Unas flores para un corazón roto

33: P r e p a r a c i ó n

“La segunda enseñanza de otoño es la invitación a la preparación, prepararnos para la llega del invierno, prepararnos para la siguiente estación fría. Nos invita a tomarnos un momento para poder sobrellevar todo lo que nos aqueja o aquello de las culpas que cargamos, nos invita la preparación de un proceso de sanación con nosotros mismos y con nuestro entorno; Nos enseña que podemos prepararnos para lo que sea y lo más importante es que esa preparación no tiene que ser en soledad…”—Ember.

Aquella noticia me había tomado completamente por sorpresa, sabia que estuvo enfermo, sabia que el cáncer lo ataco una vez, pero no sabía que seguía ahí, no sabía que recayó. Aquella noticia parecía que había roto todo el avance que tuve a lo largo de estas semanas.

—¿Cómo te sientes hoy?—Aurora seguía haciéndome la misma pregunta una y otra vez, me negaba a contestar, como si de alguna manera el negar que me sentía mal hiciera que las cosas cambiaran. Desafortunadamente no servía de nada.

Paseaba mis manos por el pequeño sofá aterciopelado en el que me encontraba, tenia la mirada perdida, recorriendo la habitación por milésima vez, como si los cuadros ahí colgados me dieran la fuerza para hablar. Aurora seguía en silencio, calmada, no me presionaba en lo absoluto, nos quedamos en un largo, pero para nada incomodo silencio.

—Esta mur…esta muriendo—tartamude pero al fin hable—Esta muriendo y yo estoy aquí.

Pronunciar aquellas palabras fueron como si miles de navajas atravesaran mi ser, impregné el lugar de pena, miseria y culpa. Me sentía sola, sentía como si la vida misma se burlara de mí, como si de todas las maneras posibles esta me dijera que no, no me merezco una pizca de paz, que no merezco una vida plena.

Aurora parecía confundida, con un ademan me invitaba a hablar, que yo continuara si yo lo quisiera.

—Roy—mi voz fue como un soplo del viento, un soplo lleno de dolor—Roy esta muriendo.

Fue un gesto muy ligero, pero pude notar que aquella revelación la habían tomado por sorpresa. Me miro por unos cuantos segundos, como si estuviera buscando las palabras correctas.

—¿Y como te hace sentir eso?—hablo pausadamente, tenía una serenidad intacta en todo sus rostro—Se que la muerte se ha hecho mucho mas presente en tu vida de lo que tu quisieras.

Era cierto, todo esto empezó con la partida de mi abuelo, que aún no he podido procesar por todo lo que la rodeo y ahora empezar que otra persona va a partir de mi vida sin la oportunidad de cerrar esto dolía.

Dolía de una forma diferente, una forma de dolor que jamás había llegado a experimentar era como si el solo hecho de respirar dolía, dolía el aire, dolía el agua, absolutamente todo liberaba connotaciones que dolían, quemaban, era como si donde se supone que se encontraba mi corazón ahora solo había un agujero negro succionando todo a su alrededor con el único propósito de la autodestrucción.

—Estoy cansada, estoy sumamente cansada de todo esto—las palabras salieron de mi sin mucho fuerzo, sentía mi voz al borde del quiebre, sentía que mis ojos estaban por liberar un sinfín de lágrimas—Estoy…cansada.

Esa era la palabra correcta, era como si pudiera englobar todo lo que sentía en esa pequeña palabra. Estaba cansada, de sentir todo este dolor, todo este pesar, toda esta culpa, estaba cansada de no poder sonreír honestamente, estaba cansada de poner estar en paz, de que todas las noches en algún punto de esta me sintiera vacía, sola, incompleta.

—Quiero dejar esto atrás, quiero comenzar a vivir, quiero vivir—mi voz se quebró, sentía como las lagrimas llegaban ya, no me da pena llorar, en este punto no, era mi mecanismo de defensa—Me duele sentirme responsable de todo, me duele que se le dio tanta prioridad a cosas tan banales, me duele que todo el mundo me haya abandonado y me duele que el este partiendo, me duele pensar que soy responsable de su muerte.

Un silencio se apodero del lugar, no podía descifrar que era lo que ella estaba pensando, me miro fijamente para por fin hablar.

—Ember te diré tres cosas que son muy importantes—suspiro—No eres responsable de las decisiones que tomaron los demás y ahora afecta su vida. no eres responsable de su enfermedad y no fue tu responsabilidad el accidente donde perdiste Abigail.

 Sus palabras resonaban en mi mente, ella siguió hablando.

—Cambie el “debo” por el “quiero” tú eres la única persona que es capaz de elegir como debe sentirse, no importa lo que paso, lo que otros piensen, tú eres la única responsable de tus emociones, ya no más “debo sentirme culpable por lo que paso” si no un “quiero sentirme culpable de lo que paso” ahí radica lo poderoso que son las palabras y lo poderosa que es nuestra mente—se quedo en silencio unos cuantos segundos mientras yo procesaba la información—Y la muerte es solo un proceso, un proceso natural que tarde o temprano todos atravesaremos.

—¿Entonces yo eligió sentirme culpable?—pregunte con miedo.

—Nadie te ha señalado por lo que veo, eres tu misma que aun no ha encontrado la forma de perdonar y perdonarse por todo lo que paso, somos humanos Ember, está bien lo que sientes, esta bien que te duela pero no puedes dejar que ese dolor se apodere de tu vida, las emociones existen para acompañarnos, no para aprisionarnos—tiene la mirada diferente como si de alguna manera quisiera que yo me sintiera en paz—Quizás con tu abuelo no tuviste la oportunidad de perdonar, de cerrar ese ciclo, ahora puedes, tienes la oportunidad pero recuerda que no debes dejar de tus emociones tomen el control de tu vida, el control de tu vida esta en tus manos, solo debes ser valiente para tomarlo y recuerda que cada quien tiene su tiempo, solo tienes que prepararte para cambiar.




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