fuerza Charlie”
Pensé que ya no me podía sentir mas culpable hasta que llegue al ultimo mensaje.
“Ember
Ya son mas de dos semanas en las que no he tenido noticias de ti, estoy sumamente preocupado por ti, se que eres una mujer extremadamente fuerte pero no tienes porque atravesar esto tu sola; Si esto sigue así te juro que iré a Alcatraz y tocare cada puerta del pueblo hasta encontrarte.
Un muy preocupado Charlie.
P.D: Te extraño todos los días”
Sin duda alguna era una muy mala amiga, miré la hora y fecha en la pantalla de la computadora, aun estaba a tiempo de enviar mi columna de esta semana, así que me dispuse toda la tarde a escribir, para mi sorpresa estaba muy orgullosa de la columna, pensé que estaría un poquito oxidada por no haber tocado la computadora en semanas, pero no fue así.
Revisé por una ultima vez, afine todos los detalles para después apretar el botón de “enviar”, por un momento me sentí ya libre de culpa, pero después de regreso con mas fuerza, me desparecí por días, simplemente le envió mi columna así sin más, definitivamente soy la peor de las amigas. En un impulso tome mi celular y le marque.
La otra línea solo sonaba, por un momento pensé que jamás respondería hasta que escuche su voz, sonaba tan aliviado que la culpa desapareció por completo.
Hablamos de casi todo, le conté acerca del testamento, de cómo me tendría que quedar por un plazo de tiempo, de cómo estaba tan molesta con mi familia, le conté casi todas mis aventuras que tuve que enfrentar desde mi llegada, salvo por una…salvo por Roy.
—¿Y después de esos 30 días que vas hacer?—me pregunto desde el otro lado de la línea—¿Y si lo que tu abuelo dejo escrito no es algo bueno para ti?
Parece estúpido, pero era algo que no tenia contemplado, me deje llevar por todo lo que sucede aquí que no fije que ese pequeño detalle, esos malditos 30 días.
—Se que es tu familia, se que es tu abuelo y sé que hiciste este viaje para cerrar esto de una buena vez…—Un pequeño suspiro se escuchó por el teléfono—¿Realmente estas dispuesta a cambiar toda tu vida, todos tus planes por alguien que te abandono?