Unas flores para un corazón roto

20: G a r d e n i a s

“Las gardenias siempre se han caracterizado por su perfume, con su elegancia y con la alegría que envuelve esta flor. Quiero ser simple contigo hoy, me haces muy feliz, quiero despertar junto a ti, el resto de mi vida, solo si tú estás de acuerdo…”—Roy Z.

Poco a poco mi vista se iba a aclarando, unos delicados susurros a mi lado invadían mi mente, el me miraba fijamente mientras delicadamente las yemas de sus dedos recorrían mi rostro, su gran sonrisa era lo primero que me saludaba al despertar, estos días habían sido espectaculares, parecía estar en un sueño, ese sueño que mi corazón anhelaba desde hace mucho tiempo.

—Al fin  estás conmigo—las yemas de sus dedos aun recorrían mi rostro—Quédate conmigo siempre.

—Tanto como duren nuestras vidas—lo bese con intensidad.

La fricción de sus labios con los míos, despertaba cientos de pequeños escalofríos que recorrían cada parte de mi ser, su aliento cálido embriagaba todo mi ser, sus manos se deslizaban por mi nuca hasta llegar a mis caderas, sin darme cuenta ya me encontraba encima de él, me despegue por unos cuantos segundos, podía ver como su rostro imploraba por mas contacto, me acerque para darle un ultimo beso.

Baje cuidadosamente, lo mire de reojo mientras salía de la habitación, él sonreía algo satisfecho, se levanto para seguirme, en la cocina solo un poco de café con fruta fue nuestro desayuno.

—Recuerda que hoy en la noche vendrá Jackie con Vanessa—mascullo dándole un sorbo a su bebida—¿Qué te apetece hacer hoy?

—Solo estar contigo—fui sincera, sentía que un pequeño rubor se hacia presente en mis mejillas—Aunque no es que tuviera otra opción.

Se burlo de mí, por el rubor y por la patética forma en que quise darle remedio a mi arranque de sinceridad.

—Bueno, seria un placer pasar todo el día contigo—el me sonrió—Y aunque tuviera miles de planes o opciones, siempre te elegiré a ti.

Una estúpida sonrisa aun se hacia presente en mi rostro, tenia miedo de aceptarlo, pero con el pasar del tiempo, con el pasar de los días, mi amor por el seguía creciendo.

Tal vez, sea muy tonta por llamarlo amor, aun mas por el hecho que ha sido muy corto el tiempo que llevamos juntos, pero ya teníamos historia, ya teníamos una conexión muy fuerte antes de aquella noche, un nudo en mi garganta se formo al recordarlo, aun había ciertas incógnitas en el aire, pero en ocasiones hay preguntas que no son buenas hacérselas, porque duelen, duelen mucho.

Pero creo que ya he vivido con mucho dolor como para seguir dejando que el miedo controlé mi vida.

—¿Estás bien?—pregunto y no obtuvo respuesta por parte mía, seguía perdida en mis pensamientos—¿Estás bien?

—Si, solo sabes que pienso mucho las cosas, mi mente vuela sin que yo lo pida—suspire, unos cuantos segundos pasaron—Sin embargo, creo que si he tomado una buena decisión.

Quizás el porque de que esto esté funcionando tan bien se debe a que somos bastante parecidos, en ocasiones el también se va, su mente no esta conmigo, lo noto triste algunas noches, pero parece que todo lo que le agobia se va una vez que posa sus ojos sobre mí.

La mañana transcurrió normal, algo lenta, pero estaba agradecida por ello, estábamos en el sofá acurrucados, viendo el cielo en los grandes ventanales, el sol iluminaba todo el lugar. Mi cabeza se colocó en su pecho, me acurre despacio, quería quedarme ahí por siempre, me sentía tan calidad, tan segura, tan en paz.

Casi por inercia el paso su brazo encima de mí, me abrazo con fuerza, como diciendo “te tengo” ese pequeño acto, hizo que mi corazón brincara de alegría, lo mire para asegurarme de que el también estuviera disfrutando de esto, pero su mirada decía todo lo contrario.

Era de esas miradas que me rompían mi corazón, estaba perdido, estaba triste, quería salvarlo, pero no sabía cómo. Sin darme cuenta unas cuantas lagrimas comenzaron a deslizarse por mi rostro, trate de secarlas lo más rápido posible para que el no lo notara, pero mis acciones fueron en vano, enseguida se sobresaltó al verme.

—¿Qué ha pasado? ¿Estas bie…—su interrogatorio ya había comenzando pero lo frene de golpe.

—¡No se trata de mí, se trata de ti y tú lo sabes!—fui directa, quería la verdad, querida ayudarlo.

Mi cuestionamiento lo tomo por sorpresa, por alguna extraña razón esa sensación de querer salvarlo se hacía más fuerte, era ya como una necesidad vital, lo único que quería era que el estuviera bien.

Una parte de mi se cuestiono si no era un acto de egoísmo disfrazado de heroísmo, estaba tan sumergida en mí, en lo que estos días han representado para mí, lo agradecida que estoy por tenerlo aquí a mi lado, me cuestionaba si mi orgullo se vio afectado por ver que quizás sus sentimientos no eran iguales a los míos.

Pero creo que me ha demostrado lo comprometido que esta con esto para dudar de él, me regañe a mi misma por considerarme egoísta o heroica, no se trataba de eso, estaba genuinamente preocupada por él, porque eso haces cuando la persona que amas esta en peligro, lo proteges.

—Ember no tiene nada que ver contigo o con nosotros si ese es tu temor, solo soy así como tú, me pierdo en ocasiones sin quererlo—sonaba sincero, pero ya estaba lo bastante preocupada para dejarlo pasar tan rápido.




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