Unas flores para un corazón roto

38: R e f l e x i ó n

“La segunda enseñanza por la que nos hace pasar el invierno, es la reflexión, es tomarnos un momento para unirnos con nuestros pensamientos, es un momento para escuchar a otros, es para dejar volar tu mente y observar dentro de ti que es lo que te ha enseñado la vida, sea bueno o malo”—Ember.

El reloj en la pared marcaba casi las 5 de la mañana, yo no podía dormir, por mas qué lo intente mi mente seguía pensando en Roy, en que pronto el ya no estará entre nosotros, no en este plano al menos, un nudo en mi garganta y un vacío en mi pecho se hizo presente al darme cuenta cuanto lo extrañaría el día que ya no este junto a mí.

Me levante con cautela para no despertar a Selene que se encontraba a mi lado, baje las escaleras solo para ver a Jackie y a Vanessa acurrucadas en un sueño profundo, salí al patio, la neblina era intensa, a pesar de que el Sol estaba poco a poco saliendo en el horizonte el frio del aire era estremecedor, frotaba mis palmas unas con otra para darme algo de calor, la nieve le daba un ligero toque nostálgico al lugar. Unas lágrimas se deslizaban en mis mejillas, rara vez la vida es justa, rara vez la vida nos da lo que merecemos y estoy segura de que Roy no merecía ese final.

El fría me seguía petrificando, no era lo suficiente valiente para quedarme ahí, entre para prepararme una taza de café, Vanessa ya se encontraba en la cocina, tomándome por sorpresa, ya había colocado la cafetera, así que solo me senté a un lado de ella para esperar que este listo.

—No podías dormir por lo que veo—bostezo para tallar sus ojos con sus dedos.

—Mi mente no me dejaba en paz—fui sincera—No me dejaba…no me dejaba.

Supongo que mi rostro reflejo la lucha interna que tenia dentro, tratando de entender todo eso, tratando de buscarle un lado bueno, buscándole un propósito, buscando cualquier cosa que le diera sentido a toda esta mierda.

—No creo que nadie este preparado para algo así Ember—dio un gran suspiro—Nadie esta preparado para perder al amor de su vida. Nadie, se que no es de mi incumbencia, pero me gustaría hacerte una pregunta.

Asentí con la cabeza, me quedé en silencio esperando su interrogante.

—Se que las cosas no salieron como esperabas, pero te fuiste…—la mire de tal forma que se detuvo unos segundos, parecía que estaba pensando cuidadosamente sus siguientes palabras—¿Ibas volver de igual forma? ¿Ibas a volver por el o solo estas aquí porque el…el esta muriendo?

Mi primer instinto fue ponerme a la defensiva, porque me sentía señalada, me sentía juzgada por haberme ido de aquí, pero la verdad era que no tenia una idea clara de como hubieran seguido las cosas o como hubieran acabado.

Yo me encontraba en un limbo muy extraño, solo estaba tratando de sobrevivir, quería pensar que con el tiempo las cosas se iban a solucionar, que todo se acomodaría de tal forma que ambos estuviéramos bien, quizás no juntos, pero yo si quería que ambos tuviéramos una buena vida. Solo que en ocasiones el tiempo no cura nada, no arregla nada, no soluciona nada, en ocasiones puede ser nuestro peor enemigo.

Supongo que el lo sabía, lo sabía mucho antes de mi partida, quiero creer que esa es la verdadera razón por la que no lucho por nosotros, por la que no lucho por mí, esa es la verdadera razón por la que no me detuvo, él no quería que yo viera como la vida se alejaba de él. Él no quería que yo sufriera más, pero lo que el no sabía, es que eso es una decisión que solo me compete a mí, que yo me hubiera quedado a pesar de todo, tan solo si el…si el me lo hubiera pedido.

 —Supongo que en algún punto pensaba regresar…pensaba encontrarme con el de nuevo, pensaba que en algún punto volvería aquí para decirle…al fin estoy en casa—me detuve unos segundos—Ojalá tuviéramos más tiempo, solo un poco mas de tiempo.

La cafetera comenzó a desprender el café, ambas nos quedamos en silencio, ella lo sirvió me dio una taza, con una cuchara jugaba con mi bebida, tratando de procesar mi pequeña platica con Vanessa. Ella me dejo sola, tome uno de los abrigos y de nueva cuenta me dirigí al patio, fui al cobertizo y de la nada se me ocurrió, se me ocurrió regalarle lo mejor de mi en el poco tiempo que aun nos queda juntos.

Me pase toda la mañana y parte preparando mi sorpresa, esperaba que el tuviera la suficiente fuerza para acompañarme, me estuve moviendo de un lado para otro, ponía la escalera para colocar los focos en las ramas de los árboles, unos ojos curiosos me veían desde las ventanas, yo los ignoraban para seguir en lo mío, ya con todo la decoración en los árboles, los encendí para comprobar que ninguno fallaba, todo pintaba bien, con un pala me aseguraba de quitar el exceso de nieve, coloque una manta, la gran manta azul que nos acompaño la otra noche.

Jackie salió para que las acompañara a almorzar, fue ahí que me di cuenta cuanto tiempo pase en el patio, camine hacia ella, me detuve para mirar una última vez mi creación, sonríe al percatarme que había quedado mas lindo de lo que esperaba.

—¿Cómo está el?—fue lo primero que pregunto al sentarme con ellas en la mesa.

—Ha estado durmiendo toda la mañana, quizás en rato se despierte—Selene fue la que hablo—¿Necesitas algo?

Entendía que se refería a todo lo que había montado en el patio, estaban plenamente consientes de lo que me encontraba haciendo, por un ligero momento sentí algo de vergüenza. Pero la verdad era que si necesitaba de su ayuda, me alegraba que se ofrecieran.




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