“Tenemos que aprender a ser seres resilientes ya que nada en esta vida es seguro, ni la tormenta más intensa dura toda una vida, tenemos que aprender a crecer entre el concreto, tenemos que entender que todo pasa por algo, claro que puedes dejar que las situaciones te afectan, al fin y al cabo somos humanos pero jamás dejar que nos empequeñezcan; Querida Ember, querida amiga, querida compañera, querida todo, un vez que has sembrado tus raíces solo queda crecer, extiende tus ramas lejos, crece Ember, crece infinitamente… ”—Charlie.
No sabía en punto de la noche nos quedamos dormimos, recuerdo algunas lágrimas a lo largo de la velada, tengo aun en mis oídos el sonido de nuestras risas antes de que el cansancio nos venciera, recuerdo detenerlo en la puerta justo para pedirle que no se vaya, que no me dejara sola.
Comencé a abrir lentamente mis ojos, sentía su presencia tan cerca, sentía como su aroma me embriagaba, dormí justo encima de su pecho, al darme cuenta de la situación me levante de golpe cayéndome de la cama.
—Buenos días—me reí por la vergonzosa escena que acaba de protagonizar—Espero no haberte proporcionado una noche incomoda.
—Pesas menos de lo que imaginaba, no fue para nada incomodo, fue toda una dicha dormir a tu lado—me sonrió mientras se quitaba las sabanas de encima—¿Desayunamos juntos?
—Claro, nos vemos en el lobby, solo tomare una ducha y prepare mis maletas…—pronuncie esas palabras con miedo—Tu deberías hacerlo lo mismo.
Solo asintió con la cabeza, no dijo ni una palabra, me sonrió y salió de mi habitación, supongo que en mi rostro había la clara expresión de que no quería hablar. Entre a la regadera con la esperanza de que el agua abriera mis ideas, de que pudiera tomar de una vez por toda una decisión.
Solo sé que estoy cansada, cansada de tosa esta situación, una situación que llevo cargando por muchísimo tiempo, por años a decir verdad, me hace sentir patética solo pensar que apear del pasar del tiempo yo siga atorrada, atorrada en él, pensé ser lo suficiente fuerte para venir de nuevo aquí, para enfrentar a todo lo que un día me destruyo sin embargo parece que no, parece que aún tengo mucho que aprender.
El agua impactaba en mi rostro, deje que el agua me limpiara que se llevara todo lo que pesa en mí, sonreí en la ducha, sonríe para mí, sonríe porque quiero ser libre, sé que no es un camino fácil pero quizás el principio de todo sería el perdón solo que tengo que descubrir por dónde empezar.
Comencé a acomodar todo lo que traje conmigo, maleta por maleta, tenía cierta incertidumbre de si se era correcto todo esto pero supongo que mi mente sabe la respuesta, en ocasiones tenemos que tomar decisiones que son dolorosas para el corazón pero necesarias para vivir en paz.
—Supongo que es todo—susurre mientras salía del cuarto.
Charlie ya me espera en el lobby, parecía impaciente, apenas me vio una gran sonrisa se adueñó de su rostro.
—Quizás tarde demasiado—le sonríe ya delante de él.
—Hasta 10 segundos son una eternidad si no te tengo a mi lado—hablo, logrado que me ruborice.
—Deberías ser más cuidadoso con tus palaras sab… —me interrumpió.
—Sé que tus sentimientos no son los mismos, solo déjame disfrutar cada segundo a tu lado, sea como sea, como compañero o como amigo—suspiro—Pero si esta situación te molesta solo una palabra bastara para callarme… para callarme por siempre.
La yema de mis dedos se deslizaban por su rostro, me miraba de tal manera que no podía decirle que no, no podía obligarlo a callar, no podía romper mi corazón, pero tampoco quiero que piense que solo es un juego para mí, cuando es todo lo contrario, cuando se ha vuelto una pieza de mi vida, una pieza que si pierdo me derrumbaría por completo.
—No sería capaz de callarte para siempre—hubo una pequeña pausa—Solo quiere que cuides de tu propio corazón, solo cuídalo a el antes que el mío, solo prométeme eso…solo eso.
—Tengo suficiente fuerza para cuidar de ambos—tomo mis manos que seguían en su rostro—Eso lo sabes bien.
—¡Solo promételo!—ahora yo apretaba sus manos—Por favor, prométemelo lo necesito, necesito saber que tu estarás bien.
—Lo prometo—se rindió a mis suplicas—Te lo prometo Ember.
Caminamos a la cafetería en silencio, su rostro tenía una expresión extraña, algo me decía que se encontraba pensado, supongo que estaba analizando mis palabras. El lugar estaba casi vacío, lo cual me daba cierta tranquilidad aunque no dudo que la noticia de que un nuevo hombre me acompañe ya se haya esparcida por todo el pueblo.
Desayunos algo ligero, la plática se centró en trabajo, en que también le estaba yendo a nuestro sello editorial, en que talentosos eran los jóvenes que hacían su pasantía en nuestra empresa, en cuanto trabajo atrasado tendríamos en cuanto estemos en la ciudad.
—¿Estas lista para la lectura?—dio un sorbo del jugo de naranja que tenía entre sus manos —Aunque supongo que no es lo único que te ata a este lugar…
Me quede en silencio unos cuantos segundos, supongo que eso era lo que se encontraba pensando hace algunos momentos.
—La muerte de mi abuelo es lo que me trajo aquí y es lo único que me detuvo aquí en contra de mi voluntad—suspire—Nada más.