Unas flores para un corazón roto.

29: T u l i p a n e s / R o y

“Desde el día que nos conocimos me dijiste que tu flor favorita es el tulipán, no sé si porque esta flor están hermosa tanto como tú o por la calidez que representa; Dicen que lo que quieras decir dilo con un tulipán, más si se habla de amor sé que quizás lo nuestro no ha sido fácil pero nada que valga la pena es fácil. Mi quería Ember tu para mi eres un tulipán, porque representas el más puro de los amores, solo elígeme a mí, sabes que siempre se trató de ti…siempre fuiste tú”—Roy Z.

Habían pasado solo unas cuantas horas desde la lectura del testamento, desde que la vi alejarse sin poderle decir una sola palabra, sin poderle decir cuanto lo siento. Me encontraba impaciente, recorría la cocina de un lugar a otro, como si mi caminar me diera las respuestas a todas las preguntas que rondaban por mi cabeza.

Vanessa abrió abruptamente la puerta de mi hogar, se dirigió a donde yo me encontraba, se quedó mirándome por unos cuantos segundos.

—¿Cómo se encuentra? ¿Está bien?—la interrogue sin mirarla.

—Debe estar con Jackie en estos momentos, la encontró justo en el lugar donde dijiste que estaría—mascullo—Estaba sola.

Recalco la palabra sola, me hacía sentir que todavía no todo estaba perdido, que todavía las cosas se podían solucionar, que todavía había esperanza sin embargo no contaba con el tiempo suficiente.

Me deje caer en una de las sillas del comedor, “el tiempo” era algo que nunca estuvo a nuestro favor, que nunca estuvo a mi favor. La mirada de Vanessa ahora era fría, como si de alguna forma estuviera molesta conmigo.

—¿Qué harás?—lanzo la pregunta al aire—Veo que el plan de Sebastián no función como todos esperaban o mas bien no funciono como tu y Jackie esperaban.

Me quedé en silencio, nunca estuve de acuerdo con esto, nunca estuve de acuerdo de retenerla en contra de su voluntad en este lugar. Nunca estuve de acuerdo en limpiar culpas que no eran mías, por que yo no fui el que decidió ponerle punto final a lo nuestro.

Pero cuando supe que volvería no pude obedecer a mi buen juicio, no pude negarme a aceptar este absurdo plan, después ella aun con todo el miedo en su corazón acepto quedarse los 30 días y por un momento creí que las cosas al fin estaban resultando para nosotros, pero parece que no fue así.

Supongo que nada vuelve hacer lo mismo, incluso con la misma persona y mucho menos si uno no fue del todo honesto, si yo no fui del todo honesto.

—Supongo que lo mejor es que se vaya, que no siga perdiendo el tiempo en este absurdo pueblo…—hable lentamente, de tal forma que pudiera entender cada una de las palabras que pronunciaba, para entender que yo ya no seria parte de su vida—Es lo mejor para todos.

—¡Eres un cobarde!—Vanessa alzo la voz—¡Eres un maldito cobarde! ¡Solo te estas escudando en las decisiones de otros! ¡Solo estas tomando la salida fácil! ¡Solo la estas dejando ir de nuevo!

—¡¿Qué quieres que haga?! ¡¿Quieres que ella siga sufriendo?! ¡¿Quieres que este lugar le quite hasta el último gramo de felicidad?!—grite, grite de tal forma de sofocar de alguna manera el dolor que se encontraba en mi alma—No puedes juzgarme, tú no sabes todo.

—¡¿Qué se supone que no se?! ¡Que la estas dejando ir de…—en el tono de voz aún se podía sentir su molestia pero la interrumpí.

—¡Tú no sabes que fui por ella! ¡Nadie lo sabe!—le grite de tal forma que su rostro quedo en blanco, grite de tal forma para liberarme de aquello que me encontraba cargando desde hace muchísimo tiempo—Eso…nadie lo sabe, que yo fui…por ella.

Aún recuerdo ese día con claridad, habían pasado casi dos meses que se fue, de que la alejaron de mí. Pero todavía no podía rendirme, todavía no, aun con las amenazas por parte de su abuelo, aun con todo eso yo tenía que decirle que no fue mi decisión el no abordar el autobús con ella aquella noche.

Así que una tarde me escape, me escape para ir por ella, recuerdo subir al primer autobús que partía la ciudad y fui por ella. No tenía ninguna pista, no tenía por dónde empezar a buscarla, jamás menciono tener familia y aunque tuviera dudaba mucho que alguien le brindará el apoyo que aquí le negaron.

Solo sabía que estaba embarazada, pero mientras el autobús se alejaba del pueblo recordé que en una de las tantas noches que pasamos juntos menciono que quería estudiar comunicación, no era mucho pero al menos ya tenía algo. Algo que me podía llevar a ella.

Al llegar a la ciudad recorrí todas las universidades que encontré en un pequeño directorio que compre en la central de autobuses. Al llegar a la primera no me quisieron dar información algún, estaba algo nervioso lo cual no ayudo en nada a que me dieran algo aunque sea una mínima pista, al ver lo excesivo que eran las cuotas sabía que Ember no podía estar aquí.

En las otras universidades invente la historia de que se trataba de mi hermana, que la habían echado de casa porque estaba embaraza, pero que ahora nuestros padres estaban sumamente arrepentidos y que la vine a buscar, la vine a buscar para llevarla a casa.

Lo cual pareció resultar bastante bien, todos parecían conmovidos por la historia, fueron más amables y me ayudaron en todo lo que se encontraba en sus manos pero no había rastro de ella, poco a poco comencé a perder la esperanza, solo por una pequeña platica que tuvimos no significa que ella realmente estuviera estudiando, realmente no sabía si se podía dar el lujo de estudiar ahora que se encontraba sola.




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