“La primera enseñanza que nos deja otoño es el soltar. El soltar es dejar ir aquello que te quita la fuerza, la energía, es despedirse de lo que no te deja vivir en harmonía contigo y con tu entorno. El soltar es aprender de aquello de que en algún momento nos llegó a destruir pero que ahora no tiene control sobre nosotros o nuestra vida. Soltar es dejar de aferrarnos a situaciones, personas que ya se han ido, objetos o emociones…Soltar es una perdida solo para dar comienzo a lo nuevo”—Ember.
Ya habían pasado dos semanas desde mi primera sesión con Aurora, a pesar del poco tiempo que llevaba asistiendo a terapia, sentía algún tipo de cambio en mí, no podía explicar exactamente de que se trataba, pero por alguna extraña razón ya me encontraba…mejor
Fue hasta que me encontré en esas cuatro paredes que me pude percatar de lo peligroso que era el sitio donde yo me estaba.
Supongo que uno lo sabe, sabe cuándo está mal, sabe a que se refiere su mente cuando dice que quiere dejar de sentir, dejar de sufrir, dejar de llorar.
Aun muchas cosas me dolían, la herida siempre estuvo ahí, solo que no le prestaba atención o quizás solo miraba a otro lado con la esperanza de que en algún punto de mi vida esta se cerrara por si sola. Recuerdo el llorar enfrente de ella, el como solo unas cuantas preguntas bastaron para poder romper mi corazón, bastaron para quebrarme. Sabía que, si quería sanar tenia que ser honesta, honesta conmigo, honesta con ella, así que deje que todo saliera a flote, todo aquello que atravesaba mi mente, todo aquello que no me dejaba en paz.
Recuerdo llorar mas de lo que se puede, recuerdo llorar mas de lo que humanamente era posible.
Mi tarea de esta semana era “dejar ir todo en una carta” sonaba tan sencilla, pero sabia que era extremadamente difícil para mi corazón, no sabia ni por dónde empezar.
¿Fui una mala persona? ¿Fui una mala mujer? Logre escribir en una hoja de papel que tenia a mi lado.
Deje caer en lentamente mi rostro sobre la mesa, veía la hoja, el lápiz y mis preguntas a unos cuantos milímetros de mí. Suspiré con fuerza realmente me preguntaba si era cierto lo que puse en el papel.
Deje la mesa para acurrucarme en el sillón, seguía con la mirada fija en la hoja de papel, pensando por dónde empezar ¿Cuál era el origen de todo? ¿Qué fue lo que llevo a este lugar?
“Aquel 23 de Septiembre de 2015”
Logre escribir por impulso, mi mano temblaba y mi mente se disparó.
“Aquel 23 de septiembre de 2015 donde jamás llegaste…
Recuerdo todos los planes que teníamos, recuerdo todas las promesas que algún día nos llegamos a hacer, éramos dos niños descubriendo sobre que trata el mundo, tratando de descifrar sobre que va el amor, sobre entender que era lo que sentíamos.
Siempre soñé con encontrar aquella persona que seria la que me acompañaría por el resto de mi vida, yo estaba segura, o al menos mi mente y mi corazón así se sentía contigo.
Recuerdo el primer abrazo, recuerdo el primer beso, la primera caricia, la primera noche que pasamos juntos…lo recuerdo todo con exactitud…recuerdo todo.
Estaba ahí esperando, esperándote, se suponía que serias aquel que me salvaría, que nunca me dejaría sola, en ese momento subiendo aquel autobús, mirando hacia cada rincón del lugar, buscándote, tratando de entender que había pasado…rogándole a Dios que no te pasara nada…tratando de entender ¿por qué?… ¿por qué?…el cómo simplemente me dejaste ir.
El cielo era oscuro, vi alejarse todo, vi como simplemente me dejabas en tu pasado, me pregunto si lloraste o siquiera te dolió el nunca llegar…recuerdo que ahí fue donde nació mi miedo…mi miedo al olvido.
Ya que ahora tenía dos grandes problemas, el tratar de entender como hiciste para olvidarme y enseñarle a hacer lo mismo con mi propio corazón.
Quería odiarte, quería tener la oportunidad de poder gritarte a la cara que el amor que te tenía ahora se había ido y que jamás regresaría, yo quería que de alguna forma tu sufrieras, que sintieras, aunque sea una mínima parte de lo que yo estaba sintiendo.
Se supone que seríamos una familia, se supone que éramos tu y yo contra el mundo. Pero quizás algunas no están destinadas a funcionar, simplemente a veces ni todo el amor del mundo es suficiente. Eso lo aprendí a la mala, cuando la perdí a ella.
Supongo que fue ahí cuando…cuando todo se desmorono.
Aun sintiendo ese dolor en mi espina dorsal, aun recuerdo ver la sangre por todos lados, aun recuerdo ver pedazos de cristal volar a mi alrededor, aun recuerdo a la medico decirme que no pudo hacer nada, que la vida que llevaba dentro de mí se había apagado.
Una parte de mi vida se fue con ella, una parte de mi vida se apago con ella y es una luz que jamás podre volver a encender.
Después de la carta de mi abuelo, a quien ahora prefiero olvidar, prefiero decir que jamás formo parte de mi vida, se que ese era su mayor miedo, pero el jugo un papel importante en todo esto.
Ahora sé que no todo fue tu culpa.
Ahora sé que también sufriste.