“Si alago caracteriza al invierno es los copos de nieve, ver como cubren todo, como llena de frio la tierra impidiendo que la vida florezca, pero creo que los copos de nieves son como las adversidades que la vida nos presenta; Tú decides sin quebrarte a llorar por que la nieve cubre todo o salir a bailar en ella, la vida se trata de eso, de cómo reacciones ante lo que te pone en frente”—Ember.
El paisaje estaba cubierto por una fina capa de nieve, el césped, las flores, las casas, todo tenía un pequeño caparazón color blanco, el aire era helado, parecía que ni mis guantes ni mi abrigo eran los suficiente cálidos para combatir la temperatura. Baje las escaleras para llegar a la recepción, la joven me dio los buenos días, camine hacia afuera, el aire era aun mas frio de lo que esperaba, podía ver mi respiración, frote mis palmas hasta llegar a la única cafetería del pueblo.
Al parecer era la única clienta, agradecí colocar mi alarma para levantarme tan temprano, camine con dirección a una mesa que se encontraba en el rincón del lugar, coloque mi computadora en esta mientras esperaba ser atendida. La misma joven de siempre se me acerco para tomar mi orden, una taza de chocolate caliente y una canasta de pan fue mi elección, me dejaron sola.
Me coloque mis audífonos mientras esperaba la llamada, el icono de llamada entrante se coloco en el centro de la pantalla de mi computadora, acepte y ahí estaba Aurora desde su hogar.
—Buenos días—fui la primera en hablar—Gracias por atenderme a esta hora.
—No hay problema alguno—respondió con una sonrisa—¿Aun no has tenido el valor de ir o que es lo que te impide ir?
Ya habían pasado una semana desde mi llegada a Alcatraz, pero aún no había juntado el valor para ver a Roy, no sabia exactamente el porqué, pero tenia miedo, miedo de verlo sin fuerza, miedo de verlo tendido en una cama, verlo a punto de partir.
Quizás era sumamente estúpida por tentar al tiempo, deja que sigan pasando los días sin poder despedirme, sin poder decirle que se puede ir en paz, que no se preocupe por todo lo que no dejamos sin resolver por nuestro abrupto final, quería decirle que todo está perdonado.
—Aun no puedo—mi voz fue débil, me sentía estúpida por la forma en la que me hacía sentir mi corazón —Aun no tengo el valor.
—¿Sabes de donde provine tu miedo?—pregunto con la mirada fija en mi—¿O te da miedo reconocerlo?
Supongo miedo al cambio, miedo a lo que representa su partida, miedo a la forma en la que la vida me dice día con día que esto es no es para mí, que todo se me va de las manos, que no puedo retener nada de lo que un día me hizo feliz.
—Tengo miedo de caer…no puedo caer de nuevo—mi voz esta al borde del llanto—Me prometí a mí misma que no volvería a caer, que no dejaría que el dolor me consumiera, que no detendría mi vida de nuevo por culpa de un corazón roto.
—Ember lo entiendo perfectamente—suspiro—Pero es inevitable, todos vamos a caer una y otra vez ¿Crees que yo no tengo malas noches? Todo el mundo lo tiene, el miedo es un sentimiento totalmente valido, pero no debemos dejar que el miedo controle tu vida, aun con este miedo tienes que vivir, tienes que luchar, tienes que amar y amar a otros. De eso trata la vida, de amar.
Me quede en silencio ella siguió hablando.
—No veas lo que el tiempo te esta quitando, ve lo que te esta permitiendo o ve que te está regalando—suspiro para detenerse unos segundos—Se que le tienes miedo al tiempo, a que te olviden, a no sentirte amada a sentirte que eres un fracaso… pero se que sabes como yo la clase de mujer, lo que has tenido que atravesar pero sigues de pie, sigues luchando por salir adelante y estas aquí, tomando terapia, eso es un gran paso, es una de las decisiones más difíciles el pedir ayuda…quieres dejar el dolor atrás eso esta bien, no tengas miedo de amar, porque no estaremos aquí para siempre.
Esas palabras habían desatado mi llanto, se que he recorrido un gran camino, solo que a veces se me olvida, se me olvida lo mucho que he crecido, lo mucho que, luchado por salir adelante, lo mucho que me ha costado estar en donde estoy. Porque nadie sabe que he pasado y jamás me he rendido.
—Gracias por ayudarme a entender que no esta mal lo que siento, solo que no debo dejar que eso controle mi vida—me limpiaba el resto de las lágrimas—Creo que ya estoy lista. Ya estoy lista para verlo, ya estoy lista para decirle lo que siento.
—Gracias a ti por compartir todo lo que agobia a tu corazón y aun más por permitirme ayudarte a comprender que está bien no siempre estar bien—Me sonrió, llenando de luz—Y si ya estas listas para verlo que así sea, también sabes que te acompañare en lo que resta de este proceso siempre cuando tu así lo quieras y me lo permitas.
Se despide de mí, mandándome un abrazo virtual, yo hice lo mismo pedí para llevar lo que había ordenado ya que no había tocado nada de ello, recogí mis pertenencias para poder salir de ahí.
Aurora tenía razón, muchas ocasiones uno se fija en todo el mal que esta atravesando, pero no en lo bueno que nos ha regalado, o que nos permite vivir. Claro que me duele su partida, el saber que pronto trascenderá de este plano, pero no por eso no puedo aprovechar el tiempo que aun me queda con él.
Pedí un taxi al llegar a la avenida, el camino fue mas largo de lo esperado no sabia si por la ansiedad que me carcomía por dentro o por la nieve, sentía como el corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, cerré los ojos tratando de relajar mi mente, aun sentía mi corazón demasiado acelerado, me susurre a mi misma que todo estaría bien, que llegaría tiempo, que el aun estaría ahí.